Artículo que valora la impronta del Conjunto Guasimal como parte de la Cultura Popular Tradicional manzanillera.
Introducción
El tema de los valores patrimoniales de la Cultura Popular Tradicional ha sido colocado en el debate internacional y valorado en la UNESCO hasta lograr una convención para su protección y salvaguarda. En el municipio de Manzanillo se trabaja en todas las instituciones de la cultura para estimular y proteger las tradiciones y sus portadores como parte importante para salvaguardar la identidad cultural. La Casa de Cultura y la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos, atesoran y promueven todos los tesoros vivos del territorio.
Entre las unidades artísticas de la cultura popular tradicional se destaca el Conjunto Guasimal, grupo portador de tradiciones de notable importancia. Este es reconocido como Patrimonio de la comunidad y ha recibido los Premios Nacional de Cultura Comunitaria y Memoria Viva; sin embargo, es insuficiente su conocimiento y valoración por parte de la población.
Cultura Popular Tradicional, es -según Jesús Guanche-, el "Conjunto de expresiones y manifestaciones generadas, creadas y preservadas en una sociedad o grupo humano específico, con un condicionamiento histórico dado. Se transmite y difunde de una generación a otra, fundamentalmente por vía oral y por imitación. Constituye un proceso dinámico”.
Se entiende como portadores de tradiciones, "Aquellos grupos e individuos cuyo condicionamiento cultural depende del proceso de formación histórico-social de que forma parte, y ello le permite reflejar y transmitir los valores culturales de las generaciones que les antecedieron. Dentro de estos grupos e individuos estarán los practicantes y los informantes, miembros de la comunidad que reconoce, reproduce, transmite, transforma, recrea y forma una cierta cultura al interior de y para una comunidad. Un portador puede, por añadiduría, jugar uno o varios de los siguientes roles: practicantes, creador y guardián".
La presencia de los portadores de tradiciones es imprescindible para que pueda existir determinado patrimonio de la Cultura Popular Tradicional y así poder identificar la manera de pensar y actuar de las comunidades, grupos humanos y la sociedad en general. Es así como el Conjunto Guasimal se inserta entre las relaciones de la Música Popular Tradicional manzanillera.
Desarrollo
El Son es el género musical de mayor presencia en la vida cotidiana de la población. Manzanillo comparte con las ciudades de Santiago de Cuba y Guantánamo los orígenes del son, ritmo musical bailable auténticamente cubano, de origen campesino, en cuyos predios ya estaba arraigada la décima. Nace, por tanto, de esa fertilidad creadora de nuestros "montunos", es decir, del hombre de tierra adentro que, en remotos bohíos creó con el Son un ritmo musical autóctono del cual se sienten orgullosos todos los cubanos.
El Órgano manzanillero es, por su parte, una de las importantes expresiones que ha marcado el ritmo musical e influenciado a casi todas las agrupaciones que actualmente cultivan el son en el territorio.
Con la llegada del pasado siglo cobra vida una antigua tradición: la celebración de los carnavales, los cuales tuvieron su origen en la época colonial, mucho antes de que dos comparsas: Los Curros Cheverotes y los Cheverotes del Manglar, salían con sus banderolas insignias a realizar en música, belleza y colorido, desde entonces esta tradición ha permanecido en la cultura manzanillera.
La Orquesta Original de Manzanillo, agrupación insignia de la ciudad, orgullo y pasión de los manzanilleros, es otra de las agrupaciones que ya anda por los cincuenta años de edad, marcando diferencia y portando por medio de los «Originalitos» su música.
Otra expresión musical de la Cultura Popular Tradicional manzanillera, lo constituye la trova. La trova, de fuerte arraigo en la ciudad, nace de la comparsa "La Cinta Tejida"; Jaime Benemelis –su director-, se considera el padre de la trova manzanillera. Destácanse en la etapa inicial Pedro Rojas, Pedro Araujo, Omar Verdecia, los hermanos Raga y otros. Más adelante deben mencionarse Joaquín Codina, Santiago Arévalo e Isabel Fernández (Niña la Rosa).
El Conjunto Guasimal lo formaron -según expresó el viejo Vicente como todos le dicen-, los viejos (padre, tíos y abuelo) en medio de la guerra de los mambises y realmente se formó el "grupito" para pasarla bien en los pocos momentos que se podía después de terminada la Guerra Chiquita. Los iniciadores del conjunto fueron: Antonio Escalona, José Escalona Pelegrino, Francisco Escalona Pelegrino, y dos primos; Fructuoso Escalona Díaz y Ciro Escalona.
Según José Escalona, los instrumentos eran una güitarra vieja con cuerdas inventadas, un requinto, un par de bongoes que elaboraron de manera artesanal, un par de maracas y claves. Luego, con los años, el grupo fue creciendo y cuando terminó la guerra de 1895 todos estos instrumentos diseñados por ellos mismos con los recursos que les brindaba la naturaleza los perfeccionaron poco a poco.
En los primeros años del siglo XX se mudaron para Guasimal, ya que donde vivían era en el barrio de San Antonio, lugar donde nacieron la mayor parte de los descendientes de la familia Escalona. Al llegar al nuevo barrio se realiza la formación y unificación de las familias: Escalona y Rodríguez y el grupo tradicional asume el nombre de Conjunto Guasimal. Viviendo ya en el lugar, comenzaron a cambiar algunos instrumentos; las güitarras rústicas por dos acordeones, siendo estos los únicos instrumentos que no fueron fabricados por ellos. Un instrumento que devino necesario para lograr la sonoridad que iba definiendo ya la agrupación lo fue el guayo o rayadera de metal que realizaban con un pedazo de lata. Otros instrumentos fueron sustituidos, como el caso de los bongoes que se deterioraron por el paso del tiempo y en el lugar de estos introdujeron las tumbadoras. Según se pudo conocer por algunos miembros de la familia Escalona, estas tumbadoras las diseñaron y fabricaron ellos mismos de manera artesanal ahuecando un trozo de un tronco de cedro fundamentalmente por ser más blando y lo hacían por medio del fuego; prendían candela por el centro del tronco y posteriormente utilizaban como trincha un machete para ahuecarlo. La tumbandera, casi como una evocación tribal, la confeccionaron sembrándola en la tierra tal y como las hacían los negros esclavos en los bateyes en los momentos de esparcimientos que tenían. También hicieron las claves de Majagua azul y mantienen aún el mismo tipo de madera en estos tipos de instrumentos porque consideran que el sonido que produce las mismas es el que más se aviene a la línea melódica del conjunto.
Lo que no pudieron imaginar ninguno de los fundadores es que después de aquel 23 de diciembre de 1880, fecha de su fundación, es que durante décadas irían atrapando con sus acordes, melodías y ritmo a cuantos oídos los escucharan para atesorarlos como matices de sus remembranzas y convertirlos en demandas y preferencias de sus gustos particulares y sociales, aún cuando Antonio Escalona, abuelo de Vicente Escalona, el creador del quinteto de entonces, expresó que "ese grupo viviría por siempre".
En esta expresión de la cultura tradicional manzanillera podemos encontrar influencias del legado aborigen y africano. El uso del tambor -instrumento heredado de esclavos africanos-, era elaborado con troncos ahuecados por ellos mismos, del mismo modo que antes lo hicieron los taínos; como entonces también se calentaban a través del fuego y según Fernando Ortiz, "así es como se endurece el cuero que cubre la más ancha de sus cabezas, y rebota la mano, y retumba mejor el sonido en el hueco cilindro; la candela es la clavija de esos instrumentos, sin ella no se oye bien lejos por la finca a la redonda".
Es como si los amantes de su música y del café endulzado con guarapo les alimentaran día a día el aliento vivificador que los hacía y hace ser algo más que una evocación en un umbroso pretérito para devenir, por derecho propio, presente perenne del futuro folclor. En el Atlas Etnográfico aparece: "No se puede entender el folclor más que el reflejo de las condiciones de vida cultural del pueblo, aunque algunas concepciones propias del folclor se prolonguen incluso después que las condiciones han sido (o parecen) cambiadas, dando acaso lugar a combinaciones extravagantes".
Con el descursar del tiempo y a manera de organología de la agrupación, su forma fue abarcando modificaciones espontáneas y paulatinas, que incluían la introducción de un contrabajo artesanal que parecía y parece un sarcasmo a la ebanistería, pero que dio vigor a la personalidad estética del conjunto, así también mantuvieron la rayadera de yuca (guayo), que alcanzó cada vez mayor sonoridad y se volvió un instrumento de valor con las adecuaciones imprescindibles para su uso.
La tumbandera, desenterrada y con una caja resonante ya que en sus inicio era enterrada en la tierra, le permitía ser trasladada de un lugar a otro. Fue usada asiduamente en la ejecución de sones y de otras formas y géneros, en un reto a lo imposible para llegar a nuestros días cual coprotagonista de la agrupación.
Deciden luego quedarse con un solo acordeón, de singulares sonidos de bajos y teclado, casi similar al órgano neumático, para seguir amenizando y alegrando toda la extensión agreste de la comunidad, único instrumento industrial que utilizan, el cual, les permite complementar su manera de interpretar el son a ritmo de melcocha y sirve de pretexto a gargueros ávidos de aguardiente. Todo parecía, desde sus múltiples modalidades, una prolífica evocación de las melcochas que deambularon en los festivales de La Loma y es que realmente el Conjunto Guasimal asumió la música de órgano desde que introdujo este instrumento.
Otro elemento sui-géneris que juega un papel muy importante dentro de la agrupación, en particular dentro de la parte del espectáculo es el tradicional pilón, utilizado para pilar el café que cuelan mientras tocan sus instrumentos interpretando sus contagiosas «melcochas» que es el ritmo que los ha caracterizado siempre. El pilón vino a convertirse en un instrumento de percusión, dejando escuchar en los encontronazos de mortero y majadero, una secuencia intencionalmente rítmica que va marcando el punto, el acento y alguna que otra poliritmia, al tiempo que le permitía a la integrante del grupo que trabajaba con él, danzar con el mortero en las manos y al compás del ritmo.
Se mantuvo el cunyaye para moler la caña y extraer el guarapo. Este curioso instrumento, aunque no musical, de igual modo juega un papel muy particular dentro del grupo. Así como el colador del café, instrumento muy usado por estos contornos en las familias campesinas fundamentalmente por la posibilidad que brinda de poder colar más cantidad de café cuando se necesite para de este modo servir a los trabajadores del campo en lo fundamental. No se puede dejar de tener en cuenta que la familia Escalona son particularmente personas que combinan la música con las labores del campo.
La quijada con su nombre apocopado "quijá", tras la muerte del caballo que fue su portador, resucita como un instrumento singular el día que por el trabajo agrícola que llevaba el viejo Vicente aparejado a la música, descubre que el aguacero que cayó la noche anterior había desenterrado parte del animal muerto varios años antes y al tomarle del suelo e intentar quitarle el fango descubre el percutivo sonido parecido al chequeré.
Las pailas rústicas o timbales, aún cuando tienen tornillos como mecanismos de tensión y afinación, fueron hechas con brasas como medios para ahuecar lo que ahora son las cajas resonantes, del mismo modo en que realizaron las tumbadoras, las maracas son elaboradas con el producto de sus propias fincas, por lo general son casi siempre disparejas en cuanto a la forma, realmente les interesa más el sonido que le convenga para lograr la sonoridad que siempre las ha caracterizado.
De igual modo la jícara que aparece colgando del cunyaye tiene una particular función ya que es la que utilizan para recoger el guarapo una vez molinadas las cañas, que además, fueron sembradas en el patio de la casa de la madre de los Escalona.
Las tumbadoras, tienen la particularidad de ser diseñadas y construidas de manera artesanal utilizando el fuego del modo que lo utilizaron los negros esclavos para ahuecarlas y posteriormente por medio de una trincha completan el instrumento, los demás aditamentos como los cintillos y las llaves las elaboran con aluminio, por último utilizan el cuero de chivo para completar el instrumento.
El uso del cunyaye, que ya se explicó su uso para moler la caña y así extraer el guarapo con que se endulza el café, así como el uso del pilón y el propio colado del café, forman parte del espectáculo del Conjunto Guasimal que no es más que el conocido guateque.
El guateque es definido como "Festejo que se celebra en zonas rurales y suburbanas en los que se emplea la música campesina de marcada influencia hispánica y canaria, baile de parejas como el zapateo y otros, comidas y bebidas tradicionales y juegos así como competencias (habilidades ecuestres, palo y cerdos ensebados, el juego de la sartén y otras). Actualmente también se efectúan en instituciones culturales municipales y se le conoce con diferentes denominaciones: Noche Campesinas, Serenatas y otros". Este fenómeno musical es uno de los primeros en que se cristalizó la Cultura Popular Tradicional en el territorio de Manzanillo.
Entre los géneros que cultiva el Conjunto Guasimal en los guateques que realiza y en otras actividades, está el son. La interpretación de este es la manera más generalizada con alternancia del estribillo y la copla. El acompañamiento instrumental, característico en ellos, lo realizan con el acordeón en sustitución de la guitarra y el tres, con la tumbandera en sustitución del contrabajo, con bongoes, cencerro, clave, maracas, guayo y tumbadoras. Le confieren marcada importancia al estribillo, pero sus interpretaciones fundamentalmente son instrumentales y este fenómeno está asociado al tipo de espectáculo que realizan.
Algunos de estos sones son: Son de la loma, El guayabero, El cochero, El camaronero, El sombrero de yarey, El cafetal, El manicero, El Jorocón, Las mañanitas, Los problemas de Tina, La mulatona, La peluca.
El danzón forma parte de los géneros que también interpreta esta tradicional agrupación. Su exponente más importante es "El Jorocón", que se convirtió desde el primer momento que lo interpretaron en el tema de presentación de la agrupación tradicional. "El Jorocón", compuesto por Carlos Borbolla, es además una de la piezas picada para órganos en Manzanillo que más se escucha por los órganos de toda la provincia por su melodía y en particular por el ritmo que marca el inicio del son actual en todo el territorio.
A partir de la política cultural revolucionaria, las expresiones tradicionales comenzaron a ser atendidas y protegidas y el Conjunto Guasimal en la década de los ochenta realizó giras por todo el país, visitando a la Isla de la Juventud, Ciudad de la Habana, Ciego de Ávila y otros sitios del oriente cubano como parte de una promoción artística financiada y ejecutada por parte de la Dirección Municipal de Cultura de Manzanillo. En el año 1990 se le asignó a esta agrupación un promotor cultural como muestra de la atención y protección de estas expresiones, lo que facilitó realizar el dossier del Conjunto Guasimal.
A partir del año 2000 es seleccionado para otorgársele el Premio Municipal de Cultura Comunitaria, por constituir dentro de las artes el exponente más importante de la Cultura Popular Tradicional en Manzanillo y como alcanzó tal condición se le propuso al Centro Provincial de Casas de Cultura el expediente, obteniendo el Premio Provincial de Cultura Comunitaria, fue nominado además, al Premio Nacional alcanzando el mismo de igual modo y finalmente Premio nacional Memoria Viva.
En el año 2006 el Conjunto Guasimal, a propuesta del equipo metodológico de la Casa de Cultura del municipio de Manzanillo, es declarado Portador de Tradiciones por el Consejo Nacional de Casas de Culturas.
Entre las actividades más importantes en las que ha participado el Conjunto Guasimal se pueden mencionar: lV Congreso de la ANAP, Xl Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, Cuartas Espartaqueada, Carifesta (Santiago de Cuba), Festival de la Toronja (Isla de la Juventud), Jornada Cucalambeana (Las Tunas), Programas Palmas y Caña (Ciudad de La Habana), Actuación en la Plaza de la Revolución José Martí (Ciudad de La Habana), Actuación en la Escuela de Cuadros de Güira de Melena (Ciudad de La Habana), Actuación en el Teatro Nacional de la CTC con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (Ciudad de la Habana), Festival del Caribe (Santiago de Cuba), Actividad en Bahía Honda (Pinar del Río), Gira artística con el programa de la televisión Palmas y Cañas (Mayarí Arriba y Mayarí Abajo), Festival de los CDR (Ciego de Ávila), Fiesta de la Cubanía (Bayamo), Feria de Arte Popular Municipal y Provincial
Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentran: Diploma de Reconocimiento por el Centenario de Juan Marinello, Diploma de Reconocimiento lV Congreso de la ANAP, Premio Municipal de Cultura Comunitaria, Premio Provincial de Cultura Comunitaria, Premio Nacional de Cultura Comunitaria, Premio Nacional Memoria Viva, Diploma por alcanzar la condición de Unidad Portadora de Tradiciones, Diploma de Reconocimiento por la labor brindada a la Cultura Cubana en Jornada Cucalambeana en Las Tunas, Diploma de Reconocimiento por la labor brindada a la Cultura Cubana en la Fiesta del Caribe, Santiago de Cuba, Diploma Homenaje a la Agrupación, Diploma por alcanzar la condición de Patrimonio Vivo de la Ciudad, Bandera por la Cultura Cubana, Medalla Conmemorativa por años continuados en el sector de la cultura.
A modo de conclusión.
El formato musical con presencia de instrumentos rústicos muchos de ellos obtenidos de la naturaleza, las características de la música que interpreta, llamada «melcocha» por el protagonismo del acordeón y el guayo; el carácter espontáneo de sus presentaciones y la peculiaridad escenográfica del guateque campesino han permanecido estables a través del tiempo, trasmitidas de manera muy singular de generación en generación por la familia Escalona del barrio Guasimal; por ello, la trascendencia cultural del Conjunto Guasimal rebasa lo meramente musical, alcanza a las costumbres, el baile, la fiesta campesina, las proyecciones escénicas, las aspiraciones colectivas y otros elementos identitarios de la familia Escalona y el barrio Guasimal, como manifestaciones peculiares de la cultura campesina regional del Guacanayabo y nacional cubana.
Bibliografía mínima.
1.-Aguilar, M. "Necesidad de considerar las especificidades territoriales en la investigación de la identidad cultural y posibilidad de determinar sus variables". En: García, M y C. Baeza. Modelo teórico para la identidad cultural. Editora del Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 1996.
2.-Álvarez, L. "El Rol de las comunidades en defensa de la diversidad cultural, un enfoque desde el derecho de la cultura". Artículo en soporte digital.
3.-Borbolla, C. Las tradiciones en Manzanillo. Material mimeografiado. Archivo Histórico Municipal, Manzanillo, 2006.
4.-Centro de Antropología, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello y Centro de Informática y Sistemas Aplicados a la Cultura. Atlas Etnográfico de Cuba, Cultura Popular tradicional. CD-ROM en español e inglés, La Habana, 2000.
5.-Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. Cultura Popular Tradicional. Editorial José Martí, La Habana, 1999.
6.-Colectivo de autores. La Cultura Popular Tradicional y la defensa de la identidad. Editorial Félix Varela, La Habana, 2001.
7.-Consejo Nacional de Casas de Cultura. "Indicaciones metodológicas para el funcionamiento de los centros provinciales y las Casas de Cultura". Edición Metodólogos y especialistas del sistema de Casas de Cultura y otras instituciones culturales, 2005
8.-Ortiz, F. Los negros esclavos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1987.
Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2014.