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Acercamiento a la vida cotidiana de Manzanillo durante las dos primeras décadas del siglo XX.

Autor(es):
Yamilka Leonor Guerra Rodríguez.

Artículo que aborda elementos de la vida cotidiana en Manzanillo en las dos primeras décadas del siglo XX.

Introducción.

La costera ciudad de Manzanillo, con el decursar de los años, luego de su fundación fue creciendo en extensión territorial así como en población, todo ello aparejado al desarrollo económico de la urbe que, en esta época, tuvo notable esplendor en todos los ámbitos al que contribuyeron los emigrantes que en ella se asentaron.

La vida cotidiana es el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los hombres particulares, los que a su vez crean la posibilidad de la reproducción social. Comprende el espacio y el tiempo en que se manifiestan de forma inmediata y directa las relaciones que los hombres establecen entre sí y con la naturaleza en función de sus necesidades, configurándose sus condiciones concretas de existencia.

La precaria vida cotidiana de finales del siglo XIX experimentó ciertas transformaciones al comenzar el XX, aunque algunos comportamientos continuaron con determinados matices. La cotidianidad comenzó a verse marcada por las nuevas relaciones de dependencia establecida por la clase dominante en cuanto a lo económico, político y cultural con respecto a Estados Unidos y el surgimiento en ella de nuevos ideales artísticos, tecnológicos, urbanísticos y culturales en su afán de borrar las huellas del pasado colonial y encontrar la anhelada modernidad.

Nuevas formas.

Las vida de las familias estuvo condicionada por las costumbres de la época y el medio en que se desarrollaban, las señoras ricas se rodeaban de un número inverosímil de criados; las pobres cada día con más necesidades pero con prole numerosa, en ambos casos existía un cabeza de familia, hombre, sobre el que pesaba la parte económica y la responsabilidad moral y quien tenía una esposa obediente que acataba las decisiones del marido, el hermano o el hijo mayor a falta del cónyuge. Existía la creencia arraigada de que las mujeres no debían salir a la calle a trabajar ni a estudiar luego de la enseñanza primaria. El hombre que lo permitía era deshonrado.

Las costumbres heredadas de la época colonial se mantuvieron pero matizadas por el carácter y el ritmo de la nueva época. En las nuevas circunstancias  históricas la sociedad manzanillera comenzó a vivir bajo otros valores y este hecho se manifestó en el uso de los espacios comunitarios.

Las procesiones y fiestas religiosas continuaron formando parte de tradiciones más arraigadas, desarrollándose celebraciones especiales como: Corpus Christi, Semana Santa, Día de Reyes, Navidad. Dichas procesiones se realizaban en los alrededores del parque Cespedes en cuyo centro se dice estaba una fuente y la estatua del Dios Neptuno. Tiempo después este espacio fue ocupado por la actual Glorieta, inaugurada el 24 de junio de 1924.

Los paseos dominicales alrededor del parque se convirtieron en una costumbre arraigada de los manzanilleros. En estos primeros años del siglo XX se paseaba por un lado las mujeres y por el otro los hombres, era frecuente encontrar a las señoritas solteras acompañadas con sus madres, hermanas o tías. En cierta medida favorecía el encuentro con algún pretendiente que se interesara y a través de clandestinas miradas o el vaivén del abanico demostraba su interés. El paseo tenía sus normas; el espacio tiene dos áreas en forma de círculo: una interior y otra exterior. En la parte interior discurrían las altas capas de la sociedad y en la otra paseaban los pobres. Un rasgo común es que se realizaba el paseo en sentido contrario, de manera que al hacer el recorrido las miradas de hombres y mujeres se cruzaban.

Otro motivo por el cual, desde el siglo XIX, los pobladores visitaban el parque era para escuchar la retreta(1). La aparición de la Banda de Conciertos en 1904 hizo que las retretas se tornaran verdaderamente tradicionales y se fijaron consecutivas para los jueves y domingos, incluso, la Glorieta de Manzanillo, símbolo de la urbe, se concibe como un kiosco para la música, cuyo objetivo principal era albergar la citada Banda de Conciertos en la realización de tales espetáculos. La Banda, desde su creación, constituyó una institución cultural respetada por el pueblo. Tuvo directores que supieron dirigir la misma de manera excelente y entre ellos pueden contarse a su fundador Jacinto Minielli (Italiano), Juan Llánes, Rafael Inciarte y otros; siempre ofreciendo un espectáculo digno de ser admirado y escuchado.

Como parte de los nuevos tiempos plenos de modernidad y avances llegó a la localidad el cine. Con su encanto encontró en los manzanilleros fieles espectadores que concurrieron a los cines y teatros para disfrutar del espectáculo fílmico. Las proyecciones cinematográficas formaron parte del universo cotidiano del manzanillero y ello sin importar clases sociales. Se convirtió desde el primer momento en un acontecimiento, pues, todos los pobladores deseaban ver aquellas imágenes animadas cargadas de novedad. En 1908 -exactamente el 6 de diciembre-, comenzó en Manzanillo la explotación del cine instalado en los primeros tiempos en el Teatro Manzanillo. Luego en sincronía con el teatro principal de la urbe comenzaron sus funciones el Teatro Popular y los salones Fausto y Cuba. Se realizaban las funciones en diferentes horarios dedicados a los niños, adultos y otros dedicados al "bello sexo", también se realizaban las proyecciones de acuerdo a la edad y el género: los niños apreciaban comedias, los adultos, diversos materiales realizados por productoras internacionales; mientras las damas y señoritas filmes apropiados a su condición. También se realizaban conversatorios y debates sobre asuntos de féminas.

Los precios eran de acuerdo al lugar, al menos en el Teatro Manzanillo por su forma específica. Entrada general: 0.75 centavos (en la platea); palco sin entrada: 2 pesos (al costado); luneta y entrada: 1 peso (platea fija); delantero a galería: 0.40 centavos; galería: 0.30 centavos; paraíso: 0.20 centavos. Estos últimos más baratos por estar ubicados en la parte superior. Entre las más costosas estaban las funciones de ópera.

Un visita obligada del manzanillero de inicios del siglo XX era a la bodega del barrio o la cuadra, en la mayoría de los casos propiedad del gallego con su peculiar alpargatas, como se le conocía a los españoles fueran de la provincia española que fueran, casi todos llegados a Cuba con el sueño de ser ricos, algunos lo consiguieron pero otros no pasaron de ser propietarios de tienduchas de barrio.

En dichos establecimientos se podía encontrar todo lo que en el hogar se necesitaba y, por lo general, estaban conformadas de la siguiente forma: un mostrador de madera a lo largo del establecimiento, se podía encontrar aguardiente puro de caña con el color del agua potable y sabor de fuego, ginebra, cogñac y vinos de diferentes precios y marcas.  En las bodegas también se podía encontrar la vidriera, donde se presentaba una gran variedad de dulces; encima del mostrador se colocaba una balanza, en otra vidriera entrepañada se exhibían efectos de quincallería, sellos de correo, estampas de vírgenes y santos, rosarios, catecismos y novenas. También se ofertaban frutas de varios tipos como uvas, melones, zapotes, manzanas, higos, naranjas, mangos, entre otras, de acuerdo a la estación del año. En los entrepaños del mostrador estaban los orinales, porrones, alcarrazas(2), latas, frascos y envoltorios con  diferentes rótulos bilbaínos, catalanes, gallegos y asturianos, muestra del sostenido comercio con diferentes ciudades españolas. En los grandes cajones junto al suelo, mezclado con el arroz, los frijoles y el café molido estaba el tasajo, el bacalao, los camarones fosilizados en sal y otros alimentos. En la trastienda estaban los barriles de manteca, latas de sardinas, pirámides de tasajo, murallas de cajas de bacalao, de velas, de jabones y los catres de los dependientes para descansar y dormir durante la noche.

En todas las ciudades existen personas que, ya sea por su mal carácter o por enfermedades mentales, se convierten en objeto de burlas para los demás y el Manzanillo de la segunda década del siglo XX no resultó excepción. Deambulaban por las calles un sin número de estos pintorescos personajes que formaron parte de la vida cotidiana de estos años: Juan Camarones, Fonsa, José come gente, Don Lorenzo Palangana, Fillo el Verraco, Pata de Jamón, Longino pata de catre, Joaquina la loca, Pura bicicleta, Caimán tocolo, Abrahan Tumbita, Franciscón, Juan roba pollo, Doctor Puya, Quimbe el loco de la trincha, Pancho Chirri qui Chirri, Pancho el loco, Martín Guanabana, Vinagera, Javier muerto vivo o Guasacita, Ojo de Pionoro, Dulce de leche, Ricar Tole, Mistoguin, Miguel melondinga, Esmerado el ciego, Chicho la mantecosa, Cebollita, Luis el Tejón, Antonio Valerino el Ministro clave, Manolo come gallo, Barba azul, Doble feo, Juan de Dios cabeza de mulo, Quien se cagó aquí quinga, José cilindro, Metro Félix, Don Manuel la Viudita, Panchito vocenilla, Rafael cabeza de liseta, Pepe el Tojoso, Caridad coco, Daniel barriga de leche, Elena la loca, Juan Gualberto Cabezón, vizco, feo y maratón.

Los nombres de niños y niñas estuvieron influenciados por elementos de peso según el nombre de sus progenitores o el santoral católico; también de acuerdo a la procedencia de sus familiares. En  determinadas ocasiones a los recién nacidos se les colocaban más de dos nombres: Antonia Rosenda de la Caridad, Blanca Rosa Sara, María Milagros Dominga, Joaquín Abraham de la Caridad, Félix María Bernabé, Miguel Luis Loreto, María Dolores Guadalupe. Los nombres femeninos eran María, Rosa, Carmen, Isabel, Matilde, Antonia, Luisa, Juana, Reina, Concepción, Amparo, Caridad, Paula, Margarita, Amalia, Agustina, Ana, Ursula, Milagros, Isabel, Beatriz, Sara, Virgen, Blanca, Josefa, Lucia, Manuela, Antonia; mientras los varones tenían por gracia Miguel, José, Vicente, Francisco, Mario, Joaquín, Carlos, Manuel, Jesús, Rafael, Juan, Julián, Octavio, Sebastián, Luis, Santiago, Ángel, Justo, Gaspar, Eduardo, Pablo, Antonio, Pedro, Tomás, Ramón, Andrés, Augusto.

Los bautizos realizados en Manzanillo conformaron parte de las tradiciones religiosas seguidas por años y van a respetar el ritual según el Misal Católico donde el cura bendice el agua para con ella realizar el Rito siempre por ablusión; es la forma en la que el Padre derrama sobre la cabeza del bautizado el agua bendita. El cura realizaba el ritual en latín de espalda para el pueblo y de frente al Altar Mayor; era una tradición de años anteriores y los niños debían de bautizarse recién nacidos; o sea, a solo pocos días de nacidos o con algunos meses, para de esta forma alejar los demonios que circundaban y a las enfermedades de las cuales se podían contagiar.

Los  matrimonios se realizaba de diferentes formas: ante un juez o notario y las más comunes eran en la Iglesia Católica. Los mismos se realizaban de acuerdo al rito establecido también en el Misal Católico. Los contrayentes, varias semanas antes de la fecha escogida por ellos, se presentaban ante el párroco para una entrevista, en la misma se hacían varias preguntas sobre la formación católica que tenían y eran escogidos o no por el cura para celebrar la boda. Si los contrayentes tenían algún lazo de consanguinidad se debía pedir la autorización del Arzobispo de Santiago de Cuba, luego se anunciaban tres moniciones para que si la comunidad tenía algún impedimento fuese dicho y no se realizaba la celebración.

Existían varias formas de matrimonio de acuerdo al Catecismo Católico: "in facie ecclesia", esta es cuando las personas que deciden contraer nupcias están de frente a la Iglesia; o sea, presentes ante el párroco y la comunidad y la otra: "in articulo mortis", es cuando las persona está en su lecho de muerte y decide casarse antes de morir para tener todos los santos sacramentos. El rito siempre se hacía en latín, idioma oficial de la Iglesia Católica. Por regla general las mujeres eran más jóvenes que los hombres y la edad de ellas oscilaban entre los 15 y los 28, mientras que los hombres por su parte están entre los 20 y los 50 años; también existían algunos casos, sobre todo de personas adineradas, que tenían fincas en las afueras y desarrollaban la celebración de la boda allí y luego la respectiva fiesta. La novia era conducida hasta el Altar por su padre y ante la ausencia de este por el abuelo, hermano o tío; en raras ocasiones si no tenía familia masculina por una amistad allegada de la casa. Luego de la celebración se realizaba la fiesta en las casas o en las sociedades de recreo si eran miembros da las mismas, o en algún salón de baile de la ciudad amenizados con las músicas de boga en la época.

En cuanto a los trajes usados para la ocasión la mujer vestía de blanco con largos vestidos de abundantes vuelos, adornados con encajes, bordados y cintas, de mangas amplias o estrechas pero siempre hasta los codos, podían tener disímiles formas en los escotes no amplios ni muy pronunciados, el fino velo que cubría la cara, frecuentemente confeccionado de tul, los zapatos de tacón de charol o piel blanco con adornos en la parte delantera; mientras que los hombres iban vestidos con trajes de dril blanco o de otros tejidos, con zapatos blancos, negros o de dos tonos.

Para esta época existía una gran cantidad de inmigrantes, generalmente españoles, casados con cubanas o viceversa y en el menor de los casos entre ellos como los venidos de Monte Líbano y Turquía quienes tenían en algunos casos segundo y tercer grado de consanguinidad, además por norma general tenían la profesión de vendedores ambulantes ambos.

Las flores que se comercializaban tenían gran variedad contándose violetas, azucenas, dalias, gardenias, gladiolos, jacintos, lirios, tulipanes, jazmines de cinco hojas, galán de día y de noche, además múltiples tipos de rosas. Las flores eran muy utilizadas en las casa porque se adornaba las mesas y las salas con ramos de rosas o de otra variedad; también en cumpleaños o aniversarios se regalaban ramos de flores y los novios siempre tenían el detalle de regalar a las enamoradas en las noches de visitas una flor.

Las profesiones que predominan, según los censos revisados y las fuentes consultadas, están de acuerdo a su sexo. Para los hombres  predominan las siguientes: agricultores, albañiles, jornaleros, lavanderos, maestros, mecánicos, maquinistas, maestros, marineros,  barqueros, comerciantes, panaderos, estibadores, pintores, pescadores, policías, soldados, sastres, tabaqueros, vendedores de mercancías, zapateros, baratilleros, revendedores, carpinteros, carreteros o cocheros, criados, fundidores, escribientes, copistas, entre otras. Las ocupaciones de las mujeres van a ser pocas debido a los prejuicios de la época, en tanto las mujeres realizaban esencialmente los quehaceres domésticos y no se concebía que ellas fuesen las que mantuvieran sus hogares a través del trabajo asalariado, lo que determinaba que fueran censuradas por la sociedad las que lo hacían. Al examinar las fuentes utilizadas se apreció que en su mayoría realizaban las labores de su sexo, o sea, quehaceres del hogar; no obstante, pueden contarse agricultoras, costureras, criadas, comerciantes, lavanderas, maestras y tabaqueras. La actividad predominante para las féminas era servir de criadas o labores domésticas; en las notas periodísticas consultadas, se solicitaban mujeres para trabajar de criadas, de edades entre 12 y 14 años y se prefería que vivieran en la colocación. Se evidencia la explotación de la mujer que desde edades tempranas tenía que acudir a trabajar en vez de estudiar para poder apoyar en la economía del hogar y aun así eran censuradas.

La organización del trabajo doméstico resultaba en esencia en una forma de esclavitud asalariada porque el trabajo era de las seis de la mañana hasta la noche y los salarios irrisorios, con un promedio de dos o tres centenes por sirvienta mientras que al hombre se le pagaba cuatro o cinco. Debían permanecer en la casa, se les daba permiso una vez cada quince días. Las casadas podían salir algunos días en la semana y dormir fuera.

En el período estudiado la vestimenta eran bastante singular, en correspondencia con los cánones de la época según la moda y de acuerdo al poder adquisitivo de cada cual. El abanico y la bata seguían vigentes en la mujer, costumbre heredadas de la colonia. Las mujeres se ponían siempre vestido largos sobre todo a inicios de siglo, sin dejar ver apenas su cuerpo, estos con abundantes lazos, vuelos, encajes, puntas bordadas, telas brocadas, las mangas hasta los codos, anchas en su generalidad, en las terminaciones llevaban encajes o puntas bordadas, cintos de tela en la altura de la cintura, abotonados en la parte delantera o por detrás, con botones forrados de telas de acuerdo al color del vestido, estos también podían abrocharse en forma de lazos.

Las sayas anchas y largas, algunas pegadas al cuerpo, otras almidonadas(3) en la parte de abajo, llevaban pasacintas o vuelos. Debajo de las ropas usaban camisón, corset, cubrecorset, sayuela, refajo y viso(4). Y todo con profusión de tela, de encajes, de tira bordada, de cintas, de vuelos y bien almidonado. Las telas utilizadas en verano eran el holán, batista, holán clarín y linón; en invierno terciopelo y sarga.
Los zapatos, por su parte, podían ser corte bajo, de charol o de tacones anchos y cuadrados, puntifinos, con adornos en la parte delantera con hebillas cuadradas o redondas, lazos, botones forrados, con trabillas o chapas metálicas.

Se peinaban con el pelo recogido, con moños altos o en la nuca, también empleaban trenzas largas o recogidas en la nuca, o llevaban el pelo suelto. Para el años de 1915 comenzó a usarse el pelo corto hasta la nuca, con flequillos de cabello cayendo en la frente. El sombreros fue otro atuendo muy usado, podían ser de ala ancha o pequeña adornado con flores artificiales, plumas, lazos, velos, cintas de diversos colores. Estos se sujetaban a los moños con unos alfileres largos. Asimismo se estilaba llevar cintas anchas en el cabello. Para este mismo año la moda comienza a variar: vestidos y sayas comienzan a usarse más cortos, ejemplo las maxifaldas a la altura de las rodillas.

Los hombres, por su parte, vestían con trajes negros o blancos o la típica guayabera de distintos colores, de mangas largas o cortas y el sombrero de paja toquilla, fabricado en Jipijapa, Ecuador; resultando Cuba la primera importadora de éstos. Los zapatos eran de cualquier color: negros, blancos, avellanados y hacia los fines de la segunda década se comenzaron a utilizar los zapatos de dos tonos. El calzado podía variar en su forma y se utilizaban de corte bajo o altos en forma de botas.

El epílogo.

Entre tradición y modernidad, Manzanillo se inserta en la Historia de Cuba como una urbe de fuerte vocación intelectual y cultural, con una versatilidad que reafirma la necesidad de no desechar arista alguna del fenómeno que se trate, ya sea social, económico o político. Como resultado de la conformación de una identidad cultural, la historia deviene rico documento para comprender que cada ciudad tiene personalidad propia y Manzanillo gesta una que aún decursa y sigue aportando notas para su comprensión en los distintos instantes de su ser. 

Notas:

1.-Función musical nocturna al aire libre.
2.-Vasija de arcilla poco cosida y porosa, para que deje de rezumar el agua.
3.-El almidón se utilizaba para "almidonar" la ropa. Cuando se lavaba la ropa se le daba un baño en una disolución de almidón para conseguir que después del planchado quedara tersa y evitar que se arrugara, por ejemplo sábanas y camisas. También se utilizaba en mayor concentración, como por ejemplo, los "can-can" que llevaban las mujeres debajo de las faldas para dar volumen.
4.-Forro o prenda de vestido que se coloca debajo de una tela para que por ella se transparente

Bibliografía mínima.

1.-AHMM. Archivo vertical. Manzanillo/ Panorama histórico. Expediente 6, Folio 32, Legajo P1, 1900.
2.-AHMM. Archivo vertical. Manzanillo/ Panorama histórico. Expediente 7, Folio 20, Legajo P1, 1901.
3.-AHMM. Archivo vertical. Manzanillo/ Panorama histórico. Expediente 8, Folio 49, Legajo P1, 1906.
4.-AHMM. Estampas costumbristas o chismes aldeanos de Manzanillo de 1910–1930, Fondo Personal de José Luis Vale. 40 libretas. Inédito.
5.-AHMM. Enciclopedia Manzanillo. http://www.enciclopedia-manzanillo.cu.
6.-AHMM. Periódico La Tribuna, 1917, Manzanillo.
7.-AHMM. Periódico La Tribuna, 23 de marzo de 1901, año cuarto, No 48, tercera época, Manzanillo.
8.-AHMM. Periódico El Debate, 29 de junio de 1915.
9.-AHMM. Periódico El Radical, 20 de noviembre de 1907
10.-AHMM. Periódico El Fuete, 8 de octubre de 1912, año I No 5
11.-AHMM. Periódico Baraguá, año II, No 188, 13 de febrero de 1917.
12.-AHMM. Escala Fernández, Carlos Rodolfo. Teatro Manzanillo. Un drama en tres actos (1856-2007). Editorial Orto, Manzanillo, 2009.
13.-AHMM. Sánchez Quesada, Epifanio. Memorias de un Manzanillero. Editorial Horacio Téllez, Manzanillo, 1956.
14.-AHMM. Tirado Avilés, Modesto. Efemérides de Manzanillo. S/a. Inédito
15.-AHMM. Peña Rodríguez, Liannys Lisbet. El séptimo arte en la ciudad del Golfo. Derrumbar el muro de silencio. Tesis de Diploma. Santiago de Cuba, 2012.
16.-AHMM. Orozco González, Delio Gabriel y Julio Joaquín Sánchez Chang. Manzanillo. La Perla del Guacanayabo. Ediciones Bayamo, 2002.
17.-AHPC. Archivos de Iglesia Parroquial "La Purísima Concepción de Manzanillo".
18.-CPCL Manuel Navarro Luna. Revista Orto, 1912, Editorial El Arte, Manzanillo.
19.-CPCL Manuel Navarro Luna. Revista Orto, 5 de diciembre de 1915, Editorial El Arte,  Manzanillo, 1915.
20.-CPCL Manuel Navarro Luna. Revista Orto, 19 mayo 1912, Editorial El Arte,  Manzanillo.
21.-CPCL manuel Navarro Luna. Revista Orto, 29 de octubre de 1916, Editorial El Arte, Manzanillo.

22.-Heller, Agnes. Sociología de la Vida Cotidiana. Ediciones Península, Segunda Edición, Barcelona, España, 1987.
23.-Heller, Agnes. Historia y Vida cotidiana. Aportaciones a la Sociología Socialista. Ediciones Grijalbo, Barcelona, España, 1972.
24.-López Rodríguez, Joel. El desarrollo de la identidad cultural en estudiantes de preuniversitario. Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas. Holguín, 2009.
25.-Méndez Capote, René. Memorias de una cubanita que nació con el siglo, Editorial Pueblo y Educación, 1990.



Creado: Viérnes 04 de Julio de 2014