Sandra Sariego Frómeta.
Estudio que inventaría los moluscos terrestres que, identificados, habitan en la actual municipalidad manzanillera.
INTRODUCCIÓN:
Las publicaciones sobre comunidades de moluscos terrestres de Cuba son escasas (Pérez et al., 1996). En general, los moluscos terrestres constituyen un grupo poco estudiado en los bosques tropicales (Winter y Gittenberger, 1998) y aunque su riqueza de especies tiende a ser alta, resulta difícil de describir a causa de la baja densidad poblacional y del tamaño pequeño de sus conchas (Emberton et al., 1996). Como consecuencia, sus patrones de diversidad y endemismo son poco conocidos (Emberton et al., 1997). Además, el declive que está teniendo lugar en las poblaciones de moluscos terrestres del mundo (Lydeard et al., 2004) demanda estudios básicos orientados al conocimiento de la composición, estructura y funcionamiento de sus comunidades, sobre cuyas bases desarrollar planes de manejos orientados a su protección y conservación.
A principios del pasado siglo nuestro país fue llamado "el paraíso de los caracoles terrestres" por el eminente malacólogo norteamericano Pilsbry (Espinosa et al., 2009). En 1938 Torre y Bartsch expusieron que "en todo el mundo no hay un lugar de área equivalente que tenga tan grande número de especies y razas de moluscos terrestres como la isla de Cuba. Esta es un verdadero paraíso para los amantes de los moluscos, no sólo porque encontramos preponderancia numérica sino también belleza de trazado y coloración que rivalizan con las de las faunas de Filipinas y Hawai".
Desde los días de Humboldt y Bonpland los moluscos cubanos han recibido la atención de muchos naturalistas, difícilmente listables por su número, entre los que están los foráneos Morelet, de la Sagra, %u010F Orbigny, Pfeiffer, Gundlach, Gould, Henderson, Bartsch, Pilsbry, Clench, Abbott, Jacobson y Ortea, y los cubanos Arango, Poey, de la Torre, Aguayo, Sarasúa, Jaume, Fernández Milera y Espinosa.
Según Presas en su artículo "La Historia Natural en Cuba" publicado por Poey en el Repertorio Físico – Natural de la Isla de Cuba (1865-1866), hasta que en 1839 el naturalista alemán Luis Pfeiffer lo hiciera, ningún autor había tratado en particular a los moluscos cubanos.
De lo expuesto por Pfeiffer (1858) se desprende que para los estudios malacológicos, y zoológicos en general, del territorio granmense, el año 1857 pudiera definirse como el "año cero" o año de partida pues entonces lo visitó y "trabajó", por primera vez, el incansable explorador (radicado en Cuba desde 1839) Juan Cristóbal Gundlach, que descubrió la mayor parte de las especies terrestres que hoy se consideran endémicas de Granma.
Desde entonces los moluscos granmenses o de áreas granmenses han sido colectados y/o listados, entre otros, por: Arango (1865), Arango (1878-1880), Torre y Bartsch (1938,1942), Jaume (1943), Aguayo (1950), Aguayo y Jaume (1947-1952), Fernández y Martínez (1987), O. Sariego et al. (1989), Alvarez y Cordero (1993), Milera et al. (1994), Moreno (1994), Carpio y López (1995), Espinosa y Ortea (1999), S. Sariego (2007), Maceira (2001, 2003, 2004, 2005), Sariego y Sariego (2009) y Maceira y Batista (2010), según se desprende de la revisión bibliográfica, pero nunca se ha abordado el estudio integral, ex profeso, de la fauna de moluscos de esta provincia ni del status de conservación de sus unidades taxonómicas.
Entre los diversos problemas que debe enfrentar la conservación de los moluscos terrestres de Cuba, se ha señalado en primer lugar la destrucción de sus hábitats (Alfonso y Berovides, 1983; Berovides y Gerhartz, 2007; Espinosa et al., 2009).
El nivel de conocimientos sobre los moluscos terrestres cubanos es aún insuficiente y la información existente permanece dispersa y desactualizada (Espinosa et al., 1994; Espinosa y Ortea, 1999).
En el catálogo de Espinosa y Ortea (1999), como ellos mismos señalan, hay ubicaciones inexactas de especies y subespecies en el archipiélago en general dadas por manejo de toponimias antiguas y diferencias entre las divisiones político-administrativas que han existido en Cuba. Estos autores indican también la necesidad de evaluar el estado actual de las poblaciones de algunas especies de moluscos terrestres muy microlocalizadas, habitantes en localidades de interés para el desarrollo de actividades económicas y el manejo de recursos naturales. Exponen además que "corresponde a los investigadores locales realizar las averiguaciones necesarias para esclarecer estas imprecisiones". Espinosa et al. (2009) reiteran la necesidad de actualizar los inventarios con esfuerzos locales mancomunados. Ya Sarasúa (1944) había recomendado que se "dieran a conocer listas locales, que comprendan regiones limitadas, como una ciudad, o una provincia" mientras que Aguayo (1944) había dicho que: "Para el malacólogo explorador la confección de listas regionales de una loma, un valle, un río, una localidad importante cualquiera es de fácil realización, y el dar a conocer sus resultados no es tan sólo una conveniencia sino una obligación para el desarrollo de nuestra ciencia".
En el "Estudio nacional de biodiversidad" (Vales et al., 1995) se atribuyen al archipiélago cubano 1 405 especies de moluscos terrestres de los cuales el 94,07 son endémicas (es decir 1 350 especies son endemismos cubanos). En 1999, Espinosa y Ortea expusieron, después de una extensa revisión, que eran 1 299 especies, de un total de 1 405 reportes pues las 106 restantes eran sinónimos o nombres no válidos. También precisaron que se conocían 2 139 subespecies, 158 géneros y 32 familias. Espinosa et al. (2009), considerando los últimos aportes, aclaran que son 1 387 las especies de moluscos terrestres cubanos y que su endemismo alcanza poco más del 95 %.
Vales et al. (1995) opinaron que la mayoría de las especies cubanas de moluscos terrestres eran consideradas especies amenazadas por su microlocalización y poca movilidad y que todas debían estar en la categoría conservacionista de Vulnerable (VU), de acuerdo con UICN (1994) mientras se concluyera la lista general de las especies de moluscos terrestres amenazadas que estaba en elaboración.
Según la última actualización de las Categorías de Amenaza para la fauna cubana (CeNBio, 2009) en Cuba hay:
-8 especies de moluscos “en peligro crítico” (CR), de las que están representadas en Granma Liguus vittatus y Polymita venusta (según Espinosa y Ortea,1999 y Maceira, 2001)
-1 especie “en peligro” (EN), Liguus fasciatus, representada en Granma (según Espinosa y Ortea,1999 y Maceira, 2001), y
-118 especies y subespecies “vulnerables” (VU), de las que se pueden atribuir a Granma Alcadia concinna, Alcadia gonostoma, Ceratodiscus minimus, Cochlodinella victoris, Emoda bayamensis, Glyptemoda torrei, Obeliscus clavus flavus, Troschelviana continua y Zachrysis lamellicostata (según Maceira, 2001; Maceira et al., 2005 y Maceira y Batista, 2010 ).
Un estudio preliminar (O. Sariego, 1993) atribuyó a la malacofauna granmense 121 especies o subespecies de las que el 85 % son endemismos cubanos, el 40 % son arborícolas o fitófilas y poco más de 30 unidades se ubican con inexactitud en la literatura malacológica. Una revisión del catálogo de Espinosa y Ortea (1999) permite observar la atribución a territorio granmense de 127 especies y 44 subespecies, de 60 géneros y 28 familias; totalizan 146 especies y subespecies endémicas y 25 especies y subespecies no endémicas de las que 46 taxones (39 especies y 7 subespecies) son de dudosa presencia y necesitan de comprobación según la opinión de los autores de este artículo.
De la provincia de Granma se han citado con frecuencia en la literatura malacológica consultada algunos toponímicos como Cabo Cruz, Cafetal Buenavista (Buey Arriba), Bayamo y Manzanillo.
Este último resulta interesante pues las alusiones hechas a Manzanillo en el siglo pasado no pueden ubicarse con exactitud pues, este nombre se ha dado a la ciudad y municipio actuales y a las antiguas jurisdicción y región, cuyas extensiones y límites evidentemente no son los mismos. Las confusiones que se producen por tal razón justifican de por sí el trabajo que se presenta aunque no se obvian las importancias conservacionista, económica y médica que cualquier inventarización malacológica presenta.
Las primeras menciones de especies registradas en Manzanillo deben ser las que Pfeiffer hiciera en 1857, en el cuarto volumen de Malakozoologische Blätter, atribuyendo la autoría de las especies a Gundlach. Las menciones posteriores las efectuó Arango en su "Nuevo Catálogo de los moluscos terrestres y fluviales de la Isla de Cuba" (1865-1866) y posteriormente en "Contribución a la fauna malacológica cubana" (1878) haciendo referencia a las colectas de Gundlach que visitó este territorio en 1857, 1884-1885 y 1887-1888 (Ramsden, 1918). Con sus trabajos se inicia prácticamente la relación o "inventarización" de las especies de moluscos terrestres de Manzanillo.
MATERIALES Y MÉTODOS:
El municipio de Manzanillo se localiza en la franja suroeste de la zona oriental del país, a orillas del Golfo de Guacanayabo. Tiene una extensión superficial de 542,5 km². El relieve es mayormente llano aunque la ciudad está bordeada por alturas calizas de hasta 80 m.s.n.m. y el extremo sur del territorio municipal se adentra en la precordillera de la Sierra Maestra. Según el Nuevo Atlas Nacional de Cuba (1989) a principios del siglo XVI debió tener 6 tipos de formaciones vegetales: bosque de mangles, bosque siempreverde micrófilo costero y subcostero (monte seco), complejo de vegetación de costa rocosa, bosque semideciduo mesófilo con humedad fluctuante y bosque semideciduo mesófilo típico, pero en la actualidad sólo tiene bosque de mangles y vegetación cultural (cultivos agrícolas y plantaciones forestales con focos de pastos y vegetación secundaria o pastos con focos de cultivos, sabanas naturales y vegetación secundaria).
Se revisó la bibliografia al alcance del autor y se colectó en 50 sitios, distintos y representativos, escogidos convenientemente.
Se dirigió la búsqueda hacia conchas y ejemplares vivos de ambiente terrestre aunque no se desecharon las conchas vacías. Se colectaron todos aquellos ejemplares que habitan bajo piedras u hojarasca, en el suelo, adheridos a cualquier objeto, etc.
Los ejemplares vivos fueron sumergidos en agua para su muerte y descomposición, y fue extraída la masa visceral con cualquier objeto que posibilitase esta actividad sin dañar las conchas. Estas fueron lavadas, igual que la conchas viejas o vacías, secadas y guardadas en sus respectivos sobres con una etiqueta adecuada.
Los dibujos ampliados se hicieron utilizando estereoscopios y papel milimetrado.
La determinación taxonómica se efectuó preliminarmente por comparación y la definitiva, en el Instituto de Ecología y Sistemática.
Utilizando los caracteres distintivos de las especies se elaboró la clave dicotómica que se presenta.
RESULTADO:
Clave para la identificación de los moluscos terrestres del municipio de Manzanillo.
1.A-Sin concha: Leydiula floridana
1.B-Con concha: 2
2.A-Forma de la concha alargada: 3
2.B-Forma de la concha NO alargada, sino más bien corta, redondeada y globosa: 14
3.A-Labio de la boca de la concha con una muesca u "orejita" en el lado externo: Gulella bicolor
3.B-Labio de la boca de la concha SIN muesca u "orejita" : 4
4.A-Concha de contorno fusiforme: 5
4.B-Concha de contorno cónico: 8
5.A-Concha con boca alargada cuya longitud es mayor que la mitad del largo de la concha, Última vuelta no separada. Ápice no truncado: 6
5.B-Concha con boca circular y con la última vuelta separada de las restantes. Ápice truncado: 7
6.A-Concha de brillo amarillo rojizo, subtransparente, con 6 vueltas, sutura submarginada. Longitud de 13 mm.: Oleacina solidula
6.B- Concha delgada, muy brillante, lisa, transparente, aspecto marrón amarillento o verdoso; 7-8 vueltas, sutura no marginada (sin margen o borde), o sólo muy tenuemente; labio exterior comprimido en el medio. Longitud de 29 a 37 mm.: Oleacina oleacea (= O. straminea)
7.A-Concha con nódulos huecos, formando pares, a que al desgastarse forman canales oblicuas respecto a la sutura: Idiostemma interrupta neyi
7.B-Concha con estrías oblicuas respecto a las suturas y que van de una sutura a otra: Cochlodinella manzanillensis
8.A-Ápice truncado o cortado; dientes sobre la sutura orientados hacia el ápice cortado: Chondropoma neglectum
8.B-Ápice NO truncado NI dientes como los descritos: 9
9.A-Concha grande, de ápice rosado, con color de fondo generalmente blanco y líneas verdes o pardas, o con manchas pardas en las vueltas intermedias: Liguus fasciatus achatinus
9.B-Concha pequeña y con otra coloración: 10
10.A-Concha de pocas vueltas (3) y abertura enorme comparada con el tamaño de la concha; la última vuelta del perístoma forma casi la totalidad de la abertura: Succinea ochracina
10.B-Concha con más de 3 vueltas y abertura proporcionada: 11
11.A-Concha con 5 láminas o dientes en la abertura (aunque alguna puede faltar): Vertigo ovata
11.B-Concha sin láminas o dientes en la abertura: 12
12.A-Vueltas con contorno casi plano; sin labio columelar reflejado ni columela truncada: Obeliscus homalogyrus
12.B-Vueltas con contorno redondeado o convexo; con labio columelar reflejado o columela truncada: 13
13.A-Columela oblicuamente truncada por debajo que da un contorno de forma característica a la boca, sin labio columelar reflejado y generalmente con huevos que se transparentan en la concha: Subulina octona
13.B-Sin truncadura columelar pero con labio columelar reflejado. Los huevos no se transparentan en la concha: Opeas sp.
14.A-Concha con margen exterior afilado: Caracolus sagemon
14.B-Margen exterior de la concha redondeado, sin filo: 15
15.A-Ombligo cubierto por un gran callosidad columelar que aparece como una "mancha" blanca, lisa y grande, en la base de la concha, que excede el contorno de la boca: 16
15.B-Sin la mancha antes descrita: 17
16.A-Concha pequeña (aprox. 8 mm de diámetro y 5,5 mm de altura) con una escotadura basal acompañada por un diente prominente cerca de la columela; coloración amarilla clara o amarilla anaranjada: Alcadia gonostoma
16.B-Concha de 15-21 mm de diámetro sin la escotadura y el diente antes citados; coloración pardo rojiza o verde olivácea: Emoda submarginata
17.A-Concha de color entero (el color es córneo en toda la superficie): 18
17.B-Concha coloreada con distintos tonos, líneas, fajas o manchitas: 21
18.A-Color córneo, pardo u oscuro; ombligo presente (aunque estrecho en Euclastaria); diámetro menor de 15 mm; perístoma simple y cortante, filoso: 19
18.B-Color córneo amarillento; sin ombligo; diámetro mayor de 15 mm; perístoma con borde redondeado en adultos: 20
19.A-Concha algo deprimida, con un diámetro máximo de unos 12 mm; las vueltas axialmente estriadas o acostilladas, el ombligo estrecho y más o menos cubierto con una expansión del lado columelar de la abertura, que tiene peristoma simple y cortante: Euclastaria euclasta
19.B-Concha muy pequeña, de apenas 2 mm de largo y 5 mm de diámetro máximo, delgada, de forma helicoidal deprimida y ampliamente umbilicada; vueltas adornadas por arriba por numerosas estrías axiales que en ocasiones tienden a formar costillitas irregulares; abertura redondeada, labio externo simple y cortante; ombligo ancho y profundo; ápice algo cenizo: Zonitoides arboreus
20.A-Tamaño grande (hasta 32 mm) con las costillas poco sobresalientes y en algunos casos coalesciendo algunas en la periferia; sin truncadura en el borde columelar: Zachryzia bayamensis
20.B-Tamaño pequeño (hasta 25 mm); costillas sobresalientes; exhibe una truncadura bastante constante en el borde columelar: Zachryzia provisoria
21.A-Concha de globosa a subglobosa y con vistosos colores (si no es vieja). Debe predominar en el fondo el olor verde olivo, amarillo o pardo y tener una o dos líneas o bandas de color blanco, rojo o pardo oscuro: Polymita venusta
21.B.-Concha subglobosa o globoso-deprimida y con colores apagados; blancuzco-amarillento, grisáceo o carmelitoso, predominando en el fondo (si no es vieja): 22
22.A-Con el labio oscurecido con color parduzco: Hemitrochus fuscolabiata
22.B-Con el labio no oscurecido: 23
23.A-Concha frágil, translúcida, circundada por bandas periféricas de color cuerno anaranjado y bordeadas de blanco: Praticolella griseola
23.B-Concha sólida, opaca, de coloración variable en la que predominan líneas, fajas o manchas carmelitas o marrones: Coryda alauda dennisoni
1A.-Leydiula floridana (vistas ventral y dorsal) 3A.-Gulella bicolor (vista oral y aboral)
6A.-Oleacina solidula (vistas oral y aboral) 6B.-Oleacina oleacea (vistas oral y aboral)
7A.-Idiostemma interrupta neyi (lateral y oral) 7B.-Cochlodinella manzanillensis (vistas aboral y oral)
8A.-Chondropoma neglectum (vista oral) 9A.-Liguus fasciatus achatinus (vista oral y aboral)
10A.-Succinea sp. (vistas oral y aboral) 11A.-Vertigo ovata (vista oral)
12A.-Obeliscus homalogyrus (oral y aboral) 13A.-Subulina octona (vista oral y aboral)
3B.-Opeas sp. (vistas oral y aboral) 14A.-Caracolus sagemon (vista oral y aboral)
16A.-Alcadia gonostoma
(dorsal ladeada, oral-lateral y oral-ventral) 16B.-Emoda submarginata (oral y aboral)
19A.-Euclastaria euclasta (vistas oral y aboral) 19B.-Zonitoides arboreus (dorsal, oral-ventral oral-lateral)
20B.-Zachrysia provisoria (vistas oral y aboral)
21A.-Polymita venusta (vista lateral) 22A.-Hemitrochus fuscolabiata (vista oral y aboral)
23A.-Praticolella griseola (vistas oral y aboral) 23B.-Coryda alauda “dennisoni” (vistas oral y aboral)
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