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De la ópera al danzón: la Sinfónica Nacional conmueve a los manzanilleros.

Autor(es):
Carlos Rodolfo Escala Fernández.

Sobre concierto de la orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro Manzanillo el 14 de enero de 2011.

Detener el flujo de la música sería como detener el tiempo mismo. Tal y como lo sentía y expresaba el compositor estadounidense Aaron Copland, así el tiempo de la pasada noche del viernes 14 de enero del 2011 voló entre notas y arpegios. La Orquesta Sinfónica Nacional y el guitarrista argentino Víctor Pellegrini ofrecieron al público manzanillero una velada mágica como parte de la gira nacional en homenaje al aniversario cincuenta de la creación de esta auténtica institución de la cultura cubana.

1689.jpgLos minutos iniciales fueron dedicados a la entrega de la medalla conmemorativa del cincuentenario de la Orquesta. Presentados por los locutores Yasmina Iglesias Nuevo y Orestes Ernesto, el director Enrique Pérez Mesa, impuso la distinción al propio teatro, en la persona de su directora Esperanza Martínez Llópiz, a Daldo Verdecia, en representación de nuestra centenaria Banda Municipal y al maestro Wilfredo "Pachi" Naranjo.

Luego, el programa de obras de los siglos XIX y XX, brillantemente dirigido por Dayana García Siverio, condujo al público a través de variadas latitudes musicales desde la vieja Europa hasta Cuba. Desde la orquestación romántica de Oberón, creada por Carl María von Weber para el histórico teatro londinense Convent Garden y estrenada poco antes de su muerte, la Sinfónica se hizo acreedora de repetidas salvas de aplausos. Pellegrini, por su parte, celebró su retorno a las tablas del Manzanillo con una interpretación magistral del Concierto de Aranjuez.

Carmen, la adaptación de Georges Bizet del libreto basado en la novela homónima de su compatriota Merimée también hizo las delicias de cuantos se congregaron hasta llenar el centenario coliseo de la calle Villuendas. La pasión desbordante de esta, que otrora inspiró una de las más famosas interpretaciones de nuestra Prima Ballerina Asoluta, cedió el espacio sonoro a una obra de ímpetu ibérico a pesar de ser fruto de la escuela nacionalista rusa: el Capricho español compuesto por Nikolai Rimsky-Korsakov en 1887. Este dio paso, luego de la entrega de un reconocimiento al Maestro Pérez Mesa, a la grandilocuencia y el colorido con los que hace sesenta años José Pablo Moncayo introdujo una típica danza, el Huapango, en los sagrados recintos de la llamada "música culta".

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Para culminar una velada que pareció alterar cualquier noción temporal una pieza de honda raigambre criolla mereció también el reconocimiento del respetable. La cubanidad del Danzón de Alejandro García Caturla trasciende las fronteras de nuestra cultura. Además, su ejecución constituyó a la vez homenaje por la celebración el próximo 7 de marzo del ciento cinco aniversario del natalicio de este "Rimbaud criollo", como lo llamó su amigo Alejo Carpentier en la sentida nota de duelo publicada tras el asesinato del juez oriundo de Remedios, discípulo de Nadia Boulanger -al igual que Copland, Elliot Carter, Darius Milhaud, entre otros de los más insignes pupilos de la maestra francesa-, y figura imprescindible de la música cubana.


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Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2013.