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Romárico Arjona Aguilera. Aspectos de mi vida.

Breve autobiografía de este decano de los pediatras manzanilleros.

Quiero a mi pueblo, mi pueblo me quiere, y me pide que haga un recuento sobre mi vida y me he decidido a hacerlo, agradeciendo de todo corazón ese interés en saber sobre mi persona. Soy hijo de Romárico y América, sastre y costurera respectivamente.

Nací aquí en Manzanillo, el 4 de diciembre de 1928, siendo parteada mi madre por la Dra. Rivero, madre del Comandante Manuel Fajardo Rivero, nuestro siempre bien recordado "Piti", mi amigo de siempre.

Asistí al Kindergarten, escuela primaria de varones, a la escuela primaria superior, terminé el 7mo grado y me presenté para entrar en el Instituto de Segunda Enseñanza de Manzanillo, terminando con el título de Bachiller en Ciencias.

Con gran esfuerzo de mis padres-en el sentido económico-me incorporo a cursar estudios en la Facultad de Medicina en la Universidad de La Habana,-única en Cuba en aquella época,termino mis estudios graduándome de Doctor en Medicina en el año 1954. En ese año resultamos graduados 348 compañeros, de los cuales 222 partieron a Estados Unidos de manera inmediata.

En aquella época, las personas que terminaban una carrera no tenían asignado trabajo por parte del gobierno, los puestos de trabajo estaban en mano de los políticos, representantes de los partidos, senadores y otros altos cargos sociales y políticos, estos eran asignados por conveniencia de cada uno de ellos.

A mí en lo personal no se me ocurrió marcharme de Cuba, era imposible hacerlo, reconociendo-reitero-el esfuerzo de mis padres para que estudira y concluyera mi carrera. Les proporcioné la satisfacción de verme trabajando en lo que me gradué, el agrado de que varias personas llegaran y le contaran lo bien que les atendí, lo bien que les fue tratado por un médico y persona, y tuve el orgullo además de asistirlos en todo momento e instantes de sus vidas, de ninguna manera podría marchar de Cuba y abandonarles y esa posición la he mantenido hasta hoy, muchas proposiciones e intentos de embullos he tenido para abandonar Cuba,pero yo me mantengo en ella y en mi querido Manzanillo.

Desde muy temprano, desde mis estudios de medicina, sentí preferencia por la atención a los niños, en aquella época en Cuba no estaba establecido el estuduo de las especialidades, pero luego de graduarme me mantuve en La Habana adisestrándome en el manejo de las atenciones a los niños con los profesores Arturo Avallí, Félix Urtado y Teodocio Valledor y es lo realicé por más de un año; al cabo de ese tiempo me llega la información  de que en Manzanillo estaba a punto de inaugurarse un despensario infantil de la Organización Nacional de Dispensarios Infantiles (ONDI) a iniciativa de la primera dama y esposa del dictador Fulgencio Batista , entonces opté por hacer algún contacto con ella en algunos de los lugares donde tuviera que asistir, hasta que al fin lo logré, en un recetario de los que se utilizaban en ese entonces le plasmé brevemente mi necesidad y mi deseo como manzanillero de trabajar en el dispensario, esta lo leyó y me aceptó. Fui el primer trabajador nombrado en la ONDI de mi pueblo, y fue allí donde me estrené como médico pediatra.

Me entregué de todo corazón a esta tarea tan sublime de atender niños, a los enfermos, a los sanos para evitar que se enfermaran.

En aquel dispenswario había una salita para ingreso de niños que lo requerían, tenía ocho camitas, y el reglamento establecía que el médico que ingresara un niño tenía que seguir evolucionándolo hasta su egreso. Mis compañeros de trabajo (los médicos), eran todos personas mayores que yo, y como yo estaba con el afán de la pediatría les propuse que yo me encargaría de la salita, quitándoles a ellos ese trabajo y me comprometí conmigo mismo a atender a aquellos niñitos, y los veía por la mañana, por la noche, los domingos, los días festivos. Por cierto que durante toda mi vida como médico he mantenido esa costumbre, la de ir a ver a los enfermos los domingos y los días festivos, teniendo la convicción de que jamás lo he dejado de hacer.

Insistiendo en mi devoción por los niños, en aquella época en el Hospital Caymari, que era un hospital general, tenía una sala de niños que la atendía el siempre bien recordado Dr. Ulises Estrada Oro. Llegué hasta él y le pedí permiso para ir y ver también a los niños que tenía ingresados, y me aceptó, y fue como comencé a trabajar en este hospital, desde luego, sin interés económico alguno, solo para atender a los niños sin solicitar ni querer ninguna remuneración. Cuando el Doctor Ulises, que era un verdadero comunista de aquella época, tuvo que irse de Manzanillo porque peligraba su vida, yo me mantuve en la sala trabajando con verdadera responsabilidad y entusiasmo, manteniendo el trabajo de la ONDI.

Llegó el año 1959 y con el triunfo de la revolución, regresó el Doctor Ulises Estrada y nos mantuvimos trabajando juntos. Asumió la dirección del hospital el siempre bien recordado Doctor René Ruiz Ayesterán, y transcurrido un tiempo en el año 1962 el hospital fue convertido en materno-infantil, con el Doctor Angel Escalante Fandiño como director.

De los pabellones que constituían el hospital, los de la parte de atrás se dedicaron a los niños, y los demás a las gestantes.

Ya en esta etapa empezaron a venir médicos de Santiago de Cuba y de La Habana a trabajar a Manzanillo, pues ya nosotros éramos insuficientes para cumplir a cabalidad la atención médica.

Y llegamos al año 1966 en que se convierte este hospital en Hospital Pediátrico Hermanos Cordovés, en recordación de dos hermanitos de la vecindad qwue fallecieron al ser alcanzados por balas que dispararon soldados de la tiranía que iban en persecusión de unos que estaban en contra del régimen que en aquel momento se perseguían por haber tirado arcallatas y otros objetos en la carretera para obstaculizar el tránsito.

Asumió la dirección Carlos Castañeda, pediatra de La Habana que estuvo varios años con nosotros.

El hospital se remozó, se hicieron varios pabellones donde se distribuyeron las distintas afecciones pediátricas y posteriormente fuimos visitados por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el que recorrió nuestro hospital y al mismo tiempo surigió que debíamos tener una sala de cuidados intensivos, y el mismo fue el que escogió el lugar, hoy tenemos esa sala en la que se han salvado tantas y tantas vidas infantiles.

Y yo aquí, si  se me pide hablar de mí, necesariamente tengo que hablar de mi hospital en el que llevo 58 años de mi existencia, atendiendo a los niños, queriendo a los niños, gustándome mi profesión todos los días más, convencido de todo el que ha llegado s mi buscando mi atención siempre la ha encontrado y sin mal gesto ni mala cara. Soy amigo de la humanidad. Estudié esta carrera y esta especialidad porque realmente me gusta día a día y me siento más complacido, más orgulloso de haberlo hecho.

En varias oportunidades he expresado que como médico las dos satisfacciones que tengo dentro de mi profesión son: uno, dar alta a un enfermito ya sanado; dos, el saludo de un niño o niña cuando me ven en la calle y que me gritan...!médico, Doctor Arjona...!, niños a los que he atendido llevándose mi recuerdo me hacen sentir verdaderamente bien, feliz, contento.

Por lo demás en el aspecto académico, interés científico, superación profesional, poseo documentos que consolidan esto:

-Título de Doctor en Medicina, expedido en La Habana, en el año 1954.
-Título de Socio Titular de la Sociedad Cubana de Pediatría en el año 1960.
-Sociedad Cubana de Pediatría: Miembro de Honor, noviembre 2008.
-De la Facultad de Ciencias Médicas, Reconocimiento por la condición de fundador, en el año 2003.
-Del Ministro de Salud Pública, Reconocimiento por los 50 años de graduado, en el año 2004.
-Del Hospital Celia Sánchez Manduley, Reconocimiento por ser profesor de profesorees, en el año 2005.
-Del Sindicato Provincial de Trabajadores de la Salud, Reconocimiento por haber mantenido una actitud digna por más de 50 años, en el 2005.

Además de estos, son numerosos los certificados, reconocimientos y participaciones en relación con los distintos eventos científicos a los que he asistido, puesto que a pesar de estar ejerciendo en Manzanillo, tradicionalmente he acudido a la mayor parte de las actividades que se han programado relacionados con la pediatría.

Ahora, ante esta fecha magnífica del 10 de octubre. Coincidiendo con los 100 años de haberse fundado este honroso hospital de nuestro pueblo, y próximo a cumplir mis 84 años de edad, 58 de ellos dedicados por entero a trabajar en esta magnífica institución, he tomado la decisión de jubilarme, considerando que he cumplido con todo mi cotazón mi trabajo aquí, y mi devoción a mi pueblo.

Septiembre de 2012.

Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2012.