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Los órganos.

Autor(es):
Carlos Borbolla Téllez +

Remembranzas personales sobre la historia de los órganos contada por uno de sus cultores más distinguidos, Carlos Borbolla Téllez.

La historia de los primeros órganos es algo confusa, así como la fecha exacta en que mi padre Don Francisco Borbolla García trajera el primero a Manzanillo, si yo hubiera sospechado la importancia histórica de estos hechos para nuestra ciudad, le hubiera solicitado mayor cantidad de datos por su rol principal en los mismos.

Antes de 1876 (esta es la fecha más remota que se conoce de que ya existían los órganos en Manzanillo) ya existía en nuestra ciudad un órgano de cilindro muy pequeño, de los que se pueden llevar delante del jinete en la montura, pudiendo ser su tamaño de unas 18x22x22 pulgadas, el cual fuera propiedad de Don Santiago Fornaris, cuya familia con el transcurso de los años fuera a la par de los Borbolla en el negocio de los órganos de baile, estableciéndose una pugna fraternal en dicho comercio al comprobarse las ganancias que procedía el alquiler de los mismos.

Don Francisco Borbolla García, asturiano radicado en Manzanillo, comenzó sus negocios con un tren de lavado que contaba con 10 o 15 lavanderas, el cual hubo de vender para en unión de su hermano Celedonio, adquirir la tienda de ropas "La Francia", la cual venden también con el tiempo y a instancias de un vecino de la tienda nombrado Bruchini; Don Pancho se hace vendedor ambulante de prendas, hasta que en 1895 funda la joyería Borbolla "El Cofre de Oro", pero bueno, esto es tema para otra Estampa manzanillera.

Don Pancho Borbolla que era muy amigo de bailar los fines de semana junto a los amigos, se encuentra en uno de esos "guateques" con un Contramaestre de la línea de vapores de cabotaje "Menéndez", los cuales semanalmente efectuaban el cabotaje por toda la costa Sur desde Batabanó hasta Santiago de Cuba, con escala en Manzanillo tanto a la ida como a la vuelta. dicho Contramaestre le cuenta a Don Pancho de la existencia en Palmira (un insignificante pueblecito de Cienfuegos), de ciertos organillos de pequeño tamaño fabricados en Francia, los cuales eran propiedad de los señores Rafael Hidalgo y Galletano Panza (estos serían los futuros suministradores de organillos a Don Pancho), estos organillos estaban compuestos por un cilindro con centenares de "puntillas" insertadas en la superficie y que accionaban las llamadas "teclas" del mecanismo que producía la música con la cual se bailaba.

Interesado Don Pancho, solicita la ayuda del Contramaestre para adquirir uno de estos organillos cuyo valor era de $ 300.00, para su disfrute particular.

Así pues, al llegar a Manzanillo este primer organillo, el cual fuera bautizado con el nombre de "Las Dos Banderas" en recuerdo a la Madre Patria de Don Pancho, España y a su patria adoptiva Cuba. El mismo resultó todo un éxito entre sus amigos de "bailoteo", por lo que vislumbrando un negocio seguro y fructífero con su alquiler, comienza a adquirir todos los existentes en Cienfuegos, así llegarían a Manzanillo "El Gloria de Cuba" y "El Isla de Cuba" entre otros muchos.

Sería interesante conocer el motivo de la existencia en la Parla del Sur de esta gran cantidad de organillos, aunque supongo que como la gran mayoría de los fundadores de Cienfuegos en 1819 eran franceses, ese fuera el motivo de la existencia de los mismos, ya que en Francia existía el órgano de cilindro de Barbierí, su inventor italiano del siglo XVIII, el cual era usado en la República Francesa desde mediados del siglo XIX, esta conjetura es debida a que todos los órganos comprados en Cienfuegos y traídos a Manzanillo, eran de fabricación francesa.

Este tipo de organillo gustó mucho, y tenía como ventaja para los bailes de pocas parejas, los mínimos recursos que exigía, su fácil manipulación y lo económico de su alquiler que evitaba el tener que contratar a una de las dos orquestas existentes en la villa (bastante buenas por cierto), integradas por dos clarinetes, violín, contrabajo, figle, bombardino y trombón; siendo después de 1890 en que con la gran boga del Danzón, se le intercalan los timbales y el güiro, según el formato matancero. Estas dos orquestas como es lógico, en determinadas fechas festivas del año, no daban abasto, ni tampoco en los sábados días de fiesta, lo que explica claramente el auge que adquiere el órgano a pesar de su estridencia y agudo sonido.

Las piezas que se ejecutaban en esos finales del siglo pasado, eran las de figuras o cuadros, los lanceros, rigodones, valses, contradanzas lentas o vivas y algunas habaneras y danzones.

Los órganos de cilindro no tenían su repertorio igual al de las orquestas, ya que las piezas no tenían un largo desarrollo composicional, aunque si se podía repetir la porción grabada indefinidamente, dicha grabación se hacía sobre un cilindro. Don Pancho trajo de Cienfuegos a un "experto", al hijo de Rafael Hidalgo, "Rafelito", el cual había aprendido en Francia a confeccionar los cilindros; "Rafelito" vivió en casa de los Borbolla, donde contaba con un taller de reparaciones, pero con el tiempo Don Pancho tuvo que quitárselo de encima por sus constantes borracheras.

Cuando en Cienfuegos se agotó la existencia de estos organillos, Don Pancho procedió a comprarlos directamente en Francia, a sus fabricantes en Mirecourt (Poirot y Limonaire), cuyos nombres y direcciones venían en los organillos.

Con el tiempo y ante el éxito de su acogida por la población, así como la competencia establecida entre los Borbolla y los Fornaris, el primero empezó a adquirir otros de mayor tamaño y de mayor precio (unos $400.00 en adelante). Ya estos órganos había que cargarlos con angarillas, por medio de fuertes barras de esa maravillosa "Majagua", tan flexible e irrompible. Sus pesos oscilaban entre las 300 y 400 libras, con un apreciable tamaño de 52x24x48. Ya en 1888 existían en Manzanillo 6 órganos propiedad de Borbolla y Fornaris.

El número de negociantes en órganos aumenta en Manzanillo al ingresar en el negocio los señores Antonio Villamil, Juan Arteaga y Salvador Antúnez, los cuales, al cabo del tiempo hubieron de renunciar ante la supremacía de los dos primeros fundadores del negocio: Fornaris y Borbolla.

En 1900, Don Pancho realiza un viaje a Francia y allí en la Exposición Internacional de París, visita el Pabellón donde la fábrica Limonaire Freres, exhibía sus flamantes Organos con piezas de cartón calado y cuyo sistema sustituía ventajosamente a los de cilindro, ya que eran más prácticos pues disponían de mayor cantidad de piezas, su manipulación era más fácil, poseía unos 300 pitos dentro de la caja del órgano, lo que le daba una sonoridad más grata sobre la estridente de los anteriores que tenían solamente unos 40 pitos. Rápidamente, en esta exposición, Don Pancho adquiere uno de 49 teclas así como buen número de piezas.

Inmediatamente y alrededor de 1906, Don Pancho envía a Francia a su hijo mayor (Francisco Borbolla, luego conocido como Pancho Borbolla), a pasar cuatro años en Minecourt y París en la fábrica Limonaire, donde el mismo aprende el oficio de constructor de órganos y a "marcar" las piezas de cartón para estos.

Los obsoletos organillos de cilindro, Don Pancho comienza a venderlos a lugares remotos de la serranía oriental y para la zona del norte de Oriente, principalmente la ciudad de Holguín, a precios ventajosos para él, de esta forma la música del Organo se va extendiendo por toda la provincia oriental, pero siempre constituyendo una tradición de Manzanillo.

Estos nuevos órganos, más grandes, ya había que cargarlos en carretillas de 2 ó 4 ruedas pues su peso sobrepasaba las 600 libras y su tamaño era de 70 de frente, 67 de alto y 30 de fondo. Estas medidas no podían ser mayores, ya que de lo contrario no podían pasar por las puertas de los vagones de carga del expreso por ferrocarril, además, había que contar con el pequeño tamaño de las saletas de las casas donde se alquilaban para dar bailes semanales.

Con el órgano se realizaban bailes en el Barrio de El Manglar para el disfrute de los pescadores humildes, además se celebraban los famosos Bailes de La Loma y con el transcurso del tiempo ascienden otros peldaños hasta  las Salas de las Sociedades existentes en la época, las cuales anualmente ofrecían un Baile Guajiro.

Al regreso del hijo mayor de Don Pancho de Francia en 1910, luego de terminar sus estudios, este procede a construir en 1920, tres grandes órganos de 60, 76 y 90 teclas; el primero llamado La Música, era originalmente de cilindro, pero el lo hizo de cartón y le aumentó la cantidad de pitos; La Orquesta que conservó justa fama hasta nuestros días, y el tercero El Gran Organo.

Con Francisco aprendimos el oficio, nuestro hermano Joaquín y el autor de estas Estampas, el cual, en los años de 1934 al 48, hubo de construir siete órganos de alta capacidad sonora y que tenían cerca de 400 pitos, eran los nombrados "Rumbas" que poseían 12 registros lo que facilitaba una amplia cantidad de sonoridades, además de crear piezas como El Jorocón que es casi un símbolo inconfundible del Organo Manzanillero.

Dentro de esta historia de los Organos, no podemos dejar de destacar la importante participación de Santiago Fornaris, por ser dentro del negocio un incansable impulsor de esta modalidad; no llegó a alcanzar la importancia comercial que logró Don Pancho Borbolla, pero es justo reconocer que mucho hizo por el culto al Baile de Organos.

Todos los mencionados grandes órganos, eran verdaderos instrumentos que hacían las delicias de los fanáticos del Baile de Organos y que a pesar de inclinarse a uno u otro Organo, en resumidas cuentas bailaban con cualquiera. A los organistas que manipulaban los órganos, se les llamaba Directores y se acompañaban con músicos de percusión que tocaban el güiro, el bongó y los timbales.

Cada vez que a Manzanillo llegaba un Organo, se le bautizaba derramando un poco de ron sobre la "caja secreta" (lugar donde se produce la compresión de aire mediante numerosos fuelles), y se le ponía de inmediato un nombre por el cual sería conocido.

Otro gran impulsor del baile de órgano dentro de la familia Fornaris, seria Joaquín Fornaris, sobrino de Don Santiago, el cual en 1926 formó parte del grupo que llevara el órgano manzanillero por primera vez a La Habana, recreando a los capitalinos con sus melodías durante varias semanas en el Cabaret "Verbena" en el reparto Almendares, y luego en 1943 otra gira por la capital que incluyó trasmisiones por la Radioemisora "Mil Diez" que fuera la primera difusión radial de la música de órgano a nivel nacional.

Al principio el órgano era rechazado por la sociedad, y para combatir este rechazo, el mismo era colocado en la calle frente al edificio de la "Jay" manzanillera e inmediatamente se le hacía un coro con las personas más humildes de la población que comenzaban a bailar a sus acordes musicales, otra forma de combatir este rechazo era paseando por las calles cada nuevo órgano que arribaba a la ciudad, lo cual constituía todo un acontecimiento.

Sobre los órganos y los organistas existen muchas anécdotas como las que les voy a contar:

En una ocasión el negocio de Don Pancho por poco quiebra, ya que envió a una fiesta en Campechuela un órgano de su propiedad nombrado "El Angelito" y en dicha fiesta se produce una tragedia cuando un individuo muere a manos de su propio hermano al negarle a éste un cedazo con su compañera de baile. Este hecho originó que se creara una sombra de superstición pueblerina alrededor de "El Angelito" y que nadie quisiera bailar con él, por lo que Don Pancho tuvo que proceder a su venta.

Sobre los organistas tenemos el caso de uno de ellos "Candén", que un día que se sintió mal, realizó una petición para cuando falleciera, la cual fue cumplida al pie de la letra; en su "funeral" todos los organistas echaban sobre su ataúd un chorrito de ron y luego bebían ellos, además, al desfilar el cortejo que nada tenía de fúnebre, le acompañaba el órgano tocando su pieza preferida: "Se va el caimán, se va para Baranquilla", de esta forma se cumplió su última voluntad.

El órgano manzanillero llevó su música a todas las localidades urbanas y rurales desde Santa Cruz hasta Pilón, así como inundó de melodías todos los pueblecitos de la Gran Cuenca del río Cauto a bordo del vapor fluvial "El Valeda", que hacía su trayectoria desde Manzanillo hasta Río Cauto, Cauto Embarcadero y Guamo, pero la historia de este vapor es material para otra estampa manzanillera.

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Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.