donde nadie canta dulces barcarolas,
jamás se te ha visto mover irascible
tus olas... Qué mansas, ¡oh!, mar, son tus olas!
Vives una vida pobre y resignada
dices tus rumores como con sordina...
De las tempestades tú no sabes nada!
Vives una vida vulgar y anodina!...
Tú nunca has tenido bravura de lobos...
Diríase que duermes bajo el algarrobo...
Y con ese aire, modesto y sencillo,
que te da indolencia de Dios y de humano,
cómo te pareces, mar de Manzanillo,
a la mansedumbre del manzanillano!
Angel Cañete. 1926
Fuente: El Eco de Manzanillo. Enero de 1951.
Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.