Breve estudio sobre el poemario En la Arena, del bardo puertorriqueño Francisco Gonzalo Marín, publicado por la imprenta El Arte.
Cuando se escriba la historia de Cuba, necesariamente tendrá que hablarse de Puerto Rico, pero cuando se hable de esta otra patria chica que llega a ser el pueblo donde nacemos, en este caso Manzanillo, obligatoriamente habrá que hacer alusión a los poetas, a los luchadores, a los mártires puertorriqueños.
Unidas por una misma lengua, marcadas por un mismo dolor, fundidas por un mismo ideal, se entrelazan las historias de ambas patrias y con ellas la cultura. De ahí que este trabajo deviene intento de aproximación a la obra del poeta mártir puertorriqueño: Francisco Gonzalo Marín.
Marín nace en Arecibo, población ribereña del norte de Puerto Rico. Allí, en Ponce y posteriormente en Nueva York publicó su periódico: "El Postillón", a través del cual supo esgrimir la pluma como arma de combate. Desde las columnas de esta publicación arremetió contra los explotadores y contra los que oprimían su patria. Perseguido por los esbirros españoles peregrinó por Santo Domingo, Haití, Venezuela, Jamaica y finalmente Los Estados Unidos de América.
Después de vagar por tierras extranjeras decide venir a Cuba, antes lo había hecho su hermano: Wenceslao Marín, quien llegó a tierras cubanas en la expedición que trajo a Carlos Manuel de Céspedes. Luchó junto a José Maceo y murió ostentando el grado de Teniente. Posteriormente llegaba a las costas el cantor de estos versos.
La primera edición de poesía del autor se imprime en Nueva York, en 1892. Allí, en aquella ciudad del norte brutal y revuelto se encontraba también con el señor Don Modesto Tirado Avilés. De este modo, en el invierno de 1897 entrega Tirado, a la prensa, la obra del paladín puertorriqueño para que la posteridad impidiera se esfumara su producción poética.
Pero… ¿quién es el poeta que se ocultaba tras los versos?, ¿qué pretextos le impulsan a escribir ya en la arena de nuestra patria? Marín es el hombre desterrado, sin libertad, sin dicha, en fin un paladín del combate, prácticamente un desterrado que busca en el pueblo cubano los motivos necesarios para luchar por su tierra.
En la Arena, es el libro de poesía de este autor impreso por la imprenta "El Arte", en la ciudad de Manzanillo, en el año 1944. Está dividido en tres partes: "En la Arena" (primera parte, que además es el título del ejemplar), "Romances" y "Emilia". Por otro lado, el prólogo está escrito por el Comandante Modesto Tirado Avilés y por José Rosabal Rosales.
La parte inicial está integrada por quince composiciones estróficas; constituye además un canto político social y patriótico a Puerto Rico, a Cuba y a los próceres de la independencia cubana como Máximo Gómez y Martí. Otros temas escogidos como referentes por el autor son: La esperanza (aunque trabajada desde una óptica pesimista, jamás se pierde en divagaciones pues procesa).
Para mí fugitivo de una tierra que dicen que es mi patria donde el tirano sin razón oprime y sin protesta manda (…)
Para mi la esperanza no ha existido o es ¡vive Dios! Una deidad fantástica.
En estos metros, percibe el lector la queja dolorosa de un ser humano, la frustración de un ideal. Tras recursos literarios como (la ironía) se suscitan disímiles las ideas, la angustia, el destierro, el desarraigo, en fin la pérdida de la fe ante la presencia del tirano.
También en textos como "Vida pública" se hace alusión a muchos sentimientos negativos como: la envidia, la mezquindad y la calumnia; son antivalores que acechan siempre al sujeto lírico, como sombras oteando en la oscuridad, desafiando a la virtud, calumniando la nobleza y el altruismo de los grandes espíritus, como el de Marín, que entregan todo a cambio del bien de la humanidad.
Tampoco podrá faltar el tema del amor a la mujer, máxime si se trata de una cubana. De ahí que el poema "La princesa pálida" devenga un canto de pasión por la persona amada, en el que la naturaleza se hace cómplice con el desasosiego experimentado por el sujeto lírico.
En otras ocasiones el lenguaje, sin dejar de ser poético, se torna coloquial, así en obras como "A mi padre", el poeta interpela a la figura paterna, la interroga cuando expresa: ¿Por qué me diste un nombre y no una patria? Es un ser infeliz y la razón es una: vivir sin ser libre en su propio país.
En el resto de los textos que conforman esta primera parte, umbral y preludio de los que será el resto de su obra poética, la voz del autor se alza desde lo recóndito del verso contra los tiranos. El deber moral se sobrepone a las súplicas; desoye los ruegos y viene a la arena de Cuba a luchar.
Será preciso detenernos y acendrar las ideas desde el plano cognoscitivo para descubrir, tras cada recurso literario empleado en estos versos, la senda trazada por el autor y que constituye la esencia misma de su poesía: la lucha. En cuanto al medio, refleja el escenario cubano pero sin olvidar el suelo natal.
En lo concerniente a la segunda parte del libro titulado "Romances", son textos que integran además su primer ejemplar de poesía editadas también en tierras extranjeras. Hay en esta parte de su obra completa un canto a su pueblo querido, una evocación a las personas amadas que ha dejado atrás. Ahora el poeta se declara un proscrito, un expatriado, un mendigo infeliz.
El dolor y la desesperación alcanzan aquí una dimensión trascendente. El rencor, el odio y el desasosiego resulta una simbiosis, en la que el lirismo desemboca en un desencanto radical y profundo. Cuanto más se siente identificado con su tierra, más se hace partícipe de la frustración. Paradójicamente se compara con el que parte herido de muerte, pero con la certeza tácita de haber expulsado al opresor; aún de esta manera es él quien se sabe en desventaja.
Sin embargo, lo singular y peculiar del verso libre y la asociación en los versos de Marín, es la manera en que están dichas las cosas: la metáfora viva, el epíteto suspicaz y las certeras imágenes, tal y como expresa el poeta a través de esta últimas:
Yo te besé con besos de mi alma (imagen y personificación)
Verso este en el que se aprecia lo sensual y sugerente de su pasión, de su poesía, como una característica que prevalece siempre.
En lo concerniente a la manera de decir las cosas, el autor no es fiel a una línea consecutiva y única; trabaja indistintamente la rima consonante, asonante o hasta el versolibrismo. Tampoco se apega aun tipo de metro, utiliza lo mismo versos de arte menor que mayor. En cuanto al tipo de estrofa, aunque combina el uso de sonetos, octavas y silvas, se aprecia un predominio de la estrofa de cuatro versos.
En cuanto a la última parte de su obra titulada: "Emilia", los textos que la integran se enmarcan, como toda su poesía en un romanticismo sin límites. Se trabajan referentes comunes y cotidianos: el amor, la familia, la pareja y los prejuicios sociales. También el tratamiento de lo místico, pese a su antitética posesión (de pérdida de fe anteriormente).
Otras temáticas en toda su producción poética son: la naturaleza que al igual que su patria deviene un símbolo, la alusión a figuras de la literatura grecolatina y el mar que lo empuja a partir de su país, lo rechaza, lo acoge, lo redime.
De manera general, se puede decir que la poética de este autor es una remembranza de sus penas, sus quejas, del medio que le tocó vivir. Si hubiese que encasillar su obra dentro de algún movimiento de seguro habría que hacerlo dentro de los cánones del romanticismo. La evasión, la espiritualidad, la agonía infinita obligatoriamente habría de resultar una reminiscencia de sus textos.
Sin embargo, lo que siempre habrá de resultar interesante es la sensibilidad utilizada para expresar su mundo interior, los valores morales de un hombre que renuncia a todo. La dialéctica de su poesía no está en los enunciados, ni en los motivos poéticos, sino en cómo lo dice.
En la Arena nos permitirá encontrar el rumbo de un poeta; el sesgo de la historia puertorriqueña y cubana. Aunque el yo utilizado por el sujeto lírico para autobiografiarse, no es cósmico si resulta la catarsis de muchos hombres.
No hay en las páginas de este ejemplar una sintaxis complicada, ni mucho menos un inusitado rebuscamiento en las estructuras formales. En cambio encuentra usted la insularidad, lo vernáculo, la dicotómica relación dialéctica entre categorías como lo moral y lo amoral, el ser/el deber ser, los valores/los antivalores, el yo individual con el yo cósmico. De cualquier manera, son versos que invitan a la lectura inteligente a hacernos acompañar detrás de cada palabra con la historia; a padecer en agónica lucha con los puertorriqueños de ayer y de hoy.
BIBLIOGRAFÍA
1.-Colectivo de autores. Temas de teoría de la literatura. Editorial Pueblo y Educación, la Habana, 1992.
2.-Gonzalo Marín, Francisco. En la Arena. Editorial El Arte, Manzanillo, 1944.
3.-García Alzala, Ernesto. Lengua y Literatura. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1992.
4.-Mañalich Suárez, Rosario y otros. Metodología de la enseñanza de la literatura.
5.-N. Rosental y P. Ludín. Diccionario Filosófico. Editorial Revolucionaria, Guantánamo, 1995.
Fecha de publicación en Encicloipedia Manzanillo: 2007.