Nació en la ciudad de Manzanillo el 9 de noviembre de 1906, hijo de una humilde familia. Hijo de Guillermo Rosales y Antonia Benítez. Su padre tonelero de oficio, veterano de la Guerra de Independencia no puede, como muchos otros veteranos, encontrar en la República una situación acorde con sus sacrificios por la patria, por lo que tiene que enviar a sus hijos desde temprano al trabajo. En consecuencia, Paquito, casi un niño en 1920 tiene que buscar trabajo encontrándolo en la Siempreviva, pero este no era sólo un taller donde se torcían tabacos, era más: un centro político-ideológico y marxista animado por su dueño Agustín Martín Veloz (Martinillo), cuyo nombre está enlazado a todas las luchas proletarias de la región y a la actividad del Partido Socialista en Manzanillo. Allí Paquito se inició en las luchas obreras, en el conocimiento del marxismo y en la acción por el socialismo. Paquito, primero como aprendiz y luego como operario, forma parte de las filas de la Sociedad de Torcedores y en 1928 o principios del 29 se inicia en una célula del Partido Comunista, dirigido nacionalmente en aquel entonces por Rubén Martínez Villena.
Casado con Caridad Cabrera, una mujer trabajadora y humildísima, tuvo cuatro hijos, tres hembras y un varón. A ese hogar no dejaron de circundarlos nunca la modestia, la sencillez y la humildad, aún cuando Paquito fue alcalde y luego Representante a la Cámara.
Paquito se convirtió en un estudioso del marxismo-leninismo, para lo cual le sirvió de gran estímulo su amigo Blas Roca. No le fue difícil llegar a ser un notable dirigente del proletariado y de la revolución por sus grandes cualidades personales: abnegación, firmeza de carácter, honradez y disciplina, unidas a una recia y limpia austeridad.
Organizador de la Federación Regional Obrera de Manzanillo, de la que fue su Secretario General, y más tarde Organizador en la ciudad del Partido Unión Revolucionaria-Comunista, que luego pasaría a llamarse Partido Socialista Popular; Paquito demostró una capacidad extraordinaria de dirigente siempre rodeado del amor de todos sus compañeros y de todo el pueblo.
En el año 1940 fue postulado para alcalde de Manzanillo y una gran mayoría de votos le dio el triunfo a pesar de los grandes esfuerzos de la reacción por impedirlo. Fue el primer alcalde comunista de Cuba y su período gubernativo una administración municipal honesta, inmaculada y fecunda.
Una de las primeras disposiciones de Paquito en su alcaldía fue la de fijar una gran pizarra a la entrada del municipio, para que el pueblo conociera todos los días, con las pormenorizaciones de rigor, cuáles eran los ingresos y egresos del mismo.
Durante la administración de Paquito Rosales se venció la concesión que el ayuntamiento de Manzanillo le había otorgado, de una manera escandalosa, a la Compañía Cubana de Electricidad para la explotación del acueducto de la ciudad. Esto constituía un gran negocio que naturalmente esa compañía no quería perder. Pero ahora, al frente de la alcaldía se encontraba un comunista al cual no se atrevieron ni siquiera a proponerle una prórroga como siempre lograban a través del soborno consistente en una suma de miles y miles de pesos. Así, el acueducto de Manzanillo pasó a manos del pueblo, el mismo que vería luego a ese alcalde, ya vencido su mandato, caminar por las calles manzanilleras tan pobre, tan modesto, tan sencillo y humilde como siempre, gestionando desesperadamente para obtener las medicinas que su hijo, gravemente enfermo, necesitaba.
En 1948 fue postulado para Representante por la provincia de Oriente, resultando elegido y repitiéndose el mismo comportamiento de honestidad y limpieza.
En los primeros días de febrero de 1958, la dictadura de Batista sentía cada vez más la creciente presión de las fuerzas revolucionarias comandadas por Fidel. El aparato represivo del tirano intensificó sus bestiales crímenes contra el pueblo. Después de una reunión del Comité Provincial del PSP, en la que se acordó la distribución de trabajo que sus miembros debían realizar en diferentes lugares de aquella provincia, no obstante las órdenes de Chaviano. Por encima de ellas, Paquito salió para Guantánamo donde fue detenido por los esbirros de ese criminal empedernido y cobarde.
Conducido al pequeño cuartel de Río Frío, en las afueras de Guantánamo, se sometió a un largo interrogatorio para obtener de él la dirección exacta de cada uno de los dirigentes comunistas de aquella provincia. Y como Paquito no dijo una sola palabra que pudiera comprometer a sus compañeros, los esbirros descargaron contra su cabeza, con un madero duro, los peores golpes. Ya derribado y casi muerto, lo metieron en un calabozo del cuartel y allí lo dejaron durante dos días sin darle ningún alimento, ni siquiera agua. Después lo sacaron para un nuevo interrogatorio y tampoco pudieron obtener estos esbirros, a pesar de que Paquito estaba moribundo, lo que ellos querían. Tampoco pudieron conseguirlo cuando le arrancaron las uñas de las manos, ni cuando le sacaron las uñas de los pies. Ni más tarde, ya en el último interrogatorio, cuando le arrancaron la mano derecha y después la otra.
Paquito resistió con valor titánico aquel ensañamiento de sus verdugos, cuya impotencia e ira culminó con su asesinato, perpetrado fríamente en una zanja cercana a Río Frío después de haber sido mancillado su cuerpo. Esto ocurría el 13 de febrero de 1958.
Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.