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Manuel Fuentes García.

Autor(es):
Karen Bertot Vieito.
Dolores Vieito Tejeda.

Notas biográficas sobre el abogado y notario manzanillero Manuel Fuentes García.

1595.jpgEs Manzanillo región rica en tradiciones y en hombres honestos y sencillos que de una forma u otra han contribuido a la formación de una rama del entorno cotidiano y cultural del pueblo manzanillero, ejemplo de ello podemos citar a Manuel Navarro Luna, figura cardinal dentro de la formación cultural de la región; Carlos Rafael Rodríguez, que a pesar de no ser manzanillero contribuyó al movimiento literario del territorio; como no mencionar a Carlos Manuel de Céspedes prócer de nuestra independencia al igual que Bartolomé Masó Márquez entre otros que aportaron un pedacito de sí a este terruño.

Entre las grandes personalidades de la Perla del Guacanayabo se encuentra el Dr. Manuel Fuentes García o Lito Fuentes como se le conocía cariñosamente. Nace en Manzanillo el 6 de junio del año 1871, hijo de Manuel Fuentes García natural de Manzanillo y María de la Luz García Padilla, natural de Trinidad (1). Su personalidad era de un recio temple intelectual y de vigorosa expresión honesta en el ambiente cubano. Nadie que conociera a Lito Fuentes puede negar todo el valor inmenso que residía en aquella vasta personalidad poliédrica. Su vida sencilla y honesta, su cultura elevada y profunda, su acción próvida en beneficio de los humildes y en aporte de elocuencia para la exaltación vernácula. Dejó una labor profusa, plena de interés colectivo. No vivió apegado a los rudos convencionalismos ni a las torpes ambiciones. En la judicatura nacional, en la vida social, en el ágape intelectual, fue sereno, comprensivo, humano y elemento de superación y raciocinio. Sirvió a su pueblo, a su natal Manzanillo que tanto amó, encastillado en su recia complexión de magíster. Mantiene con el Dr. Benigno Aguirre una estrecha relación de amistad y compañerismo; solo interrumpida por el traslado de “Lito” a La Habana y el ingreso de Aguirre al Cuerpo de Registradores de la Propiedad.

Era un hombre justo y protestaba ante la presencia de la injusticia, ridiculizaba a sus autores, cómplices o encubridores, cómo él les llamaba y en ello, sí era terrible, porque no se detenía ni ante el sarcasmo. No era fácil al halago, aunque perdonaba los agravios. Tenía Fuentes cualidades personales inconfundibles, espigador de todas las sensibilidades humanas, tolerante y comprensivo, amable y justo, muy tierno en los afectos, pero propenso a la melancolía. Hasta en el vestir, era pulcro, muy señor en sus ideas y caballero a la antigua.

Intervino en muchas de nuestras leyes republicanas y se le pidieron en distintas oportunidades consejos que jamás negó. En materia de Haciendas Comuneras, también era una autoridad y defendía los estados interminables de estos juicios para mayor garantía de las partes. Debido a su genialidad en su especialidad se le publicaron varios escritos en la Revista de la Jurisprudencia Española. Era individualista convencido y veía en el ser humano la voluntad de un Dios todopoderoso, que había querido distinguir desde los orígenes. Por eso no se avino al rubro colectivista y fue un decidido defensor de la empresa privada. Eso del comunismo le parecía cosa vieja que pronto sería mostrenca.

El nombre de Lito Fuentes era reconocido con respeto y veneración por todos los Abogados de Cuba, cuya actuación profesional en Manzanillo se había exorbitado del campo propio de sus actividades directas. Con ese nombre y fama llega al Tribunal Supremo el Dr. Manuel Fuentes García, y en su actuación como funcionario de justicia no hizo más que ratificar el buen concepto que gozaba como jurisconsulto y como hombre de bien. A poco tiempo de actuar en la Alta Corte cae el régimen de Machado y con él todos los Poderes Públicos de la Nación incluyendo el Judicial, fueron disueltos y Lito queda fuera del cargo y es entonces que el Dr. Mario Díaz Cruz, uno de los más afamados de la capital, con especialidad en materia civil e hipotecaria, le ofrece un puesto en su bufete.

Como abogado se  gradúa en el año 1895. A poco estallaba el destino de su tierra. En 1898 el Gral. Word lo nombró Juez de Instrucción: se puso cerca de sus compatriotas. Le preocupaba el Primera Instancia e Instrucción de Manzanillo. Al año siguiente, en preparación de un ascenso lo trasladaron a Sancti Spíritus. Renunció por no separarse de Manzanillo, donde había fundado un hogar y tenía a sus padres que lo querían entrañablemente y necesitaban de su presencia y asistencia. En 1901 fue electo Delegado suplente a la Convención Constituyente por la provincia de La Habana. En 1902 comenzó a ejercer activamente la abogacía en esta población, brillando por sus admirables concepciones jurídicas y su dominio de la jurisprudencia. Fue Fiscal de Partido desde 1907 hasta 1913, en este último año, el 24 de marzo sufre la pérdida de su padre (2) e ingresa en la Carrera Notarial; poco tiempo después el 18 de mayo de 1926 también pierde a su madre (3). En la Carrera Notarial permaneció, despachando constantemente una espléndida y nutrida clientela, hasta el 3 de agosto de 1928, en que lo nombraron Magistrado del Tribunal Supremo, cuyo cargo desempeñó, honrándolo, hasta el 19 de septiembre de 1933, en que por dignidad, ¡como siempre¡ lo renunció.

Contrajo matrimonio con la joven Rosa María Olivé, la cual era natural de La Habana. Tenía varias propiedades dentro de la ciudad, algunas de ellas las compraba, las acondicionaba y luego las vendía a mayor precio; además de ello la familia tenía una finca llamada “El Agracejal " la cual fue heredada de su padre y que compartía con su hermano Sebastián. (4)

Fuentes era más lo que sugería que decía. Subrayando con esto el caudal portentoso de su cultura y el respeto que inspiró. Pulcro y rítmico, su verbo siempre fue fácil; su naturaleza cultivada y distinguida, su amplitud de criterio, esa delicadeza espiritual del que comprende y conoce muchas cosas. Estas cualidades y su amor por el arte y la literatura lo llevaron a ser de los primeros en integrarse al brote fundamental de literatos que surgió en nuestro terruño al lado del Dr. Santiago Rodríguez y Buenaventura Tamayo, también Luis Felipe Rodríguez, Epi Sánchez, Ángel Cañete, Pepe Molé, Manuel Navarro Luna y muchos más que permitieron la creación del Grupo Literario.

Tenía Fuentes otras cualidades como adorno personal, un fino temple humanista, infatigable lector, tierno en los afectos, pero propenso a la melancolía lo que ayudaba a que fuera muy tímido y le atormentara la idea de hablar en público, su fuerte era el lenguaje escrito que dominaba con maestría e imperio conociendo los secretos del idioma a la perfección.

Para sacarlo del aislamiento en que vivía sus amigos lograron hacerlo masón, lo cual tomó muy en serio y le pareció bien. Con 50 años de edad, en enero de 1922, se inicia en la Logia Manzanillo (5) la cual vistió sus mejores galas. Una vez dentro lo demás quedó de su parte: fue el Orador del Taller, hasta que quiso serlo. A tal punto captó lo hondo de esta institución que no aceptó otra cosa. Se sentía muy bien, entre aquella gente que lo quería y lo respetaba: fue lo único que ambicionó en este mundo: afecto y consideración.

Decía Epi Sánchez en un artículo publicado en la Revista Orto: “Su erudición era magnífica, del que brotaban los más puros y disímiles conocimientos moldeados en forma sugerente, su verba se esmaltaba por la limpidez fluídica, clara dicción y la naturalidad con que prendía en el más trivial de los comentarios, que se hacía trascendente e influido de graciosa majestuosidad” (6). Pero no solamente este literato manzanillero, sino, Luis Felipe Rodríguez, perteneciente como Lito Fuentes al Grupo Literario de esta ciudad, también dice: “He aquí a un hombre que si camina al azar por un pueblo extraño, vestido con un humilde traje de obrero, al ponerse al trato con lo demás hombres no dejaría de ser el Dr. Manuel Fuentes García bastaría oírle hablar y mirarle a la cara para que mi acierto se cumpliera.” (7)

Referencias bibliográficas.

1.-Registros del Archivo de la Parroquia “Purísima Concepción” de Manzanillo,  libro12, folio 53v, número 221.

2.-Archivo del Registro de la Propiedad, tomo 14, folio 150.

3.-Ibíd,  tomo 158, folio 93.

4.-Ibíd,  tomo 28, folio 67.

5.-Acta de sesión de la Logia Manzanillo del día 21 de enero de 1922.

6.-Felipe Rodríguez, Luis: Manuel Fuentes García. En: Gente de Oriente: Apuntes y notas… de una cartera olvidada.

7.-Felipe Rodríguez, Luis: “Manuel “Lito” Fuentes García”, en Revista Orto, Número 1, enero de 1946, p.10.

Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.