Inicio - PERSONALIDADES - Personajes costumbristas

Joaquín Fornaris.

Autor(es):
Wilfredo Urbano Naranjo Ghautier +

Notas biográficas sobre Joaquín Fornaris, destacado organillero y difusor de la música de órganos en Manzanillo.

 

Para mí, Joaquín Fornaris es un personaje célebre, y con tal categoría debería pasar a los anales de nuestro terruño. No es que hiciera cosas extraordinarias o asombrosas y sino que salpicó su vida can esas pequeñas cosas de un sabor tan popular que su presencia resultaba aglutinante en cualquier tiempo y espacio del ámbito manzanillero.

Yo le recuerdo desde las décadas de los 30 y los 40 como promotor voluntario del "béisbol", o la pelota como llamamos criollamente a este deporte. Entonces él solía pedir la cooperación de comerciantes e industriales amigos suyos, a quienes retribuía con anuncios en los millares de cartulinas con "scores" impresos para regalar a los fanáticos que gustaban llevar el récord de sus equipos favoritos; pero además creó unas cuantas novenas juveniles y organizó campeonatos entre los distintos grupos del patio y la región, porque era un verdadero apasionado de ese deporte en el que se destacó como jugador "pimentoso" del equipo "Edén”. Constituía él solo un espectáculo en el "diamante” con su euforia en los triunfos y sus "berrinches" en las derrotas.

Su afición por la pelota le venía de la adolescencia, cuando con los jugadores de origen humilde fundara el grupo de "Los Cazadores" con la intención de derrotar a los aristocráticos "Caimanes" que dirigía el "sportsman" Nino Alard, en los encuentros que se celebraban en los terrenos conocidos con el nombre de "El Cocalito" de Feliciano Casals.

Otra faceta de Joaquín fue su ocupación, su oficio de organista. Sobrino de Don Santiago Fornaris -uno de los dos empresarios de Órganos en Manzanillo- Joaquín no solamente formó parte de los piquetes que amenizaban los bailes de La Loma y de los barrios rurales, sino que en 1926 integró el grupo que llevó por primera vez el Órgano Manzanillero –Oriental– a La Habana, instalándolo durante varias semanas en el concurrido cabaret "La Verbena", situado a la entrada del reparto Almenderes; y 17 años más tarde, en 1943 volvió a cargar con el Órgano para la Capital en una gira que incluyó varias transmisiones por la radioemisora Mil Diez del Partido Socialista Popular, en lo que sería, posiblemente, la primera difusión radial de la música organera en Cuba. Ya más maduro, y con suficiente experiencia, dedicó 8 años para construir con escasos recursos económicos un Órgano propio que llamó "'Ritmo del Guacanayabo" del que se deshizo al cabo de 19 años, vendiéndolo para Buey Arriba cuando los achaques y su edad no le permitían continuar en aquellos ajetreos organeros, que en su tiempo eran muy duros.

Su carácter jovial y amistoso le creó una personalidad carismática. Tenía un extraordinario sentido del humor y utilizaba los sofismas con una gracia incomparable. Sí los establecimientos estaban abarrotados de huevos comentaba con una seriedad pasmosas "ando loco buscando huevos". Si alguien le decía "Hace días que no te veía, Joaquín”, respondía. "Bueno, es que estaba en el cañaveral promediando 600 arrobas, pero ya me pasaron para suministro". Otras veces ofertaba un supuesto "turrón de corojo" que decía estar fabricando con gran demanda. En fin, su gracejo criollo no permitía a uno discernir si hablaba en broma o en serio, pero todos deseábamos tenerlo de interlocutor.

Su mayor notoriedad la logró al dar una hora errática cuando alguien le sonsacaba con la pregunta "¿Joaquín, qué hora es?". Entonces adelantaba el tiempo o lo atrasaba 15 ó 20 minutos para provocar la discusión entre los incautos que le escuchaban en la calle, en el parque o en el ómnibus, Pero Joaquín no se inmutaba y afirmaba resueltamente que su hora era la exacta porque acababa de comprobarla en la estación del ferrocarril, que esa no fallaba. Y era capaz de retar a una apuesta -que por supuesto nunca concertaba- o de aconsejar a su contrincante que llevara su reloj a reparar porque estaba descompuesto.

El 16 de agosto de 1988 se le ofreció un homenaje público en la humilde barbería de John. El ambiente resultaba el más idóneo porque no fue una actividad oficial ni protocolar; fue un homenaje popular a la altura de su gran popularidad, donde se le entregó un pergamino y se le prodigaron regalos con afecto y cariño. Con palabras sinceras de amigos y tal vez hiriendo su modestia, se expresaron conceptos destacando el aporte de Joaquín Fornaris durante toda su vida al deporte y la recreación en forma espontánea y voluntaria. Las abundantes anécdotas que se relataron le emocionaron mucho, pero aunque le saltó alguna lagrima, no dejaba de sonreír mientras que decenas de coetáneos y jóvenes admiradores, agrupados en la acera y en la calle le felicitaban o aplaudían efusivamente su 86 aniversario.

En la noche del 3 de noviembre su reloj vital se detuvo definitivamente, se paró a las 9:0O p.m. sin que hubiera posibilidad de volver a echarlo a andar. Fue la hora exacta que se despedía de sus millares de amigos Joaquín Fornaris, ese célebre personaje manzanillero.

Manzanillo, 9 de noviembre de 1989                                           

Fuente: Boletín Litoral. Dedicado a la música en Homenaje a la original. UNEAC, Manzanillo, diciembre de 1990.  

Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.