Estudio sobre el movimiento obrero y comunista, uno de los más sólidos y destacados del país.
"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir glorias nuevas".
José Martí.
Los criterios que fundamentan la actitud del Partido Comunista en Manzanillo en la etapa del 1930 a 1935 son precisadas en este estudio, tomando en consideración las tendencias generales de su desarrollo, como un ente que evoluciona sujeto a leyes y regularidades sociales. Esta premisa conduce, según criterio de la autora, a delimitar tres subetapas dentro del proceso histórico que ocupa.
El análisis que se enmarca hasta 1929, aunque se extiende en algunos hechos hasta 1930, puede ser entendido como un momento de autoreafirmación del Partido como organismo, procurando avanzar en el proceso de crecimiento y reorganización de sus filas y revitalizar, dentro del fragor de la lucha antimachadista el resto de las organizaciones revolucionarias, en especial la de los sectores obreros. El período que abarca estos años puede ser comprendido además, como antecedente al desarrollo de las luchas llevadas a cabo por el movimiento obrero local en la etapa objeto de estudio.
El período que se ubica entre 1930 y 1933 concentra la actividad dirigente de los comunistas en el movimiento revolucionario durante la segunda etapa de lucha contra el dictador Gerardo Machado y la experiencia del gobierno de obreros y campesinos en la zona.
Un tercer espacio, de noviembre de 1933 hasta 1935, en el que el viraje táctico se orienta hacia la construcción de un frente único y una revolución agraria y antimperialista.
El desarrollo del movimiento obrero y comunista de 1925 a 1929.
La constitución de la primera célula comunista en Manzanillo, reflejo de la fecunda tradición revolucionaria, constituyó un significativo paso de avance en el desarrollo del movimiento obrero local en su lucha por liberarse de las arbitrariedades y la opresión patronal y cambiar la situación social que le había condicionado la neocolonia.
Con el machadato, el paisaje económico, político y social de la región, no varió hacia formas más dignas de vida. Por el contrario, el agudo panorama de crisis se tornaba insoportable, por lo que la oposición al gobierno se declaraba ya en la palestra pública.
El naciente Partido Comunista comprometió su fortalecimiento y autoridad con el impostergable avance de la clase obrera local, definiéndose como su vanguardia política. A partir de 1925, los comunistas manzanilleros no perdieron oportunidades en su misión de conducir el fervor revolucionario que cundió por la ciudad y el campo.
En este primer momento de la Revolución del ’30, los comunistas, aún en calidad de pioneros, tenían la titánica tarea de organizar y unificar el movimiento obrero, además de formarle una conciencia nacional y de clase, aplicando a las condiciones históricas concretas, las ideas del marxismo-leninismo.
Sin embargo, de aquel congreso fundacional no emanó un verdadero programa de lucha por la independencia y el socialismo ni la membresía de las agrupaciones comunistas eran marxistas formadas, hecho que no amilanó a los comunistas manzanilleros, empeñados en cumplir los acuerdos y las orientaciones del Comité Central de forma eficiente y con urgencia, regla que los distinguió durante todo el proceso revolucionario.
Trabajar por hacer valer un justo programa de reivindicaciones para obreros y campesinos, entablar vínculos fraternales de lucha con los sectores explotados, conquistar los sindicatos y guiar a las mujeres y a los jóvenes, conformaron el grueso de las apremiantes tareas que en total ilegalidad desplegó el Partido Comunista, haciéndole merecedor de la confianza de los sectores más humildes.
A pesar de la persecución y el encarcelamiento que sufrieron los integrantes de la primera célula del Partido Comunista en Manzanillo, esta agrupación creció a fines de la década del ’20. En 1928 ingresaron el albañil César Vilar, el barbero Luis Prado y el tabaquero Juan Luis Santana, entre otros. Al año siguiente, se incorporaron Francisco Calderío (Blas Roca) y Francisco Rosales Benítez (Paquito), que junto a otros manzanilleros crearon la célula No. 2.
En el análisis preliminar de las condiciones políticas e ideológicas del territorio, los comunistas comprendieron, atinadamente, que para llevar a cabo su misión inicial se imponía la reorganización de las fuerzas proletarias, cuestión que cobró inmediatez después del fracaso de 1929. Se reconstruyó la Federación Obrera de Manzanillo (F.O.M.) en al mes de junio de ese propio año, cuyo Secretario General fue César Vilar. Esta organización tuvo por sede el local del Gremio de los Tabaqueros, edificio que había sido construido por los propios trabajadores en 1927.
La F.O.M., adherida rápidamente a la CNOC, constituyó una importante vía utilizada por el comité local del Partido Comunista para cumplir otro objetivo ideopolítico: el ascenso al sindicalismo. En este sentido. Los comunistas desplegaron un intenso trabajo educativo y orientador en las los gremios tabaqueros existentes en la ciudad, extendiéndose posteriormente a otros lugares de la región. El Partido sentó las bases para concientizar a los obreros del territorio de la necesidad de establecer la defensa mutua de los intereses económicos y políticos, es decir, de dirigir una lucha colectiva contra los patrones por mejorar sus condiciones de trabajo y de vida.
Para el logro de este fin, la dirección revolucionaria enfrentó, no sólo la dimensión territorial y organizativa que implicaba la tarea, sino la presencia de los opositores reaccionarios y reformistas que se habían asociado en Manzanillo desde 1927, los que, a pesar de su escasa membresía, hicieron mucho daño desde los puestos que ocupaban en diferentes sectores productivos.
No obstante, el Partido Comunista y la F.O,M. avanzaron cualitativamente a partir de 1929 en esta misión, con la particularidad de que el movimiento huelguístico desatado desde ese año, conformó el escenario de su actuación.
En la segunda quincena de agosto, representantes del Gremio de Zapateros, los comunistas Julio Tamayo y José Velasco, enviaron una comunicación al Alcalde Municipal, Rafael Sariol, informándole sobre la necesidad de que se reconociera la tarifa niveladora de precios, cuestión que no había sido solucionada por los patrones. Ante la indiferencia de las autoridades, el 26 de ese mes, los obreros de zapatería comenzaron una ola de huelgas que se extendió por toda la ciudad y la región, abarcando a casi todos los sectores.
A pesar de la acción de los rompehuelgas y la brutal represión, los huelguistas crearon "comisiones de estaca"(1) y por medio de Justo Tamayo, José Velasco, Juan Paneque y Matilde Fauler, designados en comisión, se tramitó el pedido del gremio en una reunión con la Administración de los Talleres de Calzado y el Alcalde Municipal, llegándose a un acuerdo de normalización de los precios y los salarios. Pese al acuerdo, el resultado sólo fue efectivo en algunos talleres porque en otros, como los de propiedad de Francisco Santana y Ángel Ricardo, muchos trabajadores quedaron desempleados.
Esta situación condujo a que surgiera la primera cooperativa de zapateros, para dar oportunidad de trabajo a los desocupados, víctimas de la represalia patronal. Esta iniciativa de los obreros no resistió la oposición y la competencia, por lo que tuvo que ser vendido el local, no obstante demostró la capacidad de respuesta de los obreros guiados por los comunistas.
Dentro de los zapateros existía una fracción del Partido Comunista constituida por Martín Echeverría, Sabino Cañete, Benjamín y Paula Sánchez, Miguel Batista, Rómulo Castillo, Avelino Pérez, Titi Fontán, Roberto Puebla y Rubén, Leonides y Francisco Calderío, los que después de concluida la huelga, el 14 de octubre de 1929, influyeron para que el gremio se convertirse en Sindicato, bajo la dirección de Francisco Calderío, primero como Secretario de Actas, pero muy poco tiempo después como Secretario General.
Sobre este hecho, el propio Blas, recordó años más tarde:
[…] también viene a mi mente la primera reunión de los zapateros en que participé. Allí se discutía mucho porque no había fondos para crear el Sindicato, pero no se resolvía nada. Consideré que se debía hacer algo práctico: cogí mi sombrero de pajilla, puse en el un billete de mi bolsillo y después empecé a pasar el sombrero por todos los compañeros. Al final dije: ya hay dinero para fundar el Sindicato.(2)
Como los zapateros, los portuarios manzanilleros se organizaron sindicalmente tras la experiencia de la huelga, instrumento general y eficaz para desarrollar la lucha económica. Así, el 29 de diciembre de 1929, los obreros del puerto local designados por el Gremio "Fraternidad del Puerto", entonces con ideología reformista, se manifestaron por el trabajo a destajo y contra los abusos y privilegios que cometían los contratistas en cuanto a la distribución arbitraria entre los desvinculados y los favoritismos con los miembros del gremio "amarillo" "Unión y Progreso".
El Comité de Huelga, dirigido por Luis Leoncio Rodríguez, se acercó al Comité Local del Partido Comunista para elaborar el pliego de demandas y cuestiones organizativas de la huelga. También recibieron el apoyo de la F.O.M., pues desde su local se dirigieron acciones, demostrando altos niveles organizativos y de combatividad. No faltó la atención a las familias de los huelguistas, la creación de comisiones de abastecimientos y de estaca y el apoyo de otros sectores de la ciudad (zapateros, tabaqueros) y de pescadores y campesinos de Río Cauto, Yara Arroba, Zarzal y Remate. Todas estas actividades fueron coordinadas por la F.O.M. con el apoyo del Partido Comunista.
Se conoce, además que el 4 de marzo de 1930, el Alcalde Municipal recibió una carta que contenía la enérgica protesta de una junta de la F.O.M. por los atropellos a los estibadores en huelga, haciendo saber su identificación con los portuarios sin temer a las represalias.(3)
La huelga general de marzo de 1930 convergió con el combate por las demandas de los estibadores, que ya había condicionado la movilización de una gran parte del proletariado local, por lo que el paro convocado por la CNOC y el Partido Comunista de Cuba por el día de la desocupación y las ilegalización arbitraria de la organización central de los obreros cubanos, fue un éxito en la reunión y especialmente, en la ciudad, las protestas se fundieron y continuaron hasta el 12 de abril, que concluyó la huelga de los portuarios.
Ese día, después de maniobras y artimañas, las casas patronales consiguieron llevar a elecciones la solución del enfrentamiento. En los salarios del Ayuntamiento Municipal se disputaron el trabajo en el puerto el Gremio "Fraternidad del Puerto" y el "Unión y Progreso". El resultado favoreció a la tendencia revolucionaria como único representante de los trabajadores portuarios y el trabajo a destajo tuvo que ser reconocido por los patrones. La victoria obrera se coronó con la conversión del gremio en el Sindicato de Estibadores "Fraternidad del Puerto". En los casi cuatro meses que duró la huelga se evidenció la fortaleza de posiciones de los obreros y los comunistas, pero destacó a estos últimos como dirigentes del proletariado local. Un manifiesto de la CNOC, fechado en marzo de 1930, señaló reiteradamente estos hechos locales como fundamento para sentenciar que la racionalización (acentuación de la explotación capitalista) ha producido la "radicalización" y que esta significaba lucha, demostrando, además, que estos son los "últimos combates económicos del proletariado en Cuba".(4)
El proceso de sindicalización del proletariado local tuvo un desarrollo relativamente rápido en los sectores de mayor concentración obrera, no así en las que tenían escasa membresía o estaban muy dispersos. Para resolver la situación el Comité Local creó, en la etapa, el Sindicato de Oficios Varios, el que desempeñó el papel organizador de varios sectores obreros, entre los que se encontraban los madereros y los planchadores.
Otro aspecto de interés en la labor del Partido Comunista de Cuba fue la atención a los grupos Pro-Unidad, fundados bajo su dirección a partir de julio de 1926 en Las Habana. Aunque no se precisa fecha de realización, la literatura nacional refiere que esa organización que se prolongó hasta 1935 como lucha de los trabajadores ferroviarios por sus intereses de clase frente a la patronal reaccionaria, se extendió a varias delegaciones ferroviarias del país, incluida la de Manzanillo, poco tiempo después de 1926.(5)
El desempeño de los comunistas en la primera etapa de enfrentamiento a Machado y a sus servidores locales se concentró, además de las tareas concebidas en su inicial programa, en el crecimiento de su militancia y en la reorganización del movimiento obrero local, despojándolo en grado considerable, de la estrechez economicista y convenciéndolo, a través de la difusión y práctica de algunos conceptos marxistas, de la inconsistencia del apoliticismo sostenido por los anarcosindicalistas y los reformistas. Estas acciones contribuyeron a que el Partido pudiese interpretar las necesidades y aspiraciones de los sectores más numerosos y afectados por la crisis que se enseñoreaba en el territorio. Sin embargo, limitó su influencia hacia otros sectores sociales y otras áreas de la región.
La actuación de las fuerzas comunistas en la segunda etapa de lucha antimachadista (1930-1933).
Al iniciar la década del ’30 el movimiento revolucionario en Cuba mostraba un alza en su desarrollo y radicalización, manifestado por la cadena de huelgas que se desató en el último trimestre del 1929 y que tuvo su punto cimero en las manifestaciones de marzo y de mayo de 1930. El terreno se allanaba para que los comunistas pasaran a desarrollar acciones de gran envergadura política.
La labor educativa y organizativa del Partido, los niveles de radicalización y reorganización del movimiento obrero, paralelo a la pérdida del apoyo social y la declinación acelerada de la economía cubana característica del segundo ciclo del machadato, pueden considerarse factores que estimularon el avance de esta fuerza que había ganado prestigio y autoridad en muchos lugares del país.
Después de la huelga general del 20 de marzo, en la que el Partido Comunista y la F.O.M. fundieron las demandas económicas de los portuarios con objetivos políticos nacionales y locales, el movimiento obrero manzanillero, experimentó un cambio notable. La lucha se encauzó por la solidaridad con otros sectores (los campesinos de Cayo Espiono y los obreros azucareros) y en ella participaron, por primera vez, los lecheros, los limpiabotas, las empleadas domésticas y los maleteros de la Terminal de Ferrocarriles, entre otros. El manifiesto emitido por el Partido con ese fin pedía a los obreros hacer de todas las luchas una sola, por una revolución antifeudal y antimperialista.(6)
La lucha antimachadista continuó con más intensidad y de forma generalizada. En casi todos los sectores de la localidad se desarrollaron huelgas, estimuladas por los resultados positivos de los portuarios y el papel patrocinador de los comunistas en la organización de los obreros. En mayo, los trabajadores de los aserríos y de la fábrica de hielo, propiedad de Manuel Arcas Campos, se levantaron en huelga; también lo hicieron los zapateros y los panaderos.
Algunos hechos de índole nacional reflejan el prestigio que el movimiento obrero local había adquirido. En julio de 1930, la Unión de Empleados de Cafés, Restaurantes, Hoteles, Fondas y Similares” de La Habana, trasladó, por conducto de la F.O.M. al Comité Nacional Pro-Boicot su problema con la empresa productora de cervezas, dada la suspensión que el gobierno imponía a la CNOC y a la F.O.H. En septiembre de ese año, una delegación de la F.O.M. participó en la constitución del Comité Conjunto de Colectividades Obreras (CCCO). En 1931, el Comité Central del Partido Comunista designó en Manzanillo la sede del Comité Distrital de la provincia de Oriente, correspondiéndole a Francisco Calderío su dirección.(7)
En el contexto local los comunistas ganaron el apoyo de la intelectualidad revolucionaria, fundamentalmente del Grupo Literario de Manzanillo, los que jugaban un importante rol en la elevación de la cultura general y en los sentimientos patrios, así como en las críticas a la realidad social y a la dictadura impuesta.
Uno de sus miembros, el poeta Manuel Navarro Luna(8), se incorporó a las filas del Partido en 1930 y asumió la responsabilidad de la organización Defensa Obrera Internacional (DOI) a partir de ese año. También se destacó por su vibrante oratoria en el mitin organizado el 30 de septiembre de 1930, en horas de la noche, para condenar la muerte de Rafael Trejo. De igual forma su prosa y su verso se identificaron con los ideales revolucionarios.
Manzanillo fue uno de los términos municipales donde circularon varios ejemplares de la prensa escrita: "Orto", "Tribuna", "La Defensa"·, "La Montaña", "Voz Proletaria", entre otras. Este último fue el órgano del Partido Comunista, fundado por Francisco Calderío en 1930 y tenía como objetivos divulgar las ideas revolucionarias, contribuir a la educación política de las masas, atraer aliados para la causa obrera y servir al medio de agitación para el movimiento obrero. Sus directores fueron Paquito Rosales y Juan Luis Santana, los principales artículos los escribía Francisco Calderío y garantizaban su edición y distribución Pedro Asorey y Justo Tamayo. Sobre su significado como órgano de difusión del Partido en la lucha revolucionaria Blas Roca expresó:
Si el Partido no tiene un medio de comunicación con las masas, no existe en realidad. Recuerdo que en Manzanillo enseguida buscamos la manera de editar un periódico mimeografiado que se llamó “Voz Proletaria”. Este llegó a distribuirse en Camagüey y otros lugares; hasta se conoció fuera del territorio nacional.(9)
Aunque llegó a venderse en los puestos de periódicos de Manzanillo, no tardó en recibir los efectos de la represalia machadista; varios de sus responsables fueron enviados a prisión en Santiago de Cuba y no se editó más. Sin embargo, ya había ganado un lugar en la historia de las luchas obreras en el territorio.
Para enfrentar con mayor fuerza y amplitud al gobierno tirano y a sus opositores reaccionarios, el Partido Comunista en Manzanillo comenzó a organizar otras fuerzas sociales colaterales que le permitieron extender su influencia en núcleos y sectores de la sociedad manzanillera y en otras zonas de la región.
En 1930 se creó Defensa Obrera Internacional (DOI), que llegó a tener un Comité Local bajo la dirección de la Sección Cubana de Socorro Rojo Internacional, cuya misión era coordinar las tareas de apoyo y solidaridad del proletariado local con los desocupados, los presos políticos, los huelguistas o los movimientos que en el plano nacional y extranjero se identificaron con las motivaciones obreras. Por la ciudad circularon varios manifiestos, volantes y llamamientos de esta organización en los que se condenaban entre otros hechos, los desalojos de los campesinos y el terror desatado en las zonas de Cayo Espino y Yara Arriba, por el seguro de los desocupados, por la denuncia de los "apapipios"(10) y a los elementos necesarios del ABC, por la solidaridad con los cigarreros de La Habana y el apoyo a la causa soviética.(11)
En el mismo año ’30 las féminas fundaron la Unión Radical de Mujeres, aunque no hay referencia de que llegaran a constituir un núcleo autónomo y fuerte, a pesar de su participación en la lucha.
Para 1931 se crea la Liga Juvenil Comunista (LJC), cuya primera célula estuvo integrada por Juan Guillermo Rosales Benítez, Francisco Calderío y los hermanos Simón y Juan Soler García. Esta organización recibió un gran apoyo del Partido Comunista local y logró extenderse a Media Luna, Campechuela y otras zonas rurales de la región. Dirigió sus fuerzas a movilizar a la juventud para protestar por la situación educacional en el territorio, por las demandas de los obreros jóvenes y de forma general a secundar al Partido en su misión.
Nombró a uno de sus miembros para atender la Liga de los Pioneros, que agrupaba a los niños, fundamentalmente a los hijos de los comunistas, los que realizaron un importante trabajo a través de esta organización. El testimonio de Juan Guillermo Rosales Benítez nos revela que los niños "[…] se utilizaban con mucha frecuencia para distribuir paquetes de propaganda del Partido, en jabas a los distintos barrios de Manzanillo".(12)
La Liga Antimperialista de Cuba, el Ala Izquierda Estudiantil (AIE) y el Comité de Desocupados, encontraron partidarios en la localidad. Aunque no se precisan las fechas de creación de estas organizaciones en Manzanillo, existen hechos y documentos que atestiguan sus labores revolucionarias. En 1933, el núcleo No. 9 de la Liga Antiimperialista lanzó un manifiesto donde repudiaba las maniobras del gobierno de los Estados Unidos para hacer efectiva la mediación y la intervención en Cuba.35 El joven Rafael Santiesteban, víctima de la represión machadista en 1931, era miembro del AIE. En carta a las autoridades locales, el Comité de Desocupados, junto a la FOM exigió “Trabajo y Salario” para la masa de desempleados que existía en la región.(13)
La actividad de todas las organizaciones que cobran vida en estos años contribuyeron también a apoyar ideológicamente al Comité del Partido en el enfrentamiento a las posiciones reformistas y reaccionarias que combinaban su oposición al gobierno con los métodos divisionistas y terroristas dentro del movimiento obrero.
En 1927 se formó en Manzanillo la organización "Unión Nacionalista", cuyos miembros procedían del sector pequeño-burgués latifundista, algunos intelectuales y pocos obreros de ideología rezagada. El ABC, que contó con una célula en la ciudad, desplegó su propaganda y su táctica fascista con un marcado carácter racista y antipopular. Sin embargo, por su composición y manifestación no pasaron de ser pequeños núcleos con poco arraigo popular y aunque llegaron a realizar algunas actividades de sabotaje y terror, no tenían participación activa en el contexto político local por lo que quedaban aplastados por la mayoría revolucionaria.
Teniendo en cuenta esta característica de la oposición reaccionaria, el Partido Comunista no descuidó en su batalla la denuncia y el desenmascaramiento constante de estas organizaciones.
En uno de los manifiestos del Comité Local, aún cuando Machado estaba en el poder, puede leerse:
Nosotros luchamos contra Mendieta y Menocal, falsos líderes de la democracia, porque estos tipos lo que quieren es que los trabajadores den su sangre por llevarlos al poder para ejercer las funciones de verdugos de los mismos trabajadores que los llevaron.(14)
El DOI, en su propaganda también ayudó al movimiento obrero local a conocer a estos elementos. En uno de los llamamientos que circuló en vísperas del Primero de Mayo, denunciaba al ABC y demás opositores, los que "siembran escisiones fatales en el movimiento que sirven a Machado con sus delaciones descaradas, con sus métodos que tienden solamente a servir a la burguesía y al imperialismo (…) son vínculos de los que se vale la clase explotadora para poder llevar mejor la explotación a los obreros y los campesinos."(15)
A la ofensiva del Partido Comunista y la FOM se suman el despertar del movimiento estudiantil a partir de septiembre de 1930, propiciando la entrada de la pequeña burguesía urbana en el combate contra los males sociales que se agravaban aceleradamente. En Manzanillo, los meses de octubre y noviembre se destacaron por las manifestaciones de calle, la interrupción de funciones teatrales para lanzar gritos subversivos y hasta banderas rojas con consignas antimachadistas.
En los años que anteceden a la caída de Machado, la región ya se estremecía, no sólo por el sismo que sacudió a Manzanillo y el ciclón que azotó a Santa Cruz del Sur y que afectó otras poblaciones, ambas en 1932, sino por los constantes enfrentamientos que sucedían, las reiteradas reclusiones de comunistas en las prisiones de Guantánamo y Santiago de Cuba y la inconformidad creciente de los obreros por las burlas que los patrones hacían de las conquistas alcanzadas en luchas anteriores.
En 1931, en una de las manifestaciones obreras por la demanda de "Salario o Trabajo", es asesinado el joven Rafael Santiesteban Barrinaga y su entierro se convirtió en una verdadera manifestación popular, así como las exigencias que posteriormente fueron planteadas por las mujeres frente al Ayuntamiento Municipal por la liberación de los prisioneros resultantes de este hecho. Francisco Calderío es uno de los detenidos y su ausencia temporal (casi 1 año) de la dirección del Partido en la región, es asumida por Paquito Rosales Benítez, quien correspondió consecuentemente a la ideología y la acción de la vanguardia proletaria.
En 1932, el Comité Central del Partido Comunista de Cuba da a conocer su Plataforma Electoral para participar en los comicios parciales de ese año, a favor de un gran número de candidatos, incluyendo algunos compañeros que sufrían prisión.
El 18 de noviembre, la organización comunista manzanillera, participa en las elecciones, llamando a los trabajadores a votar en la columna "en blanco", poniendo los nombres de miembros del Partido que se habían propuesto(16). El Comité Distrital tenía a Francisco Calderío, entonces recluido en Guantánamo, como candidato a Representante a la Cámara en Oriente; el Comité Seccional propuso a dos militantes para concejales en Manzanillo. Aunque no se llegaron a ocupar los cargos si se obtuvieron considerables votos, lo que fue reconocido por la prensa de la época y demostró la confianza que este grupo de revolucionarios había fomentado en la región. Por otra parte, hay que reconocer que el uso de este medio legal de lucha, favoreció a los comunistas en su labor de concientización del proletariado local, en la difusión de sus objetivos y en la ampliación de su influencia ideológica. Precede a esta votación una serie de proclamas, manifiestos, que fueron reprimidos duramente.
Durante los años que refieren, el Comité Seccional y luego, el Comité Distrital, dirigen su atención a respaldar las demandas y las necesidades organizativas de los obreros azucareros por lo que las proyecciones de trabajo de los comunistas se concentraban en ampliar su vínculo con la masa de trabajadores industriales y agrícolas, el crecimiento paulatino de su membresía y la organización de sindicatos, lo que garantizaría la aplicación y desarrollo de métodos de lucha para enfrentar las difíciles condiciones de vida en este sector.
En la zona de Mabay se concentraron las primeras atenciones de los comunistas del territorio, crear células del Partido en Julia, María Luisa, Mabay, Siete Palmas y en el propio central. También se formó la Asociación Campesina en 1930.(17)
En enero de 1931, al conmemorarse el segundo aniversario de la muerte de Mella, el Partido orientó a los obreros del central Mabay realizar un paro de 10 minutos, hecho que generó contradicciones con la administración.
En marzo de 1932, el paro general decretado en la ciudad por el Día del Desocupado (manifestación que se continuó desarrollando después de 1930) fue seguido por las huelgas de los azucareros de Mabay y Media Luna, encontrando apoyo de los portuarios manzanilleros que se negaron a embarcar el azúcar que procedía de dichos centrales.
La resonancia de las luchas de los obreros de estas localidades, aseguró su participación, con sendas delegaciones, en la I Conferencia de Obreros de la Industria Azucarera, celebrada en Las Villas a fines de septiembre del propio año. En la II Conferencia (Camagüey, 1933) se incorporarían, además delegados de Niquero y Río Cauto.
Como colofón del desarrollo organizativo alcanzado en este sector, en febrero de 1933 se constituyó en Manzanillo el primer Sindicato Regional de Obreros Azucareros con representantes de centrales Mabay, Niquero, Media Luna y otros de la región. El Partido Comunista lograba hacerse partícipe de los intereses de una masa de trabajadores que, en la región, cargaban el peso de la explotación neocolonial y recibían el más ingrato pago por su trabajo. Además, constituyó un acierto comprometer conscientemente a las organizaciones revolucionarias creadas y a la mayor parte del resto de los trabajadores en el apoyo a la causa de los obreros del azúcar. La entrada de los obreros azucareros al combate revolucionario anunciaba luchas más altas. A pesar de los éxitos, el Partido reconocería que aún era insuficiente el trabajo con los obreros industriales pues los agrícolas habían sido más combativos. Además el Partido Comunista, aunque mantuviera su línea directiva, debía darle más participación a los sindicatos.
A mediados de 1933, Francisco Calderío sale de prisión y se entrega a la preparación de la lucha contra Machado, manifestada, desde los meses iniciales del año, en las huelgas de los zapateros (chinchaleros y operarios), la de los azucareros de Mabay, Media Luna y Niquero, la de los campesinos de Cayo Espino y Jibacoa, unido a la acción de las organizaciones revolucionarias recabando el apoyo para los demandantes.
El maestro-zapatero, devenido guía del movimiento obrero y comunista en la región de Manzanillo le aportó valiosas intervenciones donde explicó el carácter del proceso revolucionario desarrollado en Cuba hasta esos momentos, la publicación del folleto Una parte de la Historia, sobre la trayectoria del movimiento sindical manzanillero, además de divulgar por "Voz Proletaria" y "El Comunista", conceptos fundamentales del marxismo.(18)
El panorama que precedió a la huelga de agosto del ’33 fue recogido por Modesto Tirado en sus Efemérides de Manzanillo:
Durante los siete primeros meses del año 1933, se notaba en Manzanillo que había ido creciendo, de día en día, al igual que en La Habana y en toda la República, lo mismo en las poblaciones como en el campo, el descontento y las protestas […] de los estudiantes, masas obreras y elementos políticos de los partidos de oposición, contra los desaciertos del gobierno […](19)
Los hechos que condujeron a la caída del gobierno del general Machado se iniciaron en la localidad desde el 5 de agosto, cumpliendo las orientaciones del Partido Comunista y la FOM, extendiéndose de forma continuada durante todo el mes.
El día 7 los periódicos suspendieron sus publicaciones, adhiriéndose a la huelga, todo el transporte se paralizó, incluso hasta el día 14, los comercios cerraron y una manifestación de pueblo se lanzó a las calles siendo reprimida por la policía y ejército. El 12, ante la noticia de la huida de Machado los manzanilleros desbordaron las calles con muestras estruendosas de alegría, asaltaron comercios, quitaron placas de bronce que señalaban sitios de interés personal para funcionarios del gobierno ocuparon el sindicato amarillo “Unión Progreso”, destruyendo muebles y documentos.
A la huelga se le atribuyó un carácter político, aunque tuvo manifestaciones económicas. El periódico "El Trabajador" reconoció las victorias de los camioneros de Mabay, la de los panaderos y los barrenderos de Manzanillo. Fue una muestra de que los obreros no sólo exigieran por sus reivindicaciones, sino que comprendieron el principio clasista de ese hecho. Se agotó la paciencia ante la violación de sus derechos laborales y civiles y se avanzó aún más en la solidaridad con otros sectores.
Sin embargo, en septiembre, los comunistas no tomaron el poder político. En medio e la desinformación que reinaba y la euforia del pueblo las orientaciones del Comité Central se retrasaron, independientemente de que el Partido perdió gran parte del control político de la situación y todavía no estaban preparados para ello. El triunfo aún quedaba en el marco de conquistas económicas y sindicales mientras el gobierno se debilitase.
El 15 de agosto, la Comisión del ABC que había llegado a Manzanillo exigió al Alcalde Municipal su renuncia, estableciendo un gobierno de la Guardia Cívica, hasta el día 26, que se designó para la Alcaldía al veterano del Ejército Libertador Ricardo Muñiz.
El Comité Distrital del Partido Comunista, la Federación Obrera Regional no cejaron en sus propósitos organizativos; crearon en Media Luna el Sindicato de Obreros del Central y sus Colonias con una sección sindical portuaria anexa, desarrollaron una audiencia pública en el Parque Céspedes de la ciudad y durante 20 días apoyaron la constitución del primer gobierno de obreros y campesinos: el Soviet de Mabay, según decisión del V Pleno del Comité Central.
Claro está que con la huelga de agosto de 1933 no se dio por terminada la Revolución. En torno a esta reflexión acotaba Blas Roca: "La caída de Machado le traza el camino a esta Revolución".(20)
Un breve análisis de la experiencia soviética en Cuba permitirá comprender, posteriormente el cambio táctico del Partido Comunista a partir de noviembre de 1933.
El Soviet de Mabay.
El empeño de los obreros del central Mabay por poner en vigor sus victorias económicas y democráticas, chocó con la demora de las nuevas autoridades que intentaban alargar la situación para hacer desistir a los trabajadores de sus objetivos. Sin embargo, para los inicios de septiembre de 1933, el Comité de Huelga convocó a una Asamblea General y ante el vehemente engaño del señor Camps, Auditor del Central y en esos momentos al frente de la compañía, asumieron valientemente el control de la situación en alianza con elementos moderados del ejército. La consulta al Comité Distrital de Manzanillo encontró respuesta en el compañero Blas Roca quien orientó y dirigió la estrategia a seguir: establecer el poder local en manos de la clase obrera, constituir el Soviet y ocupar el central.
La decisión del comité local del Partido coincidió con uno de los acuerdos tomados en el V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (agosto-septiembre/33): aprobar la creación de los soviets para mejorar inmediatamente las condiciones de vida del pueblo y defender el poder obrero y campesino, en aquellos sitios del país donde el empuje de las masas impidieron que la oposición formara un nuevo gobierno o el control del pueblo estuviera ejercido por el Partido.
El 13 de septiembre se reunieron en asamblea los trabajadores agrícolas, pequeños colonos, los huelguistas, acompañados de sus familiares, y soldados de la Guardia Rural de la comarca de Mabay para constituir el soviet. Se escuchó una amplia información sobre el contenido y la importancia de esa forma de gobierno para los pobladores de la zona y el resto de la región. La actividad resumen la dirigió Ulises Estrada, galeno perteneciente a la izquierda estudiantil con gran aceptación en el poblado. El acto de constitución contó con la presencia de Paquito Rosales y otros compañeros del Comité Distrital del Partido
El 14 de septiembre se eligió la dirección del Soviet que contaba con 7 miembros, destacándose Rogelio Recio como el representante principal, aprobando Inmediatamente las siguientes medidas:
- Declarar propiedad colectiva el ingenio, la refinería, las colonias y las fincas ganaderas de la Compañía y de Manuel Arcas Campos.
- Se organizó una comisión (septiembre /33) de 5 compañeros encabezada por Francisco Pérez Risco, Secretario General del Sindicato, con el objetivo de discutir los planteamientos obreros con la Compañía y las autoridades superiores.
-Disolver la Comisión de Estaca y organizar militarmente la defensa obrera campesina mediante la constitución de la guardia roja.
-Repartir tierras a los desposeídos.
-Establecer un asentamiento poblacional en el barrio María Luisa.
- Reorganización de la Comisión de Auxilio, encargada del abastecimiento de víveres y alimentos.
- Emisión de boletines y volantes de propaganda política.
- Poner en práctica obras de saneamiento en el poblado.
Las gestiones del Comité de Huelga en pos de las demandas de los trabajadores recibieron el apoyo de Antonio Guiteras Holmes, Secretario de Gobierno. El resultado fue positivo, la compañía aceptó el pliego de demandas, con énfasis en los tres turnos de 8 horas y el derecho sindical. De regreso a Mabay, otras tareas de orden interno extendieron las labores de los huelguistas y no fueron pocas las dificultades y provocaciones de la administración.
Para el 2 de octubre de ese año el interés de los azucareros era ganar la huelga y comenzar a trabajar, pues la situación económica se agravaba, condición que golpeó la labor de los comunistas en su tarea de convencer as los demás trabajadores y pobladores, la línea política que sustentaba esa fórmula de gobierno. Considérese, además, que la propaganda anticomunista y la propia contraposición de los directivos de la industria entorpecían la permanencia del Comité de Huelga en el central.
Así terminó el Soviet; sin embargo, los comunistas defendieron hasta el triunfo revolucionario del ’59 el nombre que designó al poblado.
Al reflexionar sobre la justeza de aquella medida los criterios de los propios comunistas fundamentan que como consigna, la idea de crear un gobierno de obreros y campesinos era totalmente justa, pero no así como consigna de acción pues ni las condiciones cubanas, objetivas y subjetivas, ni el contexto internacional favorecía su materialización.(21)
Por otra parte, la consigna de obreros y campesinos llegó a convertirse en un obstáculo para la realización del frente único nacional, no sólo por la estructura semántica de la palabra soviet, que le confería un sello ajeno a los preceptos políticos, ideológicos y culturales que predominaban por aquellos años en Cuba, sino también por el contenido de clase y algunos de sus objetivos programáticos. La propuesta excluía de la unidad de acción a un grupo importante de sectores sociales que se oponían al régimen, independientemente de sus intereses de clase. Algunas de las metas que se incluían lejos de aunar, dividían.
En ese mismo sentido, la propuesta de establecer un poder de obreros, que incorporaron a campesinos, soldados, marinos, pequeños colonos y otras capas de la pequeña burguesía, se contraponía al carácter de liberación nacional que la etapa agraria antimperialista definía a partir de 1933.
A pesar de los factores y condicionantes adversos para su realización, los comunistas locales tuvieron la oportunidad de sacar experiencias para las luchas posteriores.
El viraje táctico (1933–1935).
El derrocamiento de las fuerzas de Machado, en modo alguno indicaron el triunfo de la Revolución. La aplicación mecánica de conceptos de la Internacional Comunista, la insuficiente función dirigente del Partido; la falta de unidad entre los distintos grupos en lucha, la acción de las fuerzas oposicionistas burguesas y la presencia de los buques norteamericanos en las costas de Cuba, contribuyeron a ese desenlace.
Los análisis del V Pleno del Comité Central del Partido Comunista (agosto-septiembre/33) definen el cambio de la lucha de los obreros cubanos orientada hacia dos etapas: la primera, de carácter agrario y antimperialista, y la segunda, de contenido socialista.
De este análisis se derivó el acuerdo de establecer los soviets donde las condiciones lo propiciaran, sobre la base de un gobierno de obreros y campesinos que fuese poniendo en práctica la primera de las etapas. Pero la realidad demostró que en Cuba aún no existían las condiciones subjetivas ni la suficiente madurez partidista para instaurar ese proyecto soviético que a la larga había conducido al aislamiento del Partido, por lo que esta organización se imponía utilizar procedimientos y fórmulas propias para lograr el triunfo revolucionario. Las razones expuestas, fueron defendidas por Villena en reunión con el Comité Central (noviembre/33), donde participaron miembros del Comintern.(22)
En los predios de la región del Guacanayabo, donde aún se hablaba de los días de existencia del Soviet de Mabay, el Partido Comunista local también evaluó el momento histórico y reorientó sus acciones. En noviembre, una carta del Comité Distrital de Manzanillo era estudiada y analizada por cuantos comités seccionales, regionales y células comunistas hubiese por esta zona. Dos aspectos medulares fueron razonados: la situación política, cubana y regional y el conjunto de acciones que destacarían la actitud de los comunistas locales a partir de ese momento.
El análisis de la realidad, el documento demostró que la situación se agravaba debido a la represalia terrorista del gobierno de Grau San Martín, por la sumisión del ABC al imperialismo yanqui y por las acciones de los renegados del Partido; en zonas tan cercanas como Santiago de Cuba y Guantánamo, aunque en este último aspecto no refiere la existencia de algún núcleo de ellos en Manzanillo.
Al proyectar la actitud de los comunistas, la carta precisa que consiste en "desarrollar y profundizar las luchas de las masas por sus reivindicaciones y mantener la línea independiente del proletariado"(23). Seguidamente relaciona las tareas por cumplidor en la nueva etapa destacando la formación de los Comités Conjuntos de Acción (propuestos por Villena desde 1933) y la creación del Frente Único poniendo, en el centro de ambas organizaciones el poder de obreros y campesinos, apoyados por los Comités de Soldados y Marinos. El resto de las acciones se identifican con las reivindicaciones sociales de los diferentes sectores de la localidad.
Es válido reconocer que el Partido hace un llamado a los miembros de las organizaciones burguesas, a soldados y a marinos para que junto a los obreros se alisten en el Frente Único. Puede entenderse este acto como un paso de avance en la superación del izquierdismo, que desde los inicios se enraizó en sus filas.
Al censurar tajantemente las represalias que se cometieron durante el Gobierno de los Cien Días, el Partido no podía admitir la existencia de una fracción reaccionaria dentro de él. Las posiciones asumidas por los comunistas manzanilleros no muestran identidad con los criterios de lucha armada y como revolucionarios que concibió Guiteras, aspecto que no pasó de las simpatías y el agradecimiento que los comunistas de Mabay le merecieron a esta personalidad por su empeño en dar una solución positiva a los reclamos de los obreros y por otro lado, de algunas gestiones que se hicieron en el apoyo armado a los obreros de Media Luna en julio de 1934.
Por esta fecha Blas Roca es trasladado a La Habana por acuerdo del Comité Central para formar parte de la dirección nacional del Partido, hecho que queda consumado después de la muerte de Villena, y como resultado del II Congreso del Partido (abril/34) donde es aprobado como Secretario General. Su salida definitiva del Comité Distrital de Manzanillo le preparaba nuevos horizontes políticos. En Paquito Rosales recaía la responsabilidad de conducir el movimiento obrero y comunista manzanillero.
El año 1934 estrena el gobierno de Calos Mendieta, que en esencia quedó compartido con Jefferson Caffery, embajador norteamericano y el ya conocido Jefe del Ejército, Fulgencio Batista y Zaldívar. Al mismo tiempo, a partir de este año se ubica el comienzo de la rectificación de los errores para el Partido Comunista lo que condiciona hasta marzo de 1935 un impetuoso movimiento popular.
Para la región es notorio ese incremento de las acciones combativas, además del alcance y el salto cualitativo que se aprecia en el movimiento obrero. Algunos hechos lo ilustran.
Entre los días 12 y 15 de enero de 1934, el IV Congreso Obrero de Unidad Sindical demostró el nivel político y organizativo alcanzado por la clase obrera bajo la dirección del Partido y la CNOC. En las resoluciones aprobadas fueron reconocidas las huelgas azucareras de Mabay y la lucha de los portuarios, así como el papel desarrollado por la FOM. Se orientó la necesidad de fortalecer la Federación Sindical Regional, por lo que se definieron los límites territoriales para la acción.(24)
Ese cónclave fueron elegidos como miembros del Comité Ejecutivo Confederal, (organismo dirigente de la CNOC), César Vilar (de la Federación Sindical Regional de Manzanillo), Prudencio Milán, (Sindicato Portuario "Fraternidad del Puerto") y Alfredo Pique (Sección Sindical de Mabay).
Sin dudas, la región de Manzanillo iba ocupando un lugar destacado dentro del movimiento sindical nacional. A pesar de la represión de la policía y el ejército los comunistas y la FOM organizaron y lideraron un jubiloso acto por el 1ro de mayo. El 10 de julio de 1934 una concentración gigantesca colmó las calles manzanilleras por el sepelio de Agustín Martín Veloz, también se organizaron guardias de honor en el local de la FOM.
En la etapa resalta, por su trascendencia dos sucesos que expresan la conciencia de clase que iba adquiriendo el proletariado local.
El primero, la concentración de obreros agrícolas e industriales del central Media Luna demandando el cumplimiento del convenio de zafra, conquista de movimiento obrero en esa localidad. El Partido Comunista de Manzanillo hizo gestiones para conseguir armas para los concentrados, pero llegaron demasiado tarde; la manifestación fue vilmente baleada, por lo que se conoce como la Masacre de Media Luna.
El otro suceso referido es el movimiento huelguístico orientado y dirigido por el Comité Distrital y la Federación Sindical Regional de Manzanillo que estalló por toda la costa del Guacanayabo, desde Manzanillo hasta Niquero, por reivindicaciones económicas y políticas, estas últimas en mayor cuantía. La consigna se resumía en "¡Pan, Tierra y Libertad!"
Por la connotación del movimiento el Comité Central envió una carta al Comité Conjunto de Acción de Manzanillo, mostrando la solidaridad con la heroica lucha y haciendo llegar un grupo de orientaciones en las que con mucho tacto e intención educativa se recalcaba el papel que debe jugar esta organización en la conducción de la lucha. El compañero Blas Roca, en su misiva no dejó de reconocer el significado político de estas acciones: "Con esa potente huelga mantenida por miles de trabajadores, apoyados por las masas campesinas de la región […] Uds. elevan a planos superiores las luchas revolucionarias de Cuba”.(25)
Aún cuando conocían los puntos vulnerables de su labor política los comunistas arribaron a 1935 con un alto espíritu de combatividad, pues el Comité Distrital había experimentado en la región el trabajo del Comité Conjunto Acción y recogía frutos sobre la participación del campesinado en la lucha obrera, aspectos que a partir de febrero de ese año, se adoptarían nacionalmente para concentrar el frente único entre los trabajadores de todas las tendencias, según acuerdo del IV Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
El primer trimestre del ’35, a pesar de la clausura de la FOM, la persecución a los comunistas y los bandos militares decretados en algunos centrales, las manifestaciones se mantuvieron vigentes, destacándose el apoyo de los comunistas a la huelga general que la CNOC y el Partido Comunista de Cuba secundaron, a pesar de sus reservas respecto a las condiciones organizativas para su realización.
La Federación Sindical Regional, desafiando las medidas del régimen contra e4l movimiento revolucionario, participa en el IV Pleno de la CNOC. (21-22 de julio)
Después de frustrada la acción de masas se producen algunas agitaciones aisladas. Se manifiestan el huelga los pescadores y les siguen los panaderos, los que recibieron el apoyo de varios sectores y obtuvieron importantes victorias.
También hay referencias de que en Manzanillo se creó el Comité de Frente Único en el que ingresaron además de los comunistas, algunos auténticos, agraristas y guiteristas, por demandas de carácter social y político.(26)
Como en La Habana y en el resto del país, la huelga fracasó. En el análisis de las causas de este colapso político se destaca una por su objetividad: la falta de unidad entre las fuerzas revolucionarias, factor que fue aprovechado por los cuerpos represivos al servicio del régimen, desatando entre los meses de abril y mayo una despiadada ofensiva contra el movimiento obrero y comunista.
El resultado inmediato de la acción terrorista fue una declinación en las acciones revolucionarias en el territorio, considerado como un repliegue momentáneo de las fuerzas más radicales, que bajo la guía de Paquito Rosales aprovecharían estos años para reorganizarse y proseguir, posteriormente el combate por la independencia nacional.
El viraje táctico de noviembre de 1933, a pesar de su continuada concepción sectaria y la aplastante derrota del ’35, multiplicó el papel de los comunistas en toda la región, permitiendo a la vez, escalar peldaños en el cumplimiento de los objetivos propuestos desde su fundación.
Aciertos y limitaciones: una reflexión necesaria.
La Revolución del ’30 se inscribe en la historia como una etapa de cambios apreciables y significativos para la vida política del país.
En su desarrollo, la actuación de las fuerzas comunistas locales conquistó el lugar de vanguardia dentro de la clase obrera en un peculiar proceso de maduración política e ideológica, que a la luz de los tiempos actuales revela una trayectoria con aciertos y limitaciones producto a las cambiantes situaciones históricas y a las posiciones de otras fuerzas políticas.
Las células comunistas locales crecieron y se desarrollaron en el seno de la clase obrera nutriéndose, inicialmente, de los elementos más radicales del puerto, de las tabaquerías, de los talleres de zapaterías y de los centrales, posibilitando un amplio y fructífero trabajo en la tarea de reorganizar y revitalizar el movimiento obrero. Ese origen proletario le permitió avanzar en el proceso de radicalización y fortalecimiento ideológico de la clase proletaria, expresada en el paso del gremialismo al sindicalismo sobre todo, en los sectores fundamentales y en la elevación de la conciencia de clase.
Además de dar vida a los sindicatos el Partido recuperó a la FOM y su influencia en la actividad revolucionaria garantizó que en el territorio funcionara una de las dos Federaciones Sindicales Regionales, trasladando su acción y experiencia a otras zonas de la región. En ese proceso fue vital que los puestos de dirección de estas organizaciones obreras fueran ocupados por los comunistas, encargados de realizar una labor educativa y orientadora sobre la base de conceptos fundamentales del marxismo como ideología del movimiento obrero.
En su misión de elevar el protagonismo de las masas, el Partido constituyó un bloque de organizaciones que le facilitarían su vinculación con otros sectores. Se crearon los Comités Locales de la Liga Juvenil Comunista, de Defensa Obrera Internacional y de la Liga Antimperialista, entre otras.
El Partido apoyó y dirigió en muchos casos, los principales procesos y acciones directas que incluía el movimiento huelguístico que recorrió la zona por esos años.
Supo conducir el método de la lucha parlamentaria, posibilitando a través de su programa electoral, la difusión de los verdaderos objetivos y las tareas que el Comité Distrital había concebido para la orientación y dirección de las demandas obreras.
En sus manifiestos, llamamientos y artículos varios, los comunistas denunciaron y combatieron tenazmente a los opositores reaccionarios y a los elementos desestabilizadores dentro del movimiento obrero. En este aspecto la intelectualidad manzanillera, jugó un papel destacado y constituyó un sector de la población donde el Partido encontró membresía.
En el propio desarrollo de la lucha antimachadista, del enfrentamiento al imperialismo y en la concreción de importantes decisiones partidistas se forjaron y moldearon líderes comunistas y obreros que posteriormente ampliaron sus horizontes políticos en tareas de mayor envergadura. Estos son los casos de Blas Roca Calderío, César Vilar y Paquito Rosales, entre otros.
De forma general, el Partido ganó prestigio y confianza entre los sectores más humildes, y se le otorga el mérito de haber interpretado fielmente las necesidades y aspiraciones de los explotados, al contribuir con su acción que las conquistas económicas y democráticas alcanzadas en el territorio, constituyeran un paso de avance en el nivel organizativo del movimiento nacional.
No obstante, la limitación fundamental que acompañó durante toda la etapa a los comunistas locales fue la insuficiente preparación desde el punto de vista teórico y político que les impidió adaptar correctamente los principios y conceptos de la teoría marxista-leninista a las exigencias particulares de la Revolución en la región.
La dependencia durante varios años a las orientaciones de la Internacional Comunista, que impuso algunos criterios conceptuales desconociendo la realidad cubana, no le permitieron superar las concepciones sectarias, que se tradujeron en no comprender acertadamente la teoría de la lucha de clases, del alcance de la unidad nacional, del concepto de lucha armada y de no poder distinguir la fracción revolucionaria que dentro de la oposición reformista y burguesa podría convenir al logro de los objetivos políticos de los trabajadores.
Esta inmadurez, reconocida también como el infantilismo que lo acompañó desde su nacimiento, limitó el vínculo con estudiantes y con los elementos radicales de la burguesía, además de impedir que la organización contara con un verdadero programa político.
Las reiteradas detenciones que acosaban a los principales líderes obreros y comunistas, aún cuando calaron profundamente en sus ideologías, incidieron en la estabilidad de la dirección del movimiento revolucionario local.
A esta serie de limitaciones, se suma la influencia de la acción anticomunista de los elementos reaccionarios y del propio imperialismo que a través de su propaganda intentaban desvirtuar su acción entre las masas.
Cuando se hace el análisis de los resultados de la actividad de las fuerzas comunistas locales en el período revolucionario de 1930 a 1935, se reflexiona en torno a las condiciones en que aquellos propagandistas iniciales desplegaron la formidable tarea de señalar el camino. No se trata de condenar ni apologetizar, sino de hacer valer la justeza de la historia.
A manera de conclusiones.
Durante la etapa de 1930 a 1935 el Partido Comunista en Manzanillo, en condiciones de ilegalidad y sometido a una constante represión, desempeñó su labor política en correspondencia con las orientaciones de la Internacional Comunista y el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, adecuando los cambios tácticos al contexto local. La actuación de los comunistas manzanilleros se concentró en la reorganización y radicalización de la clase obrera, en la creación de organizaciones que facilitaron su trabajo entre las masas, en la construcción del gobierno de obreros y campesinos (soviets) y en la construcción del Frente Único en la primera etapa de la revolución agraria y antimperialista.
La acción del Partido en la región se desarrolló paralela al proceso de consolidación de su estructura orgánica. El mérito de su actuación estriba en haber interpretado fielmente las necesidades y aspiraciones de la clase obrera y el resto de los sectores explotados bajo el dominio neocolonial.
La trayectoria del Partido Comunista en la región obedeció a las cambiantes situaciones históricas y a las posiciones de otras fuerzas políticas. Como aciertos, el Comité Local logró elevar el nivel de concientización de la clase obrera, dirigió las principales acciones combativas del movimiento obrero y de otros sectores hasta alcanzar conquistas económicas y políticas, ganó prestigio y confianza entre los sectores más humildes de la zona y contribuyó a elevar a planos superiores la lucha local en el marco nacional liberador. La principal limitación de su actuación fue no poseer una suficiente preparación teórica y política que le permitiera adoptar una correcta posición ante los problemas esenciales de la Revolución Cubana en el marco regional. La carencia de un programa político verdadero y el mantenimiento de posiciones sectarias, que le impidieron comprender el alcance de la lucha de clases y de la unidad nacional, revelan su manifestación.
Notas y referencias bibliográficas.
1.-Las "comisiones de estaca" eran grupos de 4 ó 5 trabajadores armados con estacas de madera que permanecían en los centros de trabajo mientras el resto de los compañeros estaban en huelga, impidiendo que elementos reaccionarios, los rompehuelgas, ocuparan los puestos. Este medio de lucha fue utilizado también por otros sectores, entre ellos, los portuarios.
2.-Alina Martínez, Triay. "Conversando con Blas Roca". En Revista El Militante Comunista. Edición Especial, agosto 1985, p. 2-3.
3.-Carta de la FOM al Alcalde Municipal (4/3/30). En Fondos Documentales del Museo de Luchas Obreras. No. Inv. 0-418.
4.-Documento: "Manifiesto de la CNOC contra la represión gubernamental y por las demandas obreras", (5 de marzo de 1930) En: El Movimiento Obrero Cubano. Documentos y artículos, T-II, p.148-154.
5.-Documentos: "Manifiesto y programa de lucha del grupo Pro-Unidad dirigido a los ferroviarios", (30 de abril de 1930) En El Movimiento Obrero Cubano (nota complementaria), T-II, p.175.
6.-Manifiesto del Comité Local del Partido Comunista citado por el colectivo de autores de Síntesis Histórica de Manzanillo, 994. p. 89.
7.-Este último hecho es señalado por Lucilo Battle en su obra “Blas Roca”, continuador de la obra de Baliño y Mella”. 2005, p. 25.
8.-Manuel Navarro Luna, nacido en Jovellanos, Matanzas en 1894, llegó a Manzanillo a pocos meses de nacido, con su madre y hermanos en extrema pobreza. Por su conducta y posición política se reconoce como un legítimo manzanillero.
9.-Alina Martínez Triay. Ob. Cit. p, 4.
10.-Los "apapipios" eran elementos reaccionarios que cínica y descaradamente delataban a los obreros y otros elementos revolucionarios. Los comunistas le llamaban "bribones" y "serpientes venenosas".
11.-Volante Llamamientos del Comité Local del DOI. Sección de documentos del Museo de Luchas Obreras. Manzanillo. (No. Inv. 0-190, 0-195 y 0-198).
12.-Testimonio citado Francisco Monserrat Iser en su trabajo “Apuntes históricos sobre la labor del Partido Comunista de Manzanillo. (1925-1933)”. Museo de Luchas Obreras, Manzanillo, 1991.
13.-Manifiesto de la Liga Antimperialista de Cuba; C.S. de Manzanillo. Núcleo No. 9 (1933). Sección de Documentos Museo de Luchas Obreras, Manzanillo. (No. Inv. 0-194)
14.-Carta del Comité Local de Desocupados y de la FOM al Ayuntamiento, a los concejales y al Alcalde Municipal. (S.A.). Sección de Documentos Museo de Luchas Obreras, Manzanillo. (No. Inv. 0-170)
15.-Manifiesto del Comité Local del PCC, (S.A.) Sección de Documentos Museo Luchas Obreras, Manzanillo. (No. Inv. 0-200).
16.-Llamamiento del Comité Local del DOI, (2.9) Sección de Documentos Museo de Luchas Obreras, Manzanillo. (No. Inv. 0-195)
17.-Lionel Soto. Ob. Cit., T-II, p. 149.
18.-Referencias de Onoria Céspedes Argote en “Actividades y proyecciones de trabajo materializadas por el Partido Comunista en el central Mabay”, p.5
19.-Lucilo Battle. Ob. Cit. P. 26.
20.-Modesto Tirado. Efemérides de Manzanillo, [S.A.], t-4, p. 507.
21.-Lucilo Battle. Ob. Cit. P.26.
22.-Consideraciones de Fabio Grobart en la conferencia "Preguntas y respuestas de los años ‘30". En Trabajos Escogidos. 1988, p.107.
23.-Angelina Rojas Blaquier. "El Partido de los nuevos tiempos". En: Revista Cuba Socialista No. 37 Octubre-Noviembre 2005. p,6.
24.-Carta del Comité Distrital del Partido Comunista de Cuba en Manzanillo. (11/nov./33). En Sección de Documentos Museo Luchas Obreras. (No. Inv. 0-201)
25.-Para Manzanillo, los límites se diferenciaron desde Cape Cruz (Pilón)-Mabay y Jobabo. En la Resolución sobre organización también aparecen los límites para la Federación Sindical Regional de Bayamo y Jiguaní. Ver "Resolución aprobada en el IV Congreso Obrero de Unidad Sindical", en El Movimiento Obrero Cubano. Documentos y artículos. T-2, p.621.
26.-"Carta del Comité Central del Partido Comunista de Cuba al Comité Conjunto de Acción de Manzanillo". En El Movimiento Obrero Cubano. Documentos y Artículos. T-2, p. 779-780.
27.-Historia del Movimiento Obrero Cubano, (1935-1958). Editora Política. La Habana, 1985. p. 23.
Fecha de pueblicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.