Francisco Estrada, como la inmensa mayoría de los jefes y combatientes del Ejercito Libertador, careció de escuela o experiencia bélica previa antes de su incorporación a filas en octubre de 1868. Fueron las propias acciones combativas y la necesidad de preservarse, luchar y obtener la victoria, quienes determinaron su forma de quehacer en la manigua cubana.
Al estudiar su vida, observamos una gran influencia sobre su pensamiento táctico de los primeros años de la guerra grande, cuando bajo las ordenes de 2 veteranos con preparación militar, como fueron los dominicanos Luis Marcano y Modesto Díaz, tuvo, en su carácter de soldado y clase, y posteriormente de oficial jefe de pequeñas unidades, que actuar en condiciones desventajosas que lo obligaron a acudir a los métodos irregulares de combate contra fuerzas mucho mas poderosas y fogueadas. Las amargas realidades del enfrentamiento a la creciente de Valmaseda en 1870-71, y la posterior dispersión de fuerzas en las jurisdicciones de Bayamo y Manzanillo en 1873, lo convirtieron en experimentado guerrillero y jefe, capaz de utilizar de forma muy eficaz los métodos de acoso, hostigamiento y desgaste del enemigo con mínimas perdidas de fuerzas propias.
La descripción de su forma de actuar al frente de la Brigada Occidental de Holguín, la Brigada Tunera y la División Volante, todas durante la guerra de 1895, y su intenso quehacer en muy duras condiciones al frente de la digna Banda de la Independencia después de la Protesta de Baraguá, así lo atestiguan.
La Brigada de las Tunas, después de participar en la toma de Guáimaro, desarrolló sus acciones en los territorios de Puerto Padre, Chaparra, Las Parras, Buenaventura y Velazco, mediante acciones de emboscadas y ataques sorpresivos a convoyes y columnas españolas; al igual actuó la División Volante, que con apenas 30 bajas en mas de 20 acciones entre Baire y Palma Soriano, ocasionó, según partes españoles, 98 muertos y centenares de heridos a las tropas de Escario en 1898.
Un documento, comunicación No. 145 del General Estrada, con fecha 14 de mayo de1898, desde el poblado de San Juan, jurisdicción de Holguín, y dirigido al General de Brigada Joaquín Planas recoge la siguiente disposición de combate:
Teniendo conocimiento de que el enemigo viene de los poblados de San Manuel y Puerto Padre con rumbo a Holguín, he dispuesto que el Tte. Coronel Pedro González ocupe posiciones en el camino de San Pedro del Vedao con 150 hombres, que el Capitán Tomas Pérez con 40 hombres emboscados en el paso del Río Chaparra entre la Loma Garmendia y Vedao. El Tte. Coronel Rojas con 100 hombres sobre Seibabo.
En estos momentos doy órdenes al Sargento Pedro Martínez y a Flores Hernández para que poniéndose a órdenes de UD. Les sirvan de prácticos. Caso de oír fuego por el camino del Vedao, ocupara con su infantería la posición del Cap. Tomas Pérez, dejando la caballería para batir al enemigo en el lugar más oportuno. Hago saber a los jefes de las secciones de exploradores que puede suceder que venga columna de Holguín, para que no dejen descubierta la retaguardia. Creo oportuno que aproxime la infantería hacia el lugar que le he indicado y la caballería acampe donde le indique el Sargento Flores Hernández.
Nota: De oírse los fuegos la caballería puede batir al enemigo y ocupar en el Sao del Freno.
De UD. Con toda consideración
General Estrada.
Organización Civil
El Ejercito Libertador estableció desde la guerra de los diez años un tipo de organización civil que garantizaba los aseguramientos de diverso tipo, y constituían base importante en su retaguardia, guarecidas debidamente aprovechando las características del teatro de operaciones, estas estructuras constituían Las Prefecturas Mambisas.
Sin embargo, el desarrollo exitoso de las acciones en la contienda de 1895 agregó un nuevo elemento organizativo como lo fue la ocupación de villas, poblados y ciudades, en los cuales se hacia imperativo organizar un sistema de autoridad y control constituido con carácter de gobierno provisional. Los jefes mambises, en su mayoría, fueron cuidadosos en hacer cumplir esta medida, aunque en ocasiones, por inexperiencia o negligencia, esto no se realizaba adecuadamente, provocando conflictos con la población, divergencias entre los mandos militares y civiles, y violaciones sobre el derecho de las personas.
Francisco Estrada, aunque no tenía preparación académica y cultural suficiente, llevado por sus principios éticos y su elevado concepto de la disciplina, fue siempre cuidadoso de estos importantes aspectos.
Al frente de la Brigada Occidental de Holguín ocupo varias poblaciones de esta zona, y en sus comunicaciones puede constatarse esta cualidad.
El 10 de mayo de 1898, al ocupar el poblado de San Andrés, envía su comunicación No. 134 al Comandante de Armas designado para esa plaza, donde expresa:
Al hacerse cargo del honroso puesto que este Cuartel ha tenido a bien conferirle, observara UD., además de las órdenes del Jefe de Departamento, las siguientes instrucciones:
1ro. Quedan a cargo de UD. Para el orden y seguridad d la plaza, el Capitán Tomas Pérez con una Compañía del Regimiento Martí.
2do. Las exploraciones a cargo del Tte. Herrera y Sub Tte. Hernández le darán conocimiento diariamente de cuantas novedades ocurran, tomando UD. En caso del enemigo las disposiciones pertinentes al caso.
3ro. En Cabezuelas existe una exploración sobre los caminos de Holguín, con el que se pondrá de acuerdo a fin de que le participe oportunamente los movimientos del enemigo.
4to. Cuantas dudas se le presenten, y que no pueda resolver, las consultará de inmediato con este Cuartel General.
5to. No permitirá bajo ningún concepto desmanes, ni que se destruyan las estancias del poblado y sus alrededores.
6to. Sin autorización de este Cuartel, no permitirá que familia alguna mude su residencia para el pueblo.
7mo. Los individuos que componen la guarnición no podrán alejarse más de 1 Km. De sus cuarteles, salvo por orden suya, y dentro de las horas que UD. Como jefe de la Plaza establezca.
En otra ocasión, ante las quejas de familias en poblados ocupados, a las cuales se les negaba la alimentación, requirió firmemente a los alcaldes de Velazco y Calderón, en comunicaciones respectivas fechadas el 27 de mayo. Similar actitud asume al conocer actos impropios de oficiales y soldados que toman o arrebatan medios de ciudadanos para su propio uso. Inclusive, cuando conocía de hechos de este tipo cometidos por personal no directamente subordinados, los ponía en conocimiento de sus jefes para exigir responsabilidades, como fue el caso referido en su comunicación No. 166 del 28 de Mayo, dirigida al Mayor General José M. Capote, donde le informa haber conocido varios desmanes cometidos por el Teniente Tablada contra varios ciudadanos y le solicita al jefe que "se sirva disponer lo que crea necesario para evitar que este oficial siga cometiendo desmanes que nos desprestigian".
Su preocupación por la salud de las tropas, y su respeto por las disposiciones de los especialistas de la Sanidad Militar mambisa, fueron también muestras de su integralidad, siendo muestra de ello las medidas que ordena, al conocer de indisciplinas e incumplimientos de algunos jefes con relación a medidas sanitarias dictadas:
Al Coronel Luis Hechavarría
Este Cuartel General se ve en la necesidad de tomar severas medidas con los individuos que salgan de los poblados enemigos infectados con la epidemia de Viruelas, y UD. Que se encuentra con sus fuerzas cerca de los pueblos, tomara las siguientes medidas:
1ro. Establecerá un campamento, que a juicio del Dr. Nicolás Guín Ferrer, reúna las mejores condiciones de higiene, al que irán todas las familias que salgan del pueblo, y después de transcurrido el tiempo que el Dr. Mencionado estime conveniente para la observación, pasaran a fijar residencia donde lo estimen pertinente.
2do. Este campamento deberá colocarse en un punto que este fuera de toda comunicación del pueblo y libre de transito.
3ro. Tan pronto surja uno de los acampados infectado de Viruelas, lo trasladarán a un hospital que se fundará exclusivamente con este objeto.
4to. Si algún individuo de las fuerzas se contagiase, lo enviará de inmediato al hospital militar que provisionalmente UD. fundara.
5to. Nombrará una guardia, que situada a distancia conveniente, cuidara que por persona alguna se visite a los acuartelados.
6to. Procurará que dentro del campamento quede alguna colonia militar para evitar el contagio, y si fuera necesario suminístrales viandas, serán conducidas a un punto entre la guardia y el campamento, donde vendrán a recogerlas.
Del cumplimiento de esta Orden, será Usted el único responsable ante este Cuartel.
San Manuel, 17 de Mayo, El General Estrada.
Cuidado y atención a las tropas.
El estado político moral y las necesidades materiales mínimas de las tropas era una constante preocupación de los jefes del Ejército Libertador. Sobre el primero, el trabajo por la preservación de la moral combativa y la disciplina, evitando la penetración de las ideas diversionistas relativas a la autonomía, anexión u otra formas ajenas a la absoluta independencia, preservando la integridad del ejemplo y prestigio ante la población y respetando la integridad física de los enemigos heridos, eran imprescindibles pautas de conducta.
La cobertura de las necesidades materiales, en todas las contiendas, se tornaba una tarea más difícil. Tómese en cuenta que la represión española hacia muy difícil el acceso del apoyo de la población urbana, y la población rural, salvo los hacendados, mayoritariamente antiindependentistas, vivía en condiciones de miseria. El aporte de las expediciones que lograban llegar a la isla, y la iniciativa, creatividad y dedicación de los encargados de la Logística en Prefecturas y campamentos, eran prácticamente el único aseguramiento seguro de las tropas. Esta situación afectaba en ocasiones la capacidad combativa, y era, por tanto, de constante preocupación de los jefes.
En ambas vertientes, Francisco Estrada, cuya formación política era autodidacta, y que a lo largo de las guerras había afrontado durísimas condiciones de carencias en las guerrillas de la Sierra Maestra, La Banda Independiente y otros episodios, fue extremadamente exigente y cuidadoso en estos aspectos.
En abril de 1898 conoció la orden dada al Tte. Coronel Luis Masferrer de realizar reclutamientos para un nuevo regimiento, con hombres del campo sin experiencia combativa, y algunos con limitaciones físicas. Unido a ello se le ordenaba a Estrada la entrega de elementos logísticos para estos hombres. Aunque cumplió disciplinadamente la orden, manifestó enérgicamente su inconformidad ante los superiores:
Al General José M. Capote
[...] el reclutamiento que realiza el Tte. Coronel Masferrer desorganiza completamente el territorio bajo mi mando. Dígame UD. que hago. Tómese en cuenta que esta reclutación deja abandonadas en el campo a muchas familias, sin albergue ni apoyo, y expuestas a morir de hambre [...] Varios jefes de predios se han dirigido al Tte. Coronel González, del Batallón Ocujal, diciéndoles que los están obligando a abandonar las siembras.
Esto lo manifestó en su comunicación No. 162, en tanto, en la comunicación No 167, hacía saber al mismo jefe:
El estado de las fuerzas es pésimo con respecto a higiene, según parte que me da el Dr. Troncoso, hoy ha medicinado a 30 individuos, que sufren principalmente por lo rudo de la campaña en las sierras y por la falta de alimentos, pues estos se reducen solamente a carnes, de las que se carece casi en absoluto sin tener nada de viandas.
Otra de las circunstancias que concurren al mal estado de las tropas es el hallarse en su mayoría sin zapatos y operando en terrenos escabrosos. Le agradecería en nombre de valientes y sufridos soldados, se dignara facilitarme un poco de hilaza, cáñamo o hilo de cualquier clase que sirviera para la construcción de calzado. El poco que había lo tomó el referido Masferrer sin nuestra autorización [...] De seguir estos reclutamientos desordenados, me veré en el sensible caso de no ocuparme para nada de la organización de las fuerzas, toda vez que órdenes de tal naturaleza hacen inútiles todo tipo de sacrificio que pueda hacerse.
General Fco. Estrada
Francisco Estrada y Bartolomé Maso.
El Comandante Modesto Tirado fue un patriota puertorriqueño que combatió a las órdenes del Mayor General José Maceo en la guerra del 95, siendo Ayudante personal del mismo y excepcional testigo de su muerte en Loma del Gato. Al terminar esta contienda se establece en Manzanillo y organiza junto a Masó la Asociación de Veteranos, participando junto a este en la frustrada campaña por la presidencia de la Republica. Fue también Modesto Tirado, amigo íntimo del General Estrada.
Por orden del General Masó, dirigió la siguiente comunicación a Estrada:
Manzanillo, Abril 20 de 1902.
General Francisco Estrada
Curao
Mi querido General y amigo
Tengo sumo gusto en participarle que el General Masó lo ha designado a UD. para que vaya al frente de la Comisión que ha de saludar en su nombre al Presidente electo, Sr. Estrada Palma. La Comisión se compondrá de 5 o 6 personas y se dirigirá a Bayamo por tierra o por Cauto el día 24 del corriente. Póngase pues en camino aunque este viaje le robe alguna parte del tiempo que tanto necesita. Nadie tiene más derecho a ostentar sus estrellas ante el Presidente de la República, que el que supo ganarlas desde soldado.
Le quiere, su amigo y antiguo compañero
M.A. Tirado.
El gesto de confianza del Mayor General Masó no era inesperado. Conoció a Estrada desde la gesta del 68, apreciando de forma temprana su espíritu de intransigencia con respecto a la lucha por la total independencia. Lo apoyó durante la continuidad de la lucha por la Banda de Independientes después de Baraguá y en su alzamiento en la llamada Guerra Chiquita. Durante los años de tregua, después del regreso de Masó de la expatriación impuesta por las autoridades españolas, estas relaciones se profundizaron, conspiraron e intercambiaron criterios, participaron en todos los intentos de reavivar las llamas de la lucha, y desde los meses finales de 1894 trabajaron juntos, afanosamente, en los preparativos de la Guerra Necesaria de José Martí, hasta fundirse en un abrazo, armas en manos, el 3 de Marzo de 1895 en Sabana la Larga.
Al finalizar la guerra Masó ocupaba la presidencia de la República en Armas, cargo en el cual cesa el 9 de Noviembre de 1898, no sin antes haber escrito al Presidente Mc. Kinley el 1ro de Septiembre: "[...] nuestros propósitos no han sido nunca entregar a Cuba a una agrupación victoriosa que considere la Isla como su presa, sino obtener la independencia total para Cuba". Se inicia, oficialmente, el dominio yanqui sobre la isla.
El Gobernador general, Leonardo Wood, comienza a materializar la política de neocolonización, y después de lograr la aprobación de la Enmienda Platt se dispone a organizar la elección e instalación del primer gobierno cubano. No son ajenos a los gobernantes interventores los deseos de la mayoría de os cubanos, entre ellos un numerosos grupo de destacados patriotas del Ejercito Libertador, de lograr una república realmente independiente, libre de todo tipo de tutela y subordinación.
Wood comienza a maniobrar para lograr un gobierno conservador que accediera a las numerosas solicitudes que hacia EE.UU. En carta al Secretario de Estado le comunicaba el temor de los conservadores cubanos por la retirada de las tropas yanquis, por lo cual el le pedía que no se retirasen hasta que se efectuaran las elecciones, garantizando con su presencia el triunfo conservador. De esta forma, con el apoyo de algunas figuras destacadas de nuestras luchas, quedo conformada la candidatura de Don Tomas Estrada Palma, honesto patriota cubano del 68, al cual, su prolongada estancia en tierras norteamericanas posteriormente, transformaron en ferviente admirador de su modo de vida, y partidario de mantener una elevada influencia de este país en los destinos de Cuba.
A pesar de ello, una fuerte tendencia se opone a estos planes y evoca la figura de Bartolomé Masó como candidato a la presidencia. El veterano manzanillero acepta, y lanza un histórico manifiesto el 31 de octubre del 1901 en el cual fustiga la intervención norteamericana, la Enmienda Platt y la gestión de gobierno de Wood. Este pensamiento es coherente con sus anteriores manifestaciones, cuando en Marzo de 1898 había escrito al patriota puertorriqueño Ramón E. Betances: "Creo próximo el día de la intervención norteamericana, aunque a la verdad no me parecen tan claros los propósitos de los yanquis; siempre los he creído gente que no trabaja en balde". Los campos quedan perfectamente delimitados y el naciente imperio no puede ser indiferente al reto.
El historiador Martínez Ortiz hizo la siguiente apreciación de la posición de Wood: "[…] no miraba muy bien la candidatura de Masó, aunque juraba ser imparcial [...] no veía con buenos ojos la posibilidad de ser electo un candidato pregonado por los suyos como un campeón contra la Enmienda Platt..."
Junto a Masó se alinearon el Partido Nacional y el Partido Democrático, con figuras de la talla de Juan Gualberto Gómez y casi todos los oponentes al plattismo. El General de División Francisco Estrada, en Manzanillo, se une con fervor a los partidarios de Masó. Cercanas tiene aun sus percepciones de la humillación sufrida a las puertas de Santiago en julio de 1898 y profunda es ya su convicción sobre los propósitos yanquis hacia la isla.
En oposición es lanzada la candidatura de Estrada Palma, y de forma temprana comienzan las maniobras para garantizar su éxito. Se nombra una Comisión electoral parcializada, que, aunque fuertemente cuestionada, se mantiene en su composición por decisión de Wood, se amenaza con despidos a los funcionarios y trabajadores públicos, se apoya con cuantiosos recursos la candidatura de Estrada Palma, y se cometen otros fraudes y desmanes para garantizarla. Bartolomé Masó renuncia a sus propósitos. Ha comenzado la larga historia de la politiquería y el manenguismo en Cuba.
Francisco Estrada también había conocido a Tomas Estrada Palma durante la guerra del 68, y sobre El conservaba el criterio del honesto patriota que al ser apresado en las Arenas de Tunas por las tropas españolas, no negó ante los tribunales su condición de Presidente de la Republica en armas.
El propio Estrada Palma, días después de su regreso a la isla, le escribió desde Bayamo una breve nota al dorso de un abanico (penca) que decía:
Al querido compañero de la Guerra de los diez años, al amigo General Francisco Estrada, en prueba de estimación y de cariño
T. Estrada Palma
Bayamo, 26 de Abril de 1902.
Pero, para Francisco Estrada, primaban los principios por encima de la amistad. Una vez retirada la candidatura de Bartolomé Masó, se negó inclusive a ejercer el voto.
Librepensador y antimperialista.
El 12 de junio de 1928, a las 2 de la mañana, ante el Dr. Ladislao Martínez Reyes, Notario publico, colegiado y con residencia en Manzanillo, comparecía el ciudadano Francisco Estrada Estrada para prestar testamento.
El testamento, registrado con el número 227, señala en su artículo PRIMERO: "Declaro que mi nombre es Francisco Estrada Estrada, que soy natural de Bayamo, provincia de Oriente, donde nací en la calle antiguamente llamada Caridad, hoy Estrada Palma, en veinte y uno de Enero de 1848; que soy hijo de Dolores Estrada; que fui bautizado en la Parroquia de San Juan Bautista en Bayamo; que soy Libre pensador; [...]"
Efectivamente Estrada fue de esta forma de pensar desde su propia juventud, una vez incorporado al Ejercito Libertador, y a pesar de su insuficiente instrucción, captó los rasgos fundamentales de la sociedad en que se desarrollaba, y se rebeló contra todas las manifestaciones de opresión, y contra aquellos que la sostenían. Rechazaba la explotación esclava del trabajo, y las diferencias sociales existentes en la sociedad antes y después de la independencia, manifestándose estos elementos inclusive en su apoyo en plena Republica a las reivindicaciones que dieron lugar al alzamiento de Quintín Banderas, y de los llamados Independientes del Color.
Fue, desde muy temprano, enemigo de la jerarquía eclesiástica, a la que con mucha razón asociaba con los peores intereses de la dominación española, dada la toma de posición francamente antiindependentista de la Iglesia Católica. Esto lo llevó inclusive a profesar el ateismo como filosofía de su vida. Contaban sus hijos que jamás le escucharon decir ni el tradicional "Si Dios quiere", al cual sustituía por la expresión "Salvo Contingencias".
Fue decididamente opuesto a las pretensiones yanquis de neocolonizar la Isla, haciendo plena manifestación de ello desde el mismo momento que sufrió la vejación a las puertas de Santiago de Cuba en julio de 1898, hasta su manifiesta oposición a las posiciones entreguistas de Tomas Estrada Palma y la perpetuación plattista del injerencismo yanqui.
Esta posición la manifestó siempre a sus más allegados. Un ejemplo de ello lo fue el Tte. Coronel del EL Enrique Molina Enríquez, joven patriota puertorriqueño que se incorporó a nuestras luchas por la independencia, recogiendo el legado de sus padres, participantes en Borinquen en el alzamiento conocido como Grito de Lares. Molina arribo a costas cubanas el 28 de octubre de 1896 junto a otros 37 patriotas por "Las Caletas", cerca de Maisí, combate durante varios meses en las tropas del Mayor General José Maceo, obteniendo ascensos por su combatividad. Después de la muerte de Maceo, pasa a prestar servicios con el Jefe del Departamento, Mayor General Calixto García, hasta que en Enero de 1897 es enviado a las órdenes de Francisco Estrada, quien, desde su cargo de Jefe de la Brigada de Las Tunas, lo nombra su jefe de despacho. Participa en numerosos combates, destacándose en el de Sabana de Becerra, donde rescata el cuerpo herido de su jefe, y al frente de las tropas concluye la exitosa acción.
Cuando Estrada es designado Jefe de la Brigada Occidental de Holguín, Molina marcha a su lado como Jefe de Estado Mayor y se mantiene a su lado hasta julio del 98. Concluida la contienda, Molina convive con el General Estrada en Manzanillo durante varios meses, comparten criterios y consolidan una relación de padre a hijo. Sus ideas son las mismas. A fines de 1899 regresa Molina a su tierra natal y en enero de 1904, aprovechando una visita del Comandante Modesto Tirado, puertorriqueño y manzanillero por adopción, a Puerto Rico, le escribe a Estrada:
Mayagüez, 27 de Enero de 1904
Respetable y querido General Francisco Estrada Estrada
Manzanillo.
Por vía del compatriota Tirado he tenido noticias suyas y de su intransigente actitud hacia la entrega de los valores por los cuales derramamos la sangre en los sagrados combates por la libertad de su tierra, que siento como mía.
Puerto Rico se ha convertido en un Cuartel de Invasores, no tan bárbaros, pero si ladinos y prepotentes. Betances esta muerto, y recientemente perdimos a Eugenio María (Hostos) pero quedan otros que mantienen la antorcha de Lares; esperemos que la verdad y la justicia siempre triunfen y la luz se haga definitivamente para mi sufrida tierra.
Tengo a mi cargo 2 de los hijos del difunto compadre Sanabia, quienes le honran por sus ideas y modo de ser. Me es imposible por ahora corresponder a su invitación para visitarlo. Salúdeme a sus hijos y esposa, y tenga siempre presente que guardo su recuerdo muy dentro de mí.
Suyo, afectuosamente, Enrique Molina y Enríquez.
Evidentemente, Molina, muy cercano en el combate y en la vida, reconoce la forma de pensar y actuar de este con relación a la intervención yanqui en Cuba, y a su vez da muestras de su pensamiento y posición con relación a Puerto Rico.
Sin embargo, a nuestro modo de ver, la mas definida muestra del pensamiento político de Francisco Estrada, es la actitud asumida por la casi totalidad de sus hijos, de diferentes uniones conyugales, con relación a las luchas sociales en la Republica surgida a partir de 1902, lastrada como sabemos por el injerencismo y la corrupción. Actitud en la que, evidentemente, esta la influencia del padre patriota.
En la década de los años treinta, militan en las filas de las organizaciones comunistas Dolores Estrada Medel; Hermenegildo, Rosa y Pedro Estrada Montero; Ulises, Víctor, Dulce Maria y Mercedes Estrada Oro. El resto, aunque no militantes, también integrados al pensamiento social mas avanzado de la época.
Precisamente en las tierras donde el General había asentado su hacienda, Cabezadas de Curao, en el Central azucarero Mabay, bajo las orientaciones del Partido Comunista, Dolores, Ulises, Víctor, Dulce María y Mercedes, dada su militancia, preparación política e instrucción se convierten en dirigentes del famoso movimiento que dio lugar al surgimiento del Primer Soviet de obreros y campesinos en Cuba, el Soviet de Mabay de 1934.
República, familia y muerte.
Al establecerse la Republica, en 1902, Estrada pasa a ocupar el cargo de Administrador de la Aduana de Manzanillo, en el cual permanece hasta 1906. Durante este ultimo año da su apoyo al movimiento encabezado por los liberales contra la reelección de Don Tomas Estrada Palma, sumándose al movimiento de generales y veteranos encabezado por Masó, que desde Manzanillo abogaba por una solución adecuada al conflicto planteado aunque sin estar incorporado a ningún partido político (Republica y Dependencia, Julio Le Riverand ). Al mismo tiempo, desde 1900 ha adquirido en propiedad una finca de 11,7 caballerías en tierras cercanas al Central Mabay, termino municipal de Bayamo, la cual llama "Cabezadas de Curao", dedicada fundamentalmente al cultivo de caña y la cría de ganado vacuno. En ella laboran sus hijos mayores y establece en sus primeros años una carpintería rústica.
En 1913 es elegido Presidente del Centro de Veteranos de Manzanillo, alternando su presencia entre esta ciudad y "Curao", manteniendo una viva participación en la vida social del territorio, donde sus criterios son altamente valorados por las autoridades y población, dada la influencia que aún ejercen los numerosos antiguos combatientes de las guerras de independencia, que Estrada preside.
Participa en numerosas actividades de carácter oficial, relacionadas con las fechas patrióticas más significativas, gozando de elevado reconocimiento y respeto, pero negado a participar en la política oficial, dada su conocida posición, antinorteamericana y polémica, con relación a la situación del país. Mantuvo relaciones personales y comunicación con numerosas personalidades patrióticas, como Juan Gualberto Gómez, a quien recibió en su casa de Manzanillo, y que fuera inclusive padrino de su hija Zoila Estrada Oro. Con este intercambiaba criterios sobre la situación política del país.
Fue padre de 24 hijos, concebidos en 4 uniones conyugales, a todos los cuales dió su calor, apoyo y educación, logrando, después de terminadas las contiendas bélicas, unirlos alrededor de su persona y sembrar en ellos un profundo amor fraternal sin distinción de origen materno. En Manzanillo y Curao desarrollaron vidas afines y cercanas, incluso en la misma casa varios de ellos.
De los primeros, Juan Estrada Montero y Francisco de Paula Estrada Montero, formaron filas en el Ejercito Libertador en la contienda de 1895, alcanzando los primeros grados de oficial.
Su estricta disciplina y recia personalidad fueron proyectadas en la educación de sus hijos y familiares allegados, que durante los años de seudorepública fueron consecuentes con la educación y ejemplo recibidos.
En 1913, fue elegido Presidente de la República el Mayor General Mario García Menocal Deop, quien había sido un destacado combatiente en la guerra de 1895. Francisco Estrada sirvió a sus órdenes cuando Menocal ocupó el cargo de Jefe de EM del Departamento Oriental, a las órdenes del Mayor General Calixto García de 1896 hasta finales de 1897. A su toma de posesión invitó a los más destacados próceres sobrevivientes de la guerra, entre ellos, al general Francisco Estrada.
El 20 de mayo de 1927 se conmemora en el país el 25 aniversario de la proclamación de la República. El presidente Machado reúne en las actividades centrales a los generales sobrevivientes de las guerras de independencia. En la foto que quedó para la posteridad, podíase ver, en la segunda fila, de pie, segundo de izquierda a derecha, el General de División Francisco Estrada.
Desde los primeros días del mes de noviembre de 1928, la prensa y autoridades comenzaron a reflejar preocupación por la salud del General Francisco Estrada, quien desde semanas anteriores presentaba frecuentes cuadros de disnea y trastornos de carácter cardiovascular. Diarios de la época recogen manifestaciones de la Asociación Nacional de Veteranos, en la boca de su Presidente, Mayor General Pedro Betancourt, quien el 12 de ese mes se entrevista con el Presidente de la República para imponerlo del hecho. Como ya hemos planteado, Estrada, previsoramente, desde el mes de junio, había testado sobre sus propiedades y manifestados sus deseos de última voluntad.
A pesar de los esfuerzos de la ciencia de época, el 13 de noviembre, en horas de la tarde, fallecía Francisco Estrada Estrada.
"Murió «Pancho» Estrada", titulaba el Diario de la Marina.
"Ha perdido la patria a otro de sus dignos servidores", recogía el santiaguero Diario de Cuba en titular de ocho columnas.
Las noticias desde Manzanillo, recogían el dolor de la población, que, declaraba en duelo la ciudad. Se cerraron las puertas de los comercios y espectáculos para acompañar hasta su última morada el cadáver del patriota. La crónica de la prensa planteaba que "murió conservando todo su prestigio e integridad. Desde la muerte de Masó no se recordaba un sepelio similar". Formaciones militares, compañías de exploradores, bandas, autoridades y pueblo en general dieron el último adiós a Don Pancho” en su querido Manzanillo.
Memorias del General de División Francisco Estrada Estrada.
El documento que transcribimos a continuación, constituye un valioso testimonio personal del General Estrada, escrito al terminar la guerra del 95 (al parecer en 1899), en un cuadernillo escolar por el propio protagonista. Del mismo, hemos utilizado en nuestro trabajo algunas referencias e informaciones que hemos considerado imprescindibles para conocer las características de esta singular personalidad de nuestras guerras de independencia, pero a su vez, hemos considerado útil su reproducción íntegra y textual para evaluar con los ojos del testigo presencial, algunos hechos significativos de nuestra gloriosa historia.
Los hechos aquí recogidos abarcan solamente los años de la gesta de los Diez Años, desde su incorporación a las huestes mambisas el 17 de Octubre de 1868 hasta su arribo a los Mangos de Baraguá el 15 de Marzo de 1878. No conocemos si relatos similares fueron escritos por Estrada sobre los años de la Guerra Chiquita y la última gesta, de la cual si conservó la familia una copia de los partes y comunicados de guerra de los últimos meses y su Hoja de Servicios.
Hemos respetado absolutamente la redacción original, que como podrá apreciarse, no siempre guarda el mismo formato, así como la ortografía y formas de señalar algunos nombres o sucesos.
GUERRA DE LOS DIEZ AÑOS
Me incorpore el 17 de Octubre en la columna de Luis Marcano, siendo nombrado Practico de la Compañía # 7 que mandaba el Capitán Gerardo Jiménez.
Días 18 y 19 atacamos Bayamo, ocupando dicha Compañía el Hospital Militar.
Prestamos servicios de Guarnición con las fuerzas llamadas de la Voluntaria, que organizó el Comandante José Fonseca hasta el incendio y toma de Bayamo el 8 de Enero de 1869.
Incendio del Dátil, operaciones por la zona de Buey Arriba, e incorporación a las fuerzas del General Modesto Díaz en las Llanadas de Buey.
Febrero y Marzo. Después de la organización de las fuerzas realizadas en Guisa, donde fui ascendido a Cabo, opero con el General Modesto Díaz hasta el mes de Abril en que pido pase para las fuerzas del General Pedro Figueredo en Sta. Gertrudis (Valenzuela).
Abril- En operaciones con el General P. Figueredo, marchando hacia la zona de Tunas.
Mes de Mayo- Las fuerzas del Pedro Figueredo, que tuvieron al igual que las demás fuerzas de Bayamo la necesidad de abandonar el territorio de Bayamo, fueron incorporadas a las de los generales Modesto Díaz y Luis Marcano. A principios de Mayo cruzamos el Cauto por un lugar llamado Girabert y penetramos nuevamente en la jurisdicción de Bayamo, peleamos en Sta. Rita y atacamos el cuartel español de Veguitas, pero careciendo de recursos nos dirigimos a la Sierra de Nagua, despidiéndose allí el general L. Marcano del general Díaz, que seguía al mando de la División, pues el general Marcano se dirigía a través de la sierra a recibir armas y pertrechos de la expedición del Perrit que arribo en el mes de Mayo, para luego unírsenos nuevamente.
Mes de Junio- El general Díaz nos puso a las inmediatas órdenes del Cte. Francisco Aguilera, y con este jefe operamos por la sierra duramente. Permanecimos en las sierras de Nagua a las órdenes del comandante Aguilera, reuniéndonos al general Marcano en Julio, en Limones, cerca de los Machos, en la costa sur de la Sierra. Volvió Marcano a mandar las operaciones por la zona del "Gua" librando varios combates, siendo el más sonado la pelea de "Sabana de Guaraguamal" donde destruimos la guerrilla de Carnet, matando a este jefe de guerrillas y casi toda su gente. En este combate, un oficial nuestro llamado Palomino dio muerte en combate personal a Carnet, que había asesinado meses antes a los padres de Palomino, pues al divisarnos ambas fuerzas, Palomino se adelanto y reto a Carnet, que acepto el encuentro, midiéndose los dos hombres a machetazos ante la vista de todos, cayendo Carnet, entonces nos abalanzamos sobre los guerrilleros, macheteándolos a la mayoría, yendo el general Marcano al frente de nosotros. Fui ascendido a Sargento por el general Marcano en "La Peña".
Faltándonos parque para resistir las acometidas de las columnas españolas y guerrillas, atravesamos la Sierra hacia la jurisdicción de Cuba. A fines de mes fui designado a la zona de Aguacate para la escolta del general F.V. Aguilera el que me ascendió a Sargento Primero de la escolta. Con F.V. Aguilera y su escolta estuve en servicio hasta el mes de Noviembre de 1869, pasando la mitad de la escolta al mando del Capitán Nicolás García a la zona de Bayamo, donde nos incorporamos a las fuerzas del General Luis Figueredo. El general Figueredo nos destino a operar en la zona de Cauto, distritos militares de Holguín y Bayamo, a las ordenes del Comandante Almería, militar peninsular muy valeroso, permaneciendo desde Diciembre de 1869 hasta Abril de 1870, unas veces con las fuerzas de Luis Figueredo y otras con las del general Tamayo León, tomando parte en la concentración general que se efectuó en la zona de Holguín, Río Abajo, por los generales Díaz y Marcano, donde se libraron fuertes combates con las fuerzas españolas que salieron derrotadas. Después de los combates de Rió Abajo el general F.V. Aguilera me incorporo a su escolta nuevamente y a las inmediatas ordenes del Capitán Nicolás García.
Organizado el contingente que habría de invadir el territorio de Bayamo y Manzanillo por los generales Díaz y Marcano, debido a los éxitos mencionados, y la abundancia de parque y armas traídas por la expedición del "Anna", solicite al General Aguilera mi separación de su escolta y pase al contingente de las fuerzas. Entonces fui designado al frente de una escolta de 15 hombres del Coronel Tita Calvar que venia de jefe de una Brigada. Con este jefe hicimos la segunda invasión al territorio de Bayamo y Manzanillo, incorporándonos después al general Marcano , a cuyas ordenes operamos en la campaña que este realizo por las costas de Manzanillo, ataque a Vicana, asalto y saqueo al poblado de El Congo, cerca de Manzanillo, donde macheteamos a la guerrilla de Vicente Frías y finalmente en la sorpresa que costo la muerte al General Luis Marcano, cuando marchábamos a la Sierra a animar al resto de la fuerza acampada en Nagua. Estos hechos ocurrieron cuando después de atacar El Congo, por el camino hacia la Sierra fuimos atacados por la guerrilla "Guías de Ampudia", siendo sorprendido el General Marcano, pues las fuerzas cubanas que iban a vanguardia, a las ordenes del Coronel Juan Hall rehuyeron el combate, dejando pasar la guerrilla, que en mejores posiciones que nosotros nos obligo a dispersarnos por el monte, siendo herido de muerte el General Marcano en un punto conocido como "Paso de la Torcaza".
Volvimos a unirnos al General Díaz a fines de Mayo, que abandonamos el territorio, cruzando el Cauto, sufriendo yo baja por enfermedad hasta mi reincorporación en Junio en Sta. Ana de Dios a la escolta del General F.V. Aguilera. Al lado de este permanecí casi un año, hasta su salida para el extranjero en Julio de 1871.
En "Los Charcos" fuimos a despedirnos del general Aguilera los hombres de su escolta, y allí me expidió el diploma de Sub. Teniente el propio Pte. Céspedes que se encontraba con el Consejo de Gobierno acampado en este lugar. El Pte. Ordeno que la escolta de Aguilera pasara a la zona de Bayamo mandada por el Comandante Fco. Aguilera, pues casi todos sus integrantes éramos bayameses, destinándonos a las fuerzas del General L. Figueredo, a quien nos incorporamos en el "Estribo" donde estaba acampado.
Con el general Figueredo pasamos el resto del año 71, pues sufríamos la incesante persecución del enemigo sin parque para batirlo.
Año 1872- En este año el General Calixto García, jefe del Dpto., arreció las operaciones contra el enemigo, concentrando las fuerzas de distintos distritos en una sola Columna a sus ordenes. El Comandante Aguilera y sus fuerzas se incorporaron al General García, tomando parte en la captura de importante convoy en Barajagua por cuyo motivo fue ascendido el Comandante a Tte. Coronel. El general García me envió en comisión donde el general Modesto Díaz. Era una invitación que le hacia para crear una concentración de fuerzas en Holguín, reuniéndose por primera vez las fuerzas de Holguín, Cuba, Bayamo y Jiguaní.
Esta concentración dio grandes resultados pues efectuamos grandes combates como el de Cupeyal (Banes) , Rejondón de Baguanos, donde murió el Coronel Huertas, jefe español, ataques de Sama y Auras, que fueron destruidos por nosotros. A estas operaciones asistió el Pte. Céspedes con el Consejo de Gobierno.
Después de este combate salí nuevamente en comisión del General García, y de regreso me entere de la herida sufrida en combate por mi jefe inmediato, el Tte. Cor. Aguilera, las cuales motivaron su muerte.
Por méritos de guerra fui ascendido a Teniente por el General García, regresando a la zona de Bayamo, donde fui nombrado Segundo Jefe de la Compañía que mandaba mi antiguo jefe, Capitán Nicolás García. Poco tiempo después, al morir este en un combate con españoles en "Rancho Mojado" el General Díaz me nombro Capitán en Comisión jefe de la compañía.
En los últimos meses del año 1872, unidas las fuerzas de la División de Bayamo, y algunas fuerzas de Holguín a las ordenes del General Díaz atacamos los poblados de La Sal y El Caño donde tenían campamentos los enemigos. En ese año las fuerzas de mi compañía, unidas a otras que mandaba el Capitán colombiano Urquiola, atacamos a una columna española en Sta. Maria, camino real de Bayamo a Manzanillo, matando al jefe de la misma, Brigadier Obregón y a varios oficiales, apoderándonos de armas, (ilegible) y pertrechos.
A principios de 1873 fui ascendido a Capitán en propiedad y destinado a mandar una compañía del Rgto. Luz de Yara operando con los Coroneles Emilio Nogueras, Mariano Domínguez y Pancho Guevara, jefes muy valerosos los tres.
En estos meses invadió el General García los territorios de Bayamo y Manzanillo al frente de una tropa numerosa y aguerrida, librando sangrientos combates en Humilladero, Barrancas, Veguitas y Zarzal. Al abandonar el General nuestro territorio, después de estos recios combates, seguimos operando con el Rgto. Luz de Yara hasta que fuimos llamados a la concentración de Bijagual ordenada por el General C. García.
Estando formadas las distintas fuerzas allí acampadas se nos leyó una orden anunciando la deposición del Pte. Céspedes. Algunas fuerzas, la minoría, acogió con vivas la declaración, la mayoría permaneció en silencio y algunas, como las de nuestro Regimiento, y las de un Regimiento de Cuba, a las ordenes del Coronel Cintra, entusiasmadas por una arenga de este jefe atacando el acuerdo de la Cámara y profetizando días malos para la Revolución, hicimos expresión de nuestra protesta, pero fue acallada por el respeto que nos imponía la disciplina militar y el acatamiento a las disposiciones de los organismos legalmente constituidos.
Entre los que protestaron con mas vehemencia, además del Coronel Cintra, se puede mencionar al Comandante Juan E. Ramírez, 2do. jefe del Regimiento Luz de Yara.
Después del acto de Bijagual, regresamos a nuestro territorio. A fines de Octubre se anuncio la llegada del General García con un fuerte contingente de tropas, en las que venían jefes y oficiales de renombre como Antonio Maceo, Borrero y otros.
Entonces acudimos al famoso asalto a Manzanillo, peleando en las fuerzas de Infantería al mando de Maceo, abriéndonos paso en medio de un aguacero de balas hasta La Plaza de Armas, donde fuimos hostilizados por los Bomberos y Voluntarios, que eran los que peleaban con mas ardor entre los enemigos, emprendiendo la retirada ordenadamente después de sufrir muchas bajas.
Después del ataque a Manzanillo, arrasamos los poblados de Palmas Altas, Boquerón, Veguitas y Bueycito, separándonos del General García que marcho después de atacar Sta. Rita hacia la zona de Holguín donde obtuvo grandes victorias.
En el año 1874 seguimos batallando en las zonas de Bayamo y Manzanillo, decayendo el ánimo a causa del relevo del General Modesto Díaz, a quien sustituyeron los generales Garrido y Barreto respectivamente, que dieron poco impulso a las operaciones.
En este año fue hecho prisionero en nuestro territorio el General Calixto García, lo que contribuyo a empeorar nuestra situación, aparte de que las fuerzas estaban minadas por la propaganda política.
Año de 1875 -Hecho cargo el General Díaz del mando de la División, comenzó nuevamente la reorganización de fuerzas. El General Díaz paso a la zona de Tunas, y en unión del General Vicente García, efectuó hechos de armas importantes como la toma y captura de un gran convoy en la Sabana de Punta Gorda, combate de Guabeque y otros que proveyeron a nuestras fuerzas de armas y municiones aunque no de la disciplina y espíritu revolucionario que las circunstancias requerían, pues la conspiración contra el gobierno constituido y la propaganda de reformas políticas minaban a los campamentos.
Las fuerzas de Bayamo y Manzanillo fueron arrastradas en su mayoría al Movimiento de Lagunas de Varona, en cuyo acto me encontré al frente de la Compañía que mandaba, pues el General L. Figueredo, F. Javier de Céspedes y José Miguel Barreto simpatizaban con el movimiento.
Tengo que señalar que a pesar de encontrarme allí, no estuve de acuerdo con la protesta, pues al ser llamada la fuerza que mandaba para estampar nuestra firma en el Acta, hice constar mi reprobación y desacuerdo ante la mesa, constituida por los Coroneles Jaime Santiesteban, Antonio Bello y Juan Ramírez, encontrándose allí presentes el propio General Vicente García y el Coronel Modesto Fonseca. Viendo mi actitud, la secundaron los hombres de mi compañía, viéndome obligado para evitar un incidente desagradable, a formar la Compañía, manifestándole que yo como militar y ciudadano estaba al lado del gobierno constituido, y que ellos, como parte del pueblo allí reunido y no como soldados, podían hacer lo que estimaran conveniente.
La protesta de Las Lagunas de Varona sembró la indisciplina en las fuerzas de la División, y por consiguiente decayó la guerra en todo el territorio de Bayamo y Manzanillo reduciéndola a simples encuentros con el enemigo.
Mientras en otros lugares se mantenía alto el prestigio de nuestras armas, ya en nuestra zona comenzaban las componendas y conversaciones con los Jefes enemigos como el Brigadier Heredia y otros.
Año de 1876- El General Díaz, ayudado por jefes valiosos como Nogueras, Guevara, Domínguez y otros levanto el espíritu y la disciplina de las fuerzas libertadoras, sosteniendo algunos encuentros en el territorio, rompiendo todas las negociaciones secretas que se hacían con los españoles, en las que tomaban parte algunos de los promotores de Lagunas de Varona, los mismos de la Protesta de Santa Rita.
Mas adelante la División fue debilitada por la salida del contingente destinado a operar a Las Villas y que marcho a las ordenes del Coronel Mariano Domínguez. A fines de este propio año, y cumpliendo instrucciones del General Antonio Maceo, Jefe del Dpto. salió otro contingente al mando del Coronel Emilio Nogueras rumbo a la jurisdicción de Cuba. Mis fuerzas, incorporadas a este contingente nos unimos al General Maceo, emprendiendo la inolvidable y ruda campaña que terminaron después de la invasión de Baracoa y Guantánamo con las sangrientas acciones libradas en la zona de Holguín oriental.
Fueron ocho meses de penosas operaciones, marchando por regiones agrestes, lomas y serranías, batallando con un enemigo bien organizado que hacia algunos años no enfrentaba una fuerza tan aguerrida, numerosa, y al mando de un Jefe como Antonio Maceo.
En esta campaña murió nuestro jefe, el valiente Coronel Emilio Nogueras, así como otros compañeros de las fuerzas de Bayamo. Atacamos a Sagua de Tánamo, Sabanillas y Baracoa y retornamos por la zona de Holguín donde nos separamos del General Maceo, regresando a nuestro territorio a mediados de 1877.
Cuando regresamos a Bayamo ya habían sucedido los acontecimientos de Sta. Rita en Mayo de 1877, que acabaron de desmoralizar a las fuerzas cubanas de las zonas de Tunas, Bayamo y Manzanillo, con el pretexto de reformas políticas se majaseaba en los campamentos, se abandonaban las postas y zonas de guerra y se mantenían nuevamente comunicaciones y conversaciones de paz con el enemigo.
Antes de llegar al Cuartel General de la División, situado en Sta. Ana de Nagua no encontré en todo el trayecto fuerzas organizadas y solo en las márgenes del Río Yao aviste al Coronel Rafael Caymari con diez hombres y sin parejas de exploración.
Al llegar al cuartel del General Díaz, después de un abrazo cordial de compañeros, este jefe me informo del verdadero estado de la Revolución en el Distrito a su mando, narrándome con dolor como sus esfuerzos habían sido malogrados por la labor contrarrevolucionaria de los intrigantes y ambiciosos, que arrastrados por los generales Luis Figueredo, Barreto y otros jefes de menor graduación, pero de sentimientos peores, pues ya estaban en conveniencia con el enemigo, habían apoyado el nuevo Movimiento del General Vicente García y lanzado a la sedición y al desorden a las fuerzas de la División.
En el mes de Agosto el General Díaz me ordenó pasara a la prefectura de Anayan, Cauto del Paso, donde estaban acampados un numero de fuerzas con el fin de reorganizarlas. Salí de Nagua acompañado de tres oficiales meritísimos, Aquilino Téllez, Eduardo Jerez y Ángel Rivera a cumplir las ordenes del General.
Después de tres días de marcha llegamos a Anayan, encontrando en el campamento a 80 hombres, mandados por el Teniente Victoriano Rodríguez, pues el jefe superior Capitán Joaquín Meriño estaba ausente. Enseñe al Teniente Rodríguez la comisión del General Díaz y este formo las fuerzas informándoles las ordenes que yo traía. Estas fueron aceptadas con entusiasmo por la mayoría, menos por el Cabo Ángel Olivera, que en tono molesto manifestó que no podían aceptarme como jefe sino apoyaba al Movimiento político y me sometía a las ordenes del General Luis Figueredo. Conteste a Olivera y a todos los allí reunidos que yo solo aceptaba al gobierno constituido y como jefe superior al General Modesto Díaz, esto enardeció a Olivera que me agredió, haciéndome un disparo de rifle, no haciendo blanco pues el Tte. Aquilino Téllez le desvió el arma con un golpe en el brazo.
Hice arrestar al Cabo Olivera, imponiéndole la disciplina al resto de la tropa. Notifique al General Díaz lo sucedido y el mismo llego días después a Anayan junto a su Estado Mayor y algunas fuerzas mas. Recibimos al General en formación, y este arengo a las tropas a seguir la lucha por la Independencia y mantener la disciplina militar.
El General permaneció en la zona del Cauto algunos días (casi ilegible, parece decir "y allí se reunió con el General M. Gómez").
Al mando de esta fuerza comencé a operar por el llano, pero arreciaba la persecución del enemigo y el General Díaz nos ordeno que buscara posiciones en la Sierra de Mayote ( Bayamo) siendo perseguidos en plena montaña por las guerrillas y columnas. El General Díaz estaba internado en las Sierras de la Costa, fue por lo cual los hombres que me acompañaban, un centenar apenas, decidimos abandonar la Sierra y fraccionados en pequeñas guerrillas operar en los llanos de la Jurisdicción de Bayamo y Manzanillo.
A fines de 1877 hacia tres meses que no sabíamos del General Díaz ni del Coronel Guevara, divididos en guerrillas manteníamos la guerra; asumiéndola en ocasiones en grupos para realizar acciones de importancia como fueron el ataque al cuartel de Las Mangas y el asalto a un convoy entre Barrancas y Veguitas, en el camino real de Manzanillo, y el macheteo de la guerrilla que protegía los cortes de madera en Guásima Seca” donde cogimos mas de 30 rifles y algún pertrecho.
A principios de 1878 me puse en comunicación con el General, a quien oficie de las acciones realizadas y del estado de la tropa en el llano, pues en aquellos tiempos las únicas tropas que habían operado en el llano eran las que yo mandaba y algunos grupos sueltos en el Cauto y la costa de Manzanillo.
Así entramos al año 1878, décimo de la guerra. El General Díaz, el Brigadier Ruz y el Coronel Guevara obligados a internarse en la Sierra por falta de parque y los que estábamos en el llano operando por nuestra cuenta.
Cumpliendo instrucciones, procedí en el mes de Enero a reunir la guerrilla en una sola fuerza, haciendo un reclutamiento, llegando a reunir a ciento y pico de soldados bien municionados y armados.
En el mes de Febrero, estando acampado en "El Pajón", costa del Río Buey en espera de un convoy, pues había de pasar según confidencias, recibí un propio del General Díaz, por conducto del Sub-Teniente Casimiro Figueredo, uno de los que acompaño a Céspedes en Yara y después Capitán en el 95.
El General me ordenaba que levantara el campamento y me pusiera en marcha con toda la gente rumbo a su campamento, situado en la Alegría, entre Guasimillas y Caridad del Almagro. En este lugar, en meses anteriores habíamos tenido un encuentro con el General Luis Pérez y el Dr. Bravo Senties, horas después de tener un fuego con el Enemigo. Al llegar al campamento de Díaz, me sorprendí, pues todas sus fuerzas estaban ya preparadas para hacer la Capitulación, encontrándose en el campamento algunos oficiales españoles.
Entre los jefes cubanos estaba el Brigadier Ruz, jefe del Gua, el Coronel Bartolomé Masó, y oficiales como Celedonio Rodríguez y otros compañeros, los que me expusieron los motivos que habían tenido para aceptar la Capitulación acordada en Camaguey días antes, y cuyas bases fueron traídas por el compañero Agustín Castellanos, oficial de las fuerzas de Cabaniguan y que fue comisionado por los que habían capitulado en Camagüey. Yo les enseñe los papeles que había regado por los caminos y que recogí a mi paso, pero les manifesté que a pesar del acuerdo de Camaguey no podíamos los allí reunidos aceptar la Capitulación después de haber luchado diez años por la independencia de Cuba.
Les dije que solo Camaguey había capitulado, pues el propio Castellanos no podía afirmar que el General Maceo, ni las fuerzas de Holguín, y el General Vicente García lo habían realizado.
Esto trajo la reacción entre los compañeros por lo cual acordamos celebrar una Junta de Jefes y Oficiales. Efectuamos la Junta, presidida por el Coronel Guevara, y se acordó, después de algunas discusiones, designar una comisión que se entrevistara con el General Díaz, siendo nombrados Comisionados los oficiales Celedonio Rodríguez, Alejo Macareno, Andrés Saturnino y Yo, y en la misma noche de la reunión vimos al General Díaz.
Este nos recibió y después de oír a la Comisión nos pidió que aplazáramos hasta el otro día la entrevista, pues teníamos que mudar de campamento, que lo trasladamos al día siguiente para La Caridad de Almagro, lugar donde habían estado acampados días antes los españoles. Inmediatamente que acampamos nos llamo el General, quien nos manifestó lo siguiente: "Que le constaba que las fuerzas de Camaguey y Las Villas habían capitulado, y que aunque no podía decir lo mismo de los generales Vicente García y Antonio Maceo, sabia que el primero estaba en relación con Martínez Campos, que el Gobierno había aceptado una capitulación que el estimaba una deshonra para los hombres que habían luchado diez años, pero que el extranjero, no quería imponerse a una resolución del Gobierno de Cuba, por lo cual resignaba el mando de las fuerzas, entregándoselas al General Juan Ruz, y marcharía para su país a llorar en un rincón las desgracias de Cuba". Estas últimas palabras las dijo casi llorando, aquel hombre de temple que había resistido todas las vicisitudes y quebrantos de la guerra.
El Coronel Guevara asintió a lo dicho por el General y secundo su actitud, por lo cual, reunidos nuevamente los jefes y oficiales presentes en el campamento de la Caridad y conocida la actitud de nuestros jefes superiores decidimos nombrar 1er. Jefe al Brigadier Ruz y 2do. Jefe al Coronel Bartolomé Masó, que aceptaron la designación y se comprometieron a no aceptar la capitulación hasta conocer la opinión de las demás fuerzas de Oriente y al efecto se acordó que saliéramos hacia distintos lugares de la zona para recoger las fuerzas que operaban por esos lugares, que eran las guerrillas de Aquilino Téllez en Cauto, Joaquín Ojeda cerca de Bayamo y Osmel Oro en el Ingenio La Esperanza.
Emprendimos marcha para cumplir esta orden, y ya en camino aviste al Capitán Rafael Perea, de las fuerzas de Tunas, con una comisión del General Vicente García para el General Díaz. El Capitán Perea me informó verbalmente de su comisión, diciéndome que el General V. García y sus fuerzas no aceptaban la capitulación y tampoco el General A. Maceo, que estaba acampado con muchas fuerzas en Baragua para protestar de lo acordado en Camaguey. Alentados por estas noticias seguimos a cumplir las ordenes, y al 2do. día de haber salido ya había mandado para la Caridad las guerrillas de Bayamo y Cauto y mandado para Manzanillo a recoger la del Tte. Osmel Oro acampada en Jutía, en cuyo lugar lo encontré por la noche.
Al otro día, cuando salíamos rumbo al campamento de La Caridad, un soldado nos aviso que todas las fuerzas allí reunidas, por orden del Brigadier Ruz y Coronel Masó, habían levantado el campamento y marchaban para Yara a hacer la capitulación.
De Jutía pase al Ingenio Esperanza y allí tome el camino real para Yara, acompañado de los Ttes. Eduardo Jerez y Augusto Meriño, llegamos a Yara y desde las afueras contemplamos como las fuerzas Cubanas con sus jefes principales al frente, marchaban en formación apilando las armas en el centro de la Plaza. Serian de ocho a nueve de la mañana y con la visión de este triste cuadro deje a Yara y marche camino de La Caridad.
En todo el trayecto, mas de 4 leguas, presencie el cuadro mas lastimoso que puede verse, una enorme caravana de hombres, mujeres y niños que se dirigían a Yara, los hombres que habían renegado de la dominación española, las mujeres y niños que habían sufrido en el monte hambre y desnudeces. La mayoría lloraban, por no decir todos.
Al mediodía llegamos a la Caridad de Almagro, encontrando alguna tropa que no había querido capitular, mandados por el Capitán Gabriel Lien y su hermano Amador, Tenientes Aquilino Téllez, Joaquín Ojeda, Rafael Ramírez y otros, los que acordamos ante la traición de nuestros jefes superiores, continuar nosotros luchando y comunicarnos con el General Antonio Maceo.
Tres días después, tras de agrupar alguna gente, se me designo para que saliera rumbo a la dirección de Cuba a entrevistarme con Antonio Maceo.
Fui acompañado hasta la Caridad de Bayamo por mis leales compañeros y amigos Tte. Ojeda, Jerez y Téllez, pernoctando allí. Cruce el río por la mañana, no sin antes dejar prevenidos a mis compañeros de los lugares donde aguardarían mi regreso. Seguí hacia la zona de Cuba, encontrando acampado en las Vegas de Pestan, márgenes del Cauto, a las fuerzas de Jiguaní con su jefe Comandante Jesús Rabí y algunos oficiales y amigos y compañeros, Suárez, Salcedo, el colombiano Castillo, mi querido amigo Cheche Rodríguez, Francisco Blanco (Pancho Bellito) y otros hombres curtidos en diez años de pelea.
Al darles la noticia de la capitulación de Yara, que ellos ignoraban, vi a esos hombres llorar.
Permanecimos allí unas horas, cambie de caballo y el Compañero Jesús Rabí me dio un Jícaro de guarapo y un boniato asado, pues hacia dos días que no comía nada. Al entrar la tarde salimos en marcha forzada para Baraguá el Comandante Rabí, el Capitán Blanco y yo, llegando a los famosos Mangos de Baraguá con la puesta de Sol.
Nota: El Original del documento se encuentra en el Archivo Histórico de la ciudad de Manzanillo. [Nota del Autor].
Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.