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Luis Felipe Rodríguez.

Notas sobre el excelente escritor y cuentista manzanillero Luis Felipe Rodríguez.

Rodríguez, Luis Felipe (Manzanillo, Oriente, 30/7/1884 - La Habana, 5/8/1947). Su fecha de nacimiento fue tomada por Epifanio Sánchez Quesada de la fe de bautismo, donde aparece inscripto con el nombre de Luis Ignacio, el cual con posterioridad cambió por el de Luis Felipe. Hizo sus primeros estudios en el Colegio de Enseñanza Superior “José Antonio Saco”. Muy joven comenzó a colaborar en periódicos locales como El Porvenir y en las revistas Prosa y Verso, Alma joven y Orto. Años más tarde colabora en publicaciones capitalinas, entre ellas las revistas El Fígaro, Bohemia, Carteles, Letras, Social y el Periódico Información. Entre sus aportes a la escena está su drama en tres actos Contra la corriente cuya acción se desarrolla entre los años 1908 y 1919, fue terminado en 1943. Entre otras obras teatrales suyas están La comedia del matrimonio y Turbonada, que fueron publicadas en Orto (Manzanillo) alrededor del año 1920. En 1930 le fue adjudicado el primer premio de cuentos cubanos en concurso de la Revista de la Habana por su cuento “La guardarraya”. En 1937 su novela Ciénaga obtuvo el premio correspondiente a este género en el concurso literario de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. Pronunció diversas conferencias en centros culturales. Ha sido traducido al francés, al ucraniano, al ruso, al inglés y al eslovaco, y ha aparecido en antologías nacionales y extranjeras.

Semblanza a Luis Felipe Rodríguez de Raúl Roa.

Luis Felipe Rodríguez murió en el hospital “Calixto García” en 1947. Poco antes de su fallecimiento, Raúl Roa, al enterarse de su grave estado, escribió y dio a la publicidad una formidable semblanza del viejo manzanillero -de la cual reproducimos algunos párrafos para cerrar esta Introducción-, porque nada distinto ni mejor podría decirse:

Sobre la cama renqueante de un hospital yace, moribundo, Luis Felipe Rodríguez. La noticia de su crítico estado me ha conmovido profundamente; pero no me produjo sorpresa alguna saberlo olvidado entre pobres de solemnidad. El vigoroso creador de Marcos Antilla tenía que dar con sus huesos, como Paul Verlaine, en el común refugio de los desvalidos. Era su inexorable destino. Soledad, abandono y miseria suele ser la recompensa de los espíritus insobornables y de las plumas irreductibles en el mundo del tanto tienes tanto vales. Ningún guabina letrado sabrá nunca de tan patético trance.

Novelistas de imaginación estreñida y prosa zafia, poetas de rima artificiosa y angustia postiza y ensayistas de vuelo rampante y trasnochada temática, se dan, en nuestra literatura republicana con la prodigalidad del marabú en la campiña. Luis Felipe Rodríguez, como Carlos Loveira, Rubén Martínez Villena y José Antonio Ramos -trilogía genuinamente representativa- constituye excepción. Es un auténtico escritor de raza. Remueve surcos, trae un mensaje, crea un género. No ha tenido la tierra cubana intérprete más veraz, amoroso, dolido y flamígero que este manzanillero huraño, gruñón y cordial.

[…] Jamás se le vio en el balcón, en la nube o en la olla. Afanoso de un mundo más bello, su existencia es un batallar infatigable por la libertad y la justicia. Y son, desde luego, sus inseparables compañeros, la indigencia y el hambre.

[…] Ahora Luis Felipe Rodríguez, por haberse atrevido a ser quien era, yace moribundo y olvidado, sobre la cama renqueante de un hospital. Yo le rindo emocionado tributo y ofrezco su ejemplo a las nuevas generaciones. He ahí un carácter. He ahí un escritor entero y verdadero. He ahí una gloria legítima de las letras cubanas.

Fuente: Sitio Web "Luis Felipe Rodríguez". Diseñado por el Centro de Promoción de la Cultura Literaria "Manuel Navarro Luna", Manzanillo.

Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.