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Isabel Dolores Fernández, Niña la Rosa.

Autor(es):
María Elvira Peña Alomá.
Pedro Caimary Díaz.

Datos biográficos sobre la trovadora manzanillera más conocida como Niña la Rosa.

Isabel Dolores Fernández, cariñosamente conocida como “Niña de la Rosa”, nació el día 1ro de marzo de 1910, en el seno de una familia humilde manzanillera.

Como algunas mujeres de su tiempo, realizó estudios culturales elementales. En su etapa de juventud contrajo matrimonio y organizó una familia humilde pero muy decente, educada en las buenas costumbres, según se decía, de la época.

Empezó a aprender la música, a la edad de 17 años, con el profesor santiaguero Guillermo Mozo, el cual le impartió conocimientos de teoría y solfeo de la música. Los primeros acordes aprendidos en el instrumento escogido, la guitarra, fueron melodías clásicas del repertorio internacional.

Un día pasó por la juguetearía nombrada La Suiza, ubicada frente al parque “Carlos Manuel de Céspedes” de Manzanillo, y apreció que de su interior salía una música que la motivó a traspasar el umbral de dicho lugar. Allí pudo ver que de un tocadiscos salía la melodía que la había cautivado. Al indagar con el dependiente quiénes eran los músicos que interpretaban esas canciones, recibió como respuesta el nombre de un trío desconocido para ella: el Trío Matamoros. Comprendió, entonces, que ese tipo de música era el que le gustaría interpretar y a partir de aquellos momentos, y favorecida por sus conocimientos elementales de teoría y solfeo, comenzó a llevar a su guitarra lo que había escuchado. Esta inclinación de la incipiente trovadora por la música popular, le costó un regaño de su profesor al escuchar este algo distinto a los ejercicios que le había orientado; pero Niña, con ese carácter emotivo y sus encantadores 17 años, le expresó que esa era la música que le gustaba y que a partir de ese momento trataría de ejecutarla en su guitarra. Fue tanta la insistencia de la alumna que el profesor le enseñó los golpes elementales de la guitarra de la música trovadoresca. A pesar de no continuar con la ayuda de Guillermo Mozo, al tener este que regresar a su ciudad natal por problemas de trabajo, esto no fue un obstáculo para que ella continuara de forma autodidacta aprendiendo la ejecución del instrumento.

En su función de esposa y madre se dedicó, en lo fundamental, a cumplir sus deberes, pero en los pequeños espacios de tiempo libre que sus responsabilidades le ofrecían, tomaba su querida guitarra y seguía el aprendizaje de este instrumento por lo que su vocación de artista se mantuvo en esta etapa. Sus aspiraciones artísticas las adaptó a sus condiciones de vida, ya que por encima de todo estaba la familia, y en su entorno familiar fue escuchada no solo tocando la guitarra sino, además, cantando. De esta forma nació la trovadora.

Un día, de forma ocasional a finales de la década del 30, ella y su hermana Concepción (conocida cariñosamente como Conchita) unieron sus voces y al percatarse de su gran empaste en el canto, así como la aceptación lograda en el seno de la familia y amistades más cercanas, decidieron repetir esa unión de voces y guitarra, surgiendo así el Dúo Hermanas Fernández. Durante varios años su actuación fue en un marco intimista, pues solo eran testigos de ello su familia y amistades más allegadas.

Al morir su esposo, en 1963, y guardar el tiempo de respeto que este merecía, Niña de la Rosa se dedicó por entero a la actividad de aficionada a la música, y al hacerse acompañar de su guitarra, se convirtió en juglar de la música tradicional cubana, es decir, en una genuina trovadora.

A finales de la década del 60, el dúo participó en varias actividades promovidas por la Dirección Provincial de Cultura y llegaron a actuar, en Ciudad de la Habana, en lugares como la Unión de Periodistas de Cuba, la Peña de Bellas Artes, los salones de la UNEAC, la Peña de Benito (donde conoció al Dúo Los Compadres), y la Peña de San Lázaro. Actuaron, además, en Santiago de Cuba.

La propia Niña de la Rosa recuerda lo difícil que era para una mujer dedicarse a la realización de su afición de artista sin tener la censura del esposo u otros familiares. Valga la siguiente anécdota para ilustrar la anterior afirmación. A ambas hermanas se les invitó a una actuación en la glorieta del parque “Céspedes”, para la cual se acompañaron del guitarrista Sergio Barrios (Titín). El éxito alcanzado rebasó sus expectativas, pues el público asistente las aplaudió de forma entusiasta. La prensa de Santiago de Cuba, capital de la en aquel entonces provincia de Oriente, reflejó en sus páginas dicha actuación, y en sus líneas dedicaba justos elogios a las Hermanas Fernández. El esposo de Conchita, al recibir el periódico en su casa y leer las noticias, se percató de que se hablaba de un llamado Dúo de las Hermanas Fernández, e inmediatamente interrogó a su esposa sobre si esas hermanas Fernández de las que se hablaba en el periódico, eran ella y Niña. Conchita, cómplice de su secreto, pues había actuado sin el permiso de su esposo, le respondió que ellas no eran las únicas hermanas Fernández que cantaban. En ese momento el esposo quedó satisfecho con esa respuesta, y luego, poco a poco, fue asimilando la faceta artística de su esposa de manera que pudo ella seguir cantando.

Las Hermanas Fernández continuaron sus presentaciones y los santiagueros tuvieron oportunidad de disfrutar de su arte en la reinauguración de La Casa de la Trova de Santiago de Cuba, a cuya actividad fue invitada la viuda del músico Miguel Matamoros, fallecido en esta ciudad (Santiago de Cuba) el 15 de abril de 1971. Es justo señalar que Pedrito González, entusiasta cantante tenor y amante de la música tradicional cubana, uno de los fundadores de La Casa de la Trova de Manzanillo y su primer coordinador, para lograr esa actuación llamó por teléfono a los funcionarios de la dirección de cultura de Santiago de Cuba, Radamé Sánchez y Juan Manzano, y estos invitaron a Niña y a Conchita.

El dúo se disolvió a principios de la década del 70, pero Niña de la Rosa continuó actuando como solista. En un viaje que realizó ella a Ciudad de la Habana, con motivo de un evento nacional de trovadores, le surgió la idea de formar un grupo y a su regreso a Manzanillo convocó al guitarrista Leopoldo Agüirre y a la cantante Julia Mesa, surgiendo de esta manera el Trío La Rosa (llamado así por ser su directora Niña de la Rosa, apellido este con el que era conocida desde muy pequeña), en el año 1976. Esta composición se mantuvo por un tiempo, actuando en reiteradas ocasiones en la Casa de la Trova de la ciudad del golfo; pero Leo, por su impedimento físico, y Julia, por haberse casado, dejaron de pertenecer al grupo. Entonces vino una segunda etapa del trío compuesta por Niña, el guitarrista Enrique Romagosa y el cantante Eduardo Batista Naranjo, el cual había sido el primer presidente de la Trova manzanillera, fundada en el año 1972, Como Eduardo Batista decide continuar de solista y formar su propia agrupación, el Trío La Rosa tendrá una tercera y definitiva etapa formada por Niña de la Rosa, Kiky Romagosa y Mario Arias, ferviente admirador de la música tradicional cubana el cual había realizado actuaciones como solista, pero que se consagra como voz de timbre tradicional en el seno de este trío. 1057.jpgEs esta última integración la que alcanza mayores éxitos artísticos durante más de 26 años. Entre sus logros más significativos tenemos: la evaluación de A otorgada por una comisión del Centro de la Música Provincial encabezada por el excelente músico bayamés Carlos Puig; realización de actuaciones en diferentes puntos del país (inauguración de la Casa Museo a Barbarito Diez, en Manatí, Las Tunas; Casa de la Trova de Guantánamo; en Palma Soriano; Camagüey); la participación en el IX Festival de Artistas Aficionados del Movimiento Obrero, celebrado en Pinar del Río en el año 1982, en el cual, aunque no obtuvieron premio, se les reconoció su excelente calidad interpretativa de la música tradicional cubana. Además, tuvieron actuaciones brillantes en diferentes municipios de la provincia Granma y en su capital, actuando en la sala “José Joaquín Palma”.

El Trío La Rosa actuó en diversos programas de radio en la ciudad del golfo de Guacanayabo. (Es importante destacar que Niña de la Rosa había actuado, como solista, en la radio local prácticamente desde los primeros años de su fundación (1932), cuando se conocía por las siglas CMKM y se encontraba ubicada en los altos de la tienda La Mina de Oro). También actuó en la radio de Santiago de Cuba y en la Televisión Nacional, en el programa Meridiano de la Trova que se podía sintonizar por el Canal Tele Rebelde.

El periodista Lino Betancourt les realizó grabaciones en el parque “Bartolomé Masó”, para los medios nacionales.

Entre las principales condecoraciones que atesora en su poder Isabel Dolores Fernández, tenemos:

  • Medalla del Mérito Artístico del Movimiento de Artistas Aficionados.
  • Medallas por el 20 y el 25 Aniversarios del Movimiento de Artistas Aficionados.
  • Diploma Orden Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores del Arte y Espectáculos.
  • Diploma Premio de la Ciudad, otorgado por la dirección municipal del Poder Popular.
  • Diploma por el amor a la cultura popular.
  • Reconocimiento especial de La Casa de la Trova de Manzanillo, por su participación en el II Encuentro de Tríos.

En conversación con Niña de la Rosa se pudo conocer su contundente respuesta a la pregunta: ¿Qué aspiraciones se propuso en su vida artística y no fueron alcanzadas por usted? Textualmente respondió: “No me interesaba la fama, ni obtener dinero por la música que interpretaba porque me salía del alma y formaba parte de mi vida. La guitarra era como parte de mi cuerpo, mientras tenga vida la amaré como algo muy querido.”

Esta mujer, que con su guitarra y su brillante voz ha dejado una importante huella en la música tradicional manzanillera y, sobre todo, en su público, falleció el 4 de noviembre del 2004. La ciudad que la vio nacer la recordará por siempre como La Niña y la Madrina de la trova de Manzanillo.

Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.