Aquellos que lidiando con los monstruos de la creación nos hacen ver la realidad de una manera diferente.
Artista de la plástica, nació en la ciudad de Manzanillo el 1º de Febrero de 1969.
Sus estudios artísticos los inicia en la Escuela Elemental de Artes Plásticas "Carlos Enríquez" de Manzanillo, continúa luego en la Escuela Profesional de Artes Plásticas "El Alba" de Holguín, para licenciarse más tarde en el Instituto Superior Pedagógico de su ciudad natal en la especialidad de Enseñanza Pedagógica y Educación de las Artes Plásticas; también recibió lecciones académicas en el taller del maestro holguinero Cosme Proenza.
Ha impartido talleres y conferencias en el Instituto Superior de Arte (ISA), de Ciudad de La Habana, ha sido jurado en concursos de diferentes provincias de Cuba, consultor y tutor en la Escuela Provincial de Artes Plásticas de Santiago de Cuba. En la actualidad es Presidente de la sección de Artes Plásticas de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en la provincia Granma.
Exposiciones Colectivas:
1993
- Salón Regino Botti. Centro Provincial de Artes Plásticas, Guantánamo, Cuba.
- Salón Premio de la Ciudad de Holguín, Cuba.
- Salón Provincial de Artes Plásticas. Bayamo, Granma, Cuba.
1994
- Salón Provincial de Artes Plásticas. Bayamo, Granma, Cuba.
1995
- Salón Arte Cubano Contemporáneo. Fototeca de Cuba. Ciudad de la Habana, Cuba.
1996
- Salón Arte Cubano Contemporáneo. Fototeca de Cuba. Ciudad de la Habana, Cuba.
1999
- Expo Amor y Paz. Galería Casa de la Cultura Plaza, Ciudad de la Habana, Cuba.
2003
- Expo Colectiva “Pintura Cubana”, Embajada de Cuba, Roma, Italia.
- Expo Colectiva “Joven Pintura Cubana”, México.
- Expo Colectiva "Festival del Habano", Ciudad Habana.
Exposiciones Personales:
1994
- Centro de Promoción de la Cultura Literaria “Manual Navarro Luna”, Evento Internacional de Literatura, Manzanillo, Cuba.
-Expo Personal UNEAC Bayamo, Cuba.
1995
- Expo “Sagradísima Forma de Adoración”, Galería Universal, Santiago de Cuba, Cuba.
- Expo “Sagradísima Forma de Adoración”, Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, La Habana, Cuba.
1996
- “Horizontes del sentido”, Centro Provincial de Artes Plásticas, Bayamo, Granma, Cuba.
- Expo “Tripersonal”, “Gallery Makandal”.
1998
- “Gallery Soutmart”, Coral Gables, Miami, EUA.
1999
- “Expo La Idiosincrasia”, Centro de Prensa Internacional, durante la Cumbre Iberoamericana, Ciudad de la Habana, Cuba.
- “Con un poco de todo y mucho de nada”, Galería Juan Marinelo, La Habana, Cuba.
- “Adorando su idiosincrasia”, Galería de la Fragua Martiana, La Habana, Cuba.
2000
- Galería “Carabaggio”, Riccione-Rimini, Italia.
2001
- Expo Cubart, Palazzo de turismo, Riccione - Rimini, Italia.
- Expo Cubart, Palazzo dei Consoli Gubbio, Italia.
- Expo Cubart, Palazzo Santa–Crosse del Instituto Italo-Latinoamericano (ILLA) Roma, Italia.
2002
- Expo “El gran interior” Club Habana, Miramar, Ciudad de la Habana, Cuba.
- Expo “El gran interior” Casa de las América, Génova, Italia.
- Expo “El gran interior” Embajada de Cuba en Roma, Italia.
- Expo “El gran interior” Puerto Rico.
2003
- Expo Convento San Francisco de Asis, “Metáfora interior”, Ciudad de la Habana, Cuba.
Premios y Menciones:
1980: Primer Gran Premio Nacional en el concurso de Artes Plásticas del Festival Nacional de Artistas Aficionados en el Campamento “José Martí”, Cuba.
1989: Segundo Premio en el Salón de Artes Plásticas “10 de Octubre” Manzanillo, Granma, Cuba.
1990, 1992 y 1993: Primer Premio de la Asociación “Hermanos Saíz”, Salón Provincial de Artes Plásticas, Granma, Cuba.
1991, 1992, 1993, 1994 y 1995: Gran Premio de la UNEAC, Salón Provincial de Artes Plásticas, Bayamo, Granma, Cuba.
1993: Premio Nacional de la Asociación “Hermanos Saíz”, Salón “Regino Botti”, Guantánamo, Cuba.
2000: Gran Premio del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, Fiesta de la Cubanía, Bayamo, Cuba.
2001: Gran Premio Salón Provincial de Granma, Cuba.
2001: Premio Consejo de las Artes Plásticas, Salón de Premiados, Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, Ciudad de la Habana, Cuba.
Subastas:
2ª, 3ª, y 5ª Subasta de Arte Latinoamericano, en San Juan, Puerto Rico.
Obras de Colecciones:
En Cuba, México, Puerto Rico, Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Estados Unidos, Jamaica, Italia, Republica Dominicana, Venezuela, España, Inglaterra, Francia y Hungría.
Palabras de David Mateo sobre la obra plástica de Alexis Pantoja.
A finales de la década de los noventas La Pintura Cubana, en especial la de los artistas emergentes, comenzó a exacerbar ante la mirada estupefacta de la crítica y el publico, la reapropiación de lenguajes y códigos provenientes del patrimonio artístico universal, considerado por muchos tradicionales u ortodoxos, como el Bizantino, el renacimiento, el barroco y el neoclásico.
No es menos cierto que la recurrencia a alguna de estas vertientes había caracterizado la creación artística precedente (años ochenta y parte de los noventa), aunque desde una óptica algo más moderada.
En aquella etapa el atemperamiento del uso respondía a la intención de explorar nuevos recursos alegóricos, sin minimizar la susceptibilidad de los temas que abordaban las obras o mitigar la voluntad de polémica que ellas interferían, podría decirse que hasta los presupuestos estéticos de aquel periodo respondían a la implementación de discursos algo más cáusticos, incisivos, lo cual llevó a algunos especialistas a calificar ese momento en la cronología de la plástica cubana como “cínico e instruido”.
Sin embargo, en los primeros cuatro o cinco años del presente siglo hemos venido comprobando cómo una buena parte de esa pintura ha comenzado a experimentar un fenómeno de extrañamiento inusitado, en el que las obras, supeditadas con mayor empeño a determinadas presunciones del oficio, abocadas con excesivo desvelo a la argucia y ambigüedad expositiva de los argumentos, comienza a mostrar una realidad de carácter menos verista, inminente, a recrear situaciones con enfoques excesivamente virtuales, aleatorios.
En mi opinión, uno de los representantes más singulares de este comportamiento de género es el artista Alexis Pantoja. Lo primero que resalta en su quehacer es la alternativa tan ocurrente con la que ha logrado sortear los artificios de la ironía y la jocosidad, utilizado habitualmente en nuestro medio pictórico para asumir el abordaje de las paradojas. No significa que el artista haya descartado por completo el empleo de estos recursos, sino que les a atenuado su rol de mediadores exclusivos -un tanto imparciales, procaces, epígonos del “resentimiento”, como le gustaría decir a un Baudillard- para reubicarlos a un límite de incidencia más sutil, complementario dentro de la obra.
Pantoja nos revela las paradojas como hechos exaltados, magnificentes en la encomienda de la buena pintura, y por ello imbuidos de una suspicaz acreditación representativa. La desenvoltura lograda en la conciliación de diferentes símbolos e iconografías del acervo cubano e internacional, otorga esa percepción de “conformidad”.
A sus composiciones, y contribuye a su anuencia estética frente a un tipo de espectador homogéneo. Pero lo interesante es que le procedimiento de articulación se lleva acabo -según he podido corroborar en conversaciones con el artista- en un lapso de profundas improvisiones. Pantoja imagina una idea central, o mejor dicho, una o dos imágenes que la encarnan y en las cuales se ha de concentrar el intercambio de significados, luego las esboza sobre el lienzo y va colocando de manera intuitiva alrededor de ellas el resto de las figuraciones, e implementando poco a poco el conjunto de inferencias que su interrelación ha de sugerir. Es en esta fase del proceso creativo donde el extrañamiento materializa, a mi juicio, su instancia de autentificación más espontánea. Me refiero a las proporciones naturales con que se integran los elementos en el diseño general, y a la estrategia aguzada, casi ingrávida, con las cuales llegan a fusionarse unos con otros.
Si contemplamos minuciosamente los cuadros de Pantoja, comprobaremos, que tras las imágenes protagónicas y sus atributos, existe un abigarramiento de figuras desplegadas con habilidad entre los intersticios del espacio, que simula unas veces la apariencia de un objeto ordinario y otras la sinuosidad de enormes telones, columnas casi escenográficas evocadoras de algún entorno teatral. Tales formas, sugeridas y engarzadas mediante la dinámica combinación de líneas y curvas, resaltadas a través de la superposición de capas pictóricas, urdidas en los artificios de la ilusión óptica, a la usanza de los grandes muralistas mexicanos, tiene un peso notable en el ordenamiento, cohesión de las escenas, y en el énfasis de las abstracciones que sugieren las metáforas visuales. Ellas impregnan la atmósfera de una levedad, de un tempo, que a primera vista parece no pertenecernos, le impone una solemnidad -lindante a veces con el empaque- que se aparta por entero de la estridencia o explosividad de los ambientes tropicales.
Pero nada de ello alcanzaría por separado la idoneidad del descentramiento, de la extrañeza, sin las degradaciones de amarillo y ocres que Pantoja despliega sobre los lienzos, aspecto en el que se muestra como todo un virtuoso.
Los procedimientos con los que contiene o desbordan las intensidades de los tonos, la forma de manipularlos para filtrar valores emotivos, lo señalan como un creador interesado en las potencialidades dramáticas que propicia el contraste entre luces y sombras, y en consonancia directa con un grupo de artistas que desde hace algún tiempo intenta reciclar las nociones del llamado tenebrismo barroco (en especial lo más sugestivo de un Rembrandt o un Caravaggio), y el animismo de los pintores de naturaleza muerta de principios del barroco español.
A tal efecto, las obras de Pantoja se sostienen en dos planos particulares de percepción e interpretación: por un lado está aquel que se devela a través de la incidencia directa de la iluminación, y por el otro el que se sugiere, o en ocasiones disimula, mediante el esparcido de las sombras. Ambos influyen por igual en la trascendencia de los contenidos que se abordan y en la expresividad que son desplegados por parte del autor; ninguno resulta del todo funcional sin la interacción con el otro. Aunque hay intervalos en los que la metódica otorga prioridad absoluta a la capacidad inductiva de ciertas subtramas, instantes en el que todo el peso de la persuasión recae sobre ellas, adjudicándole un papel fundamental en el discernimiento de coordenadas conceptuales.
Un aspecto que influye además en la subliminación de las paradojas, y por ende en la condescendencia de el extrañamiento, es el carácter lúdicro empleado por Pantoja para construir sus pastiches.
Las metáforas, como mediadores esenciales en dicho cometido, transitan por direcciones paralelas, se interceptan, se cruzan, se fusionan, pero nunca muestran de manera explícita el antagonismo de sentidos, aunque en el fondo los excusen, dicho de otro modo, las estampas retozan, se esparcen en la contigüidad y trascendencia de sus significados, y hacen de este “juego” un buen pretexto de “ensimismamiento” perceptivo.
En honor a la verdad, hasta hace unos años asistíamos a la emergencia de estos extrañamientos ponderados de la pintura cubana con bastante precaución y con no poco recelo. Incluso, algunos sólo nos habíamos atrevido a legitimarlos dentro de los términos de una supuesta embriaguez onírica o un ostracismo incorregible, sin darnos cuenta de que ellos podían revelarnos también la lógica de un comportamiento existencial a todas luces rutinario, contingente, la perspectiva simbólica de una mirada y una sensibilidad que insiste en trocar -lo absurdo- desde los entresijos de una vida rústica o culterana, lo absurdo por lo asombroso, lo irracional por lo fascinante.
Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.
Modificado: Lunes 23 de Febrero de 2015