Notas sobre los distintos cementerios que ha tenido la ciudad.
Hasta hace un tiempo atrás, para el común de los pobladores de Manzanillo y los estudiosos de la ciudad, ésta sólo exhibía, en su decurso histórico, cuatro cementerios; sin embargo, últimas reflexiones en torno a la documentación atesorada en los fondos del Archivo y el Museo Municipal, nos indican que un quinto Campo Santo tuvo la ciudad.
El primero de estos lares del silencio, estuvo emplazado en las cercanías de la calle Cocal, tal vez en la primera década de la centuria decimonónica, y en él sólo llegaron a depositarse dos cadáveres: el de una hija de Ramón Sosa y el de una dominicana nombrada Ramona Acuña. Por la cercanía al mar y lo bajo del terreno, cuando se hacían las roturas para cavar las fosas, al agua se filtraba y fue necesario su traslado; por eso, en 1809, un año antes de declarar la capilla manzanillera auxiliar de la Parroquia de Yara, fecha en la cual debieron hacérsele algunas mejoras a la primitiva capilla erigida en 1805, el cementerio se trasladó para la plaza, al costado de la iglesia.
Hoy no se conoce con exactitud la fecha de traslado del cementerio desde los costales de la iglesia, hacia los predios del hoy Barrio de Oro o quizás más atrás; pero probado es el hecho que en 1829, el nuevo Campo Santo tenía ya esta localización; así lo refrenda un plano de ese año conservado en el Museo Histórico Municipal, además de las reclamaciones hechas por los herederos de Manuel Socarrás al Comandante de Armas Fulgencio Salas, quien tuvo a su cargo la tramitación del expediente de villazgo y la selección de un nuevo sitio para el establecimiento de la Ciudad de los Muertos, pues el existente estaba bastante alejado de la población. Este cementerio, o sea, el ubicado en Barrio de Oro, ha pasado inadvertido para los investigadores, en tanto se omitía al contarse la historia de las necrópolis manzanilleras, pasando directamente en la narración, del ubicado al lado de la iglesia, al inaugurado en 1850 a la subida del hoy stadium de pelota, conocido comúnmente como cementerio de El Cedrón.
La necrópolis de El Cedrón, estuvo activa hasta 1908, momento en cual quedó oficialmente clausurada; sin embargo, en 1899, Ricardo R. de Céspedes, alcalde de Manzanillo por designación del Gobernador Militar norteamericano, dio inicio a la construcción de un nuevo cementerio quedando terminado -de facto-, en 1900 bajo la alcaldía de Modesto Tirado. Esta nueva ciudad del reposo eterno, sita en las alturas de Leyva, es el actual cementerio de la ciudad de Manzanillo, inaugurado cuando se clausuró definitivamente el de El Cedrón, o sea, el 10 de agosto de 1908.
De este modo, la ciudad cuenta en su haber con cinco necrópolis, cifra que si no es un récord, sí buen average; por cierto, es el único del país donde reposan los restos de tres presidentes de la República en Armas: Bartolomé Masó Márquez, Manuel de Jesús Calvar (Titá Calvar), y Francisco Javier de Céspedes.
Fecha de publicación en Enciclopedia Manzanillo: 2007.