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Croquis cubanos: Manzanillo

Breve crónica de F. J. Ponte Domínguez publicado en las postrimerías de la década de 1920.

Un balcón sobre el golfo.-La ciudad de los cuatro parques.-La simpatía manzanillera.-El "Club 10" y la tertulia del "Eden".-El médico del son.-El carricoche de Don Agustín.



1777.pngManzanillo es el balcón abierto sobre el golfo de Guacanayabo. Los aires marinos bañan a la ciudad, que se extiende desde el puerto hasta poco más allá de unas lomas, donde -como miradores de la población- se hallan el Sanatorio de la Colonia Española, el Cuartel Militar y los hospitales Civil y Caymari. Sus arterias son amplias, llanas, bien alineadas, con pavimento de concreto, y simétricamente entreabiertas cada cincuenta metros para dar cruce a una vía de tránsito urbano. De ahí que nos parezcan manzanas de casas de muñecas, las de esta moderna, próspera y atrayente ciudad, nimbada por la gloria de haber tenido vida en sus alrededores, las dos grandes revoluciones cubanas por la independencia.

Cuatro parques públicos la hermosean. El principal, Céspedes, en el centro de la urbe; el Masó; lindando con el Golfo y la carretera que conduce a La Demajagua y Campechuela, tapizado de viejos y frondosos álamos que bordean la estatua en mármol, y a todo cuerpo, del "solitario de la Jagüita", el Bertot, a la salida para Yara y Bayamo; y el que se halla en construcción en el barrio de Oro, donde una verja de hierro añora la misteriosa fuga de la figura de Neptuno que había en su centro, parque antiguamente llamado Vallespín y que hoy se nombre Barceló, en atención a que el Gobernador provincial de Oriente ha prometido convertirlo en un envidiable sitio de recreo. Pero de todos, el pueblo denomina "el Parque", al de Céspedes, enclavado en el centro cívico de la ciudad, sirviendo de marco al Ayuntamiento -edificio de dos plantas de mampostería, con arquitectura de arcadas romanas; a la Iglesia, de moderno aspecto y con dos hermosas torres; y a las sociedades Liceo, Colonia Española y Círculo de Manzanillo, así como a otros edificios, todos de espaciosos soportales.

1778.pngEl parque Céspedes es de factura clásica, con poco más de cien metros en cuadro de extensión, jardines laterales, y un adorno en el sitio interior de honor. Aquí es una artística glorieta para la banda de música, copia fiel de la mezquita que se halla en el patio de los leones en Granada,* y que constituye una de las notas de buen gusto citadino. Además, dan realce al bien alumbrado parquew, sendos bustos en mármol de los patriotas Martí, Masó, Merchán y Maceo, mirando hacia las calles que ostentan sus respectivos nombres, vías las más importantes de la urbe.

El vecindario es campechan, amable, acogedor -con simpatía- y sin reservas-, de cualquiera que tiene la fortuna de arribar a ese rincón de la comarca oriental. En Manzanillo, al día siguiente de uno llegar, cree encontrarse en propio suelo: los hombres lo saludad y distinguen, como si la presentación de la tarde anterior en el "Club 10", o de la noche -en una de las cotidianas tertulias del "Hotel Edén", Liceo, el Círculo, o el banco masónico del Parque-, fuese la declaratoria de huésped de honor de la ciudad; y las muchachas, hogareñas pero joviales y simpáticas, solo demuestran gran interés en que el visitante pruebe llas sabrosas cabezas de liseta con plátano verde frito, que como plato típico de la localidad -dicen posee el talismán de que el recien llegado habrá de permanecer indefinidamente en esa región.

En días aún no distantes, Manzanillo se popularizó por las calaveradas juveniles de un divertido médico, bailando el son... en una quinta del pintoresco barrio de Oro. Hoy, como contraste, todo es allí conventual, por el excesivo celo de las autoridades en velar por el cumplimiento de las órdenes dictadas para la regeneración de las costumbres públicas. La vida monótona provinciana se marca allí en todos sus tintes, para los jóvenes: o se tiene novia, o es preciso distraerse admirando en el coquetuelo Parque, las noches de jueves y domingo -señaladas como de retreta por la banda municipal de música-, los rostros de las figulinas, circunvalando el lugar. De lo contrario, se requiere proyectar excursiones de pesca por el litoral, o paseos por la carretera recién asfaltada que llega hasta Yara -distante unas cuatro leguas-, para admirar el paisaje de la Sierra Maestra en lontananza, o tal vez acercarse al tamarindo vecino de la iglesdia del villorio y querer escuchar aún los quejidos que exhalara el primer mártir cubano, Hatuey, que -según la leyenda-, fué en dicho sitio quemado, vivo. Lo diario son los juegos de tennis y "volley-ball" en horas de la tarde del "Club 10", lujosa entidad social con vista al mar, en el camino de Caimanera; y luego en las de la noche, disipar el tiempo con partidas de dominó, en las sociedades, en unión de amables camaradas, para ver a quién se le toma el rico guarapo que hacen en la calle Martí esquina a Calixto García.

1779.pngLa ciudad manzanillera comprende varias barriadas contiguas, que le brindan notable vida. Son las de Céspedes, Oro, Pérez, Vázquez, Santa Elena, Caymari, Plata y Puntapie. Ellas constituyen el ensanche obligado de esta progresista urbe, que, al siglo apenas de fundada, alberga en su seno a más de treinta mil almas y que rivaliza en importancia económica y cultural con las principales ciudades del interior de la Isla.

Su amplioo puerto, con los muelles de Muñiz, Beatte y Maceo, de doscientos metros de largo, dan muestra de su valor comercial. También lo patentizan los diez centrales azucareros que muelen en la zona; y el hecho que de la ciudad se hayan desterrado los coches, como medio de locomoción, sustituyéndose enteramente por automóviles, mientras en algunas capitales de provincia -Matanza y Santa Clara, por ejemplo- aún perduran como vehículos de transporte. Miento, en Manzanillo existe como recuerdo del "buen tiempo viejo", el carricoche de Don Agustín, uno de los personajes más conocidos de la población.

Dos grupos intelectuales a cual de mayores prestigios, están vinculados en Manzanillo. Uno, que sin previa cita, se reune a las ocho de la noche, en los soportales del "Hotel Edén", frente al Parque, para cambiar impresiones sobre los asuntos de palpitante actualidad, y con suma frecuencia interrogar al culto hombre de letras Don Modesto Tirado sobre hechos de nuestra historia patria, en la que es un consagrado maestro. Y otro, que acoge en la casa editorial "Orto", el director literario de este órgano avanzado de nuestra cultura, Juan F. Sariol, todos los miércoles, a una pléyade valiosa de jóvenes artífices de las letras. A este pertenecen -entre otros-, el presidente de la Asociación de la Prensa local, Manuel Navarro Luna, servicial y afectuoso, poeta fácil, y hoy ensimismado en versoso de vanguardia;- Luis Felipe Rodríguez, una de nuestras cumbres en la novela; Nemesio Lavié, Ángel Cañete, Héctor Poveda, Jesús Masdeu, Librado Reina; el inspirado bardo Miguel Galliano Cancio; y el sin igual humorista "Epi", a quien todos halagan. ¡Cuánta positiva labor cultural se viene haciendo en Manzanillo, donde no ha mucho este grupo lanzó a la publicidad "Con el Eslabón", esas admirables sentencias de Enrique José Varona, tan poco conocidas, desgraciadamente, de los cubanos!

1780.pngY no se hable de su bagaje patriótico. Baste decir que Manzanillo venera a su dos grandes hijos Merchán y Masó; que se enorgullece de atesorar en sitio de honor de la sala consistorial, la campana de La Demajagua tocada el 10 de octubre de 1868, y también las ruinas gloriosas del ingenio Céspedes.

Este es el Manzanillo que yo he visto.  

Nota: se ha respetado la ortografía original.      

 

                       



Creado: Martes 27 de Septiembre de 2016

Modificado: Sábado 03 de Diciembre de 2016