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Miguel Raventós: de comerciante a pintor.

Autor(es):
Carlos Rodolfo Escala Fernández.

Notas sobre uno de los pintores manzanilleros del siglo XIX.

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Tres embarcaciones se mecen en las cristalinas aguas del río. En la ribera, asoman abigarradas construcciones que en su estructura denotan su más que centenaria antigüedad. Una figura humana, apenas insinuada, contempla en gesto curioso a las que se encuentran en los botes acompañadas por un perro impávido, casi pétreo. La mirada sigue el cauce y se pierde en lontananza, donde se yergue una silueta catedralicia.

El pintor tal vez se imagine la cúpula monumental de San Pablo, pero no parecen ser aquellos edificios las casas que flanqueaban el Támesis. Quizás la Almudena. También se antoja extraña una visión grandiosa desde el Guadalquivir. ¿Alguna vez desde el Almendares pudo distinguirse algo semejante en el Cementerio de Colón? Lo cierto es que el artista que recreó esta escena desde un vano en el que se trenzaban las flores es casi un desconocido para la historiografía nacional, sus obras se han perdido, su linaje se dispersó por la isla.

El 5 de abril de 1909, falleció repentinamente en La Habana Miguel Raventós Martínez. Se interrumpía una labor pictórica autodidacta de la que solo existen hoy dos piezas marginadas de las "dignidades museísticas". Amén del duelo familiar, su deceso decretó además la disolución de la compañía que había formado con Manuel Codina Oro para la explotación agrícola y ganadera de las propiedades que tenían en las fincas Demajagua y La Jagüita, las antiguas tierras de Carlos Manuel de Céspedes y Bartolomé Masó.
 
El magro panorama artístico de la población en la segunda mitad del siglo XIX era dominado por el Teatro Manzanillo y las retretas de las charangas de bomberos y de los músicos del Batallón de Isabel II, mientras que los "bailes de la loma" y las fiestas carnavalescas resultaban los vehículos más adecuados para acriollar y popularizar el órgano. La literatura hizo de la prensa su aliada principal y eje de su desarrollo ulterior. En tanto, un puñado de nombres signó el devenir de la pintura en la etapa: el maestro andaluz Apodaca, Francisco Beccantini,(1) Jesús Fernández, Manuel Merchán Pérez, Eladio Maurán Segrera y Miguel Raventós Martínez.

La situación no difería mucho en el resto del departamento oriental, con la excepción de Santiago de Cuba. El arte de los pinceles se supeditaba a la escenografía, la imaginería católica y al retrato por encargo. En ese medio se insertó el manzanillero que vio la luz en 1853, descendiente natural del catalán José Raventós Font, oriundo de Sitges, y la bayamesa Josefa Martínez, de los que también nació su hermano Hilario. No obstante, el español dejó otros hijos de su himeneo con Marcelina Jiménez García: José, Manuela, Miguel y Enrique.

El comercio constituyó la actividad económica fundamental del grupo ibérico, con fuerza especial para los nativos de la costa mediterránea, y fue el sustento de la joven pareja formada por Miguel y Leonela de los Ríos Rodríguez. El presbítero Valentín Domínguez y Rubio consagró su unión ante la comunidad el 22 de mayo de 1871, junto a los padrinos José de la Trinidad Ramírez y su medio hermana Manuela.(2) Fruto de este enlace nació su hija Josefa. Leonela murió a los cuarenta y ocho años.

La actividad artística de Miguel que ha quedado documentada se circunscribe al período de la "tregua fecunda", cuando la Perla del Guacanayabo era un hervidero conspirativo. Pero nada indica que su nombre o peculio hayan participado en la preparación de la asonada mambisa del 24 de febrero. En 1886, El Eco publicó un comentario que hace pensar en la experiencia previa a la decoración del teatro del Liceo, "[...] debido a la espontaneidad y delicado pincel del Sr. D. Miguel Raventós, que tanto en la pintura del escenario como en el paisage [sic] alegórico del telón de boca ha patentizado las especiales dotes que le adornan."(3)

La duda es inevitable, ¿cómo llegó Raventós a tales "logros" sin un paradigma o guía, sin una instrucción técnica elemental ni referentes pictóricos de gran lustre? Por lo menos así lo aseveró Francisco Javier Antúnez en los Apuntes históricos de Manzanillo y su fundación y no ha podido comprobarse la existencia de ninguna academia ni anuncios de sus presuntos competidores Fernández y Segrera, ni sus predecesores, que los vincularan a la enseñanza.(4) La otra vía pudo ser la capital de la provincia, mas tampoco existen indicios de nexos con aquella urbe.

1464.jpgEn 1892, Raventós llevó a cabo su empeño más ambicioso, un gran lienzo dedicado a su amigo y benefactor de la ciudad José Caymari Vila, que se ubicó como falso techo de una vivienda de la propiedad de este último, en la calle de la Iglesia entre Valmaseda y Sierra,(5) en una estructura cenital preparada al efecto. Se trataba de la Magdelena en un momento de arrepentimiento e iluminación divina, lo que se identifica por la suma de los atributos que han generalizado la confusión y polémica sobre la identidad del personaje bíblico.

Una mirada superficial permite encontrar en el dibujo y el tratamiento de los colores y volúmenes el primitivismo que denota su carencia de educación estética. Sus maneras se diferencian mucho del cuadro descrito al principio de estas líneas, fechado en 1893. Este paisaje muestra aún las huellas del lápiz y tímidas pinceladas más cercanas al romanticismo que al dejo neoclasicista de la Magdalena.

La última de sus obras, hasta donde se sabe, le tuvo en medio del auténtico torbellino que suscitó la muerte del coronel español Ricardo Vallespín, alcalde municipal en comisión que terminó sus días en Manzanillo en 1894. Querido por los cubanos, por su cercanía a los veteranos de la Guerra Grande Manuel de Jesús "Titá" Calvar, Celedonio Rodríguez y Juan Ramírez, era mal visto por sus compatriotas por esa misma causa. Sus honras fúnebres se celebraron en el Teatro Manzanillo, decorado por Jesús Fernández, y presididas por el retrato que al efecto pintó Raventós.

En abril de 1905 formalizó su matrimonio con Matilde Ramírez, que también había enviudado y concibió a su otro heredero: Miguel Silvestre.(6) Ya por entonces vivían en Concepción número 20 y sus negocios giraban en torno a la agricultura, si bien en sus inicios de comerciante se vinculó a las industrias de panadería y pulpería en su establecimiento de la calle Santa Ana y en el segundo año de la contienda preparada por el Apóstol formó la sociedad "Fonteboa y Raventós" que obtuvo una licencia para fabricar gaseosas en Martí, en otra edificación marcada con el 20.

Ese último fue el local donde radicó luego la Sociedad agrícola pecuaria regular colectiva de los "Sres. M. Raventós y Compañía", germen de "Raventós y Codina." Su creciente prestigio en el ámbito mercantil y la solvencia como contribuyente lo llevaron a integrar en distintos momentos la Junta de Amillaramiento y la Junta Municipal y a desempeñar el cargo de Depositario y recaudador municipal. Sin embargo, las empresas económicas de don Miguel no fueron en modo alguno boleto a la posteridad.

Aunque no puede juzgarse el retrato de Vallespín, pues desapareció al igual que otras piezas que debió ejecutar de las que no existen referencias, aquellas y las obras conservadas le ganaron un lugar preferente en la cultura manzanillera y regional y a la vez conminan a profundizar en aspectos medulares para la comprensión del pasado de las artes plásticas en estas tierras. Tanto la Magdalena como el paisaje requieren de manos expertas que las restauren y preserven de la acción inmisericorde del tiempo, que amenaza con borrar las huellas de este creador. Su auténtica valía está aún por descubrir.

Citas y Notas

1.-E. Burrit y el escenógrafo italiano Beccantini fueron los pioneros del arte fotográfico en el pueblo.
2.-Archivo Parroquial de La Purísima Concepción de Manzanillo. Libro de Matrimonios. Tomo: 7, folio: 4, no 9.
3.-El Eco, Año 5, No 67, Jueves, 26/08/1886, p. 2.
4.-De Apodaca no existe ningún rastro documental más que el testimonio de Antúnez. Merchán debió partir cuando su hermano, el periodista y literato Rafael, fue condenado a muerte por su posición independentista y Beccantini, que luego de decorar el teatro en 1855 se dedicó al daguerrotipo, falleció en 1867, cuando Raventós apenas comenzaba la pubertad.
5.-En la actualidad José Miguel Gómez # 205 entre Masó y Pedro Figueredo.
6.-A.H.M.M. Fondo: Registro Civil. Serie: Matrimonio, Legajo: 10, Expediente: 41.



Creado: Miércoles 15 de Julio de 2015